Pero sigo siendo el Rey
21 de julio de 2014
Carlos Lamelas Sotomayor es un exquisito tenor que nunca ha tenido el reconocimiento que se merece, tal vez por su humilde personalidad, tal vez por no haber tenido la promoción necesaria, quién sabe.
En su apartamento de la Habana Vieja, rodeado de fotos familiares y junto a su esposa Lourdes Valdés, lo entrevistamos para PMU.
PMU: Cuéntenos de sus inicios.
Carlos: Pues les diré que nací en Regla. Cuando tenía 9 años mi familia se mudó para La Habana, mi padre era de origen español y tenía una fonda-bar. Tanto él como mi madre me alentaban para que eligiera la carrera de cantante.
A los 19 años me presenté en la radial Corte Suprema del Arte y fui aprobado. Más tarde incursioné en el programa de José Antonio Alonso y califiqué como estrella naciente. Ello me permitió actuar en diferentes sitios que auspiciaba ese programa televisivo. Por cada presentación me pagaban cinco pesos.
En una ocasión me ofrecieron un contrato en el programa Bar Melódico de Osvaldo Farrés. Cuando entonces mi novia Lourdes lo supo, se incomodó muchísimo y me dijo que no quería casarse con un artista porque los artistas se debían a su arte y no a la familia. Me dio a escoger entre ser artista o casarme con ella. Muy enamorado decidí casarme.
Años más tarde ya casados, Lourdes leyó una convocatoria donde se buscaban cantantes para el coro de la Ópera Nacional de Cuba. Me llamó y me dijo que debía presentarme inmediatamente. Le contesté que no lo haría pues pensaba que ya mi tiempo para el arte había pasado. Lourdes me ripostó que tenía que acceder. Como siempre ganó ella.
En la audición interpreté el aria “Recóndita Armonía”, de la Ópera Tosca. Efectivamente fuiaceptado.
Las únicas clases de canto y música que he recibido fue cuando entré a trabajar en la Ópera. Con esa institución artística viajé a todos los países socialistas, interpretando pequeños papeles y cantando en el coro.
PMU: ¿Recuerda alguna anécdota de esos tiempos?
Carlos: Tengo una terrible: momentos antes de salir a escena me distraje conversando y cuando me avisan que era mi turno, la mente quedó en blanco, en un instante olvidé por completo la letra, gracias a Dios logré reponerme y finalmente pude cantar. Por eso no me canso de recomendar que no debe perderse la concentración en ningún momento.
PMU: ¿Cuándo y por qué decide jubilarse?
Carlos: Bueno, cerca de los 60 años pensé en jubilarme porque me sentía algo cansado físicamente, pero mi esposa me aconsejó que aguardara un poco más. Buen consejo, pues en 1995 viajé con la Ópera por toda España. Gracias a este viaje pude conocer a mi familia española por parte de padre.
Al regresar se me comunicó que había sido evaluado satisfactoriamente. Sin consultármelo un día me enteré con sorpresa que tenía asignados algunos papeles principales. No acepté, pues significaba demasiada responsabilidad y sentía el temor de encararla. No era lo mismo cantar dentro de un coro o asumir actuaciones secundarias que trabajar como solista en una obra entera. Además, quisieron imponerme doble ensayo en condiciones no apropiadas. En aquel momento tomé la decisión de jubilarme.
Jubilado, pero no retirado, he continuado presentándome en diversas peñas entre las que figuran la de Lucy Provedo en la Sociedad Catalana y la de Alejandro David en el Museo Simón Bolívar. Mi esposa Lourdes, con sus 84 años, me acompaña siempre en estas tertulias donde somos muy aplaudidos. Ella hace una excelente declamación del poema “El Cañón”. Estas actividades mengua en algo la ausencia de nuestros dos únicos hijos, seis nietos y cuatro biznietos, todos radicados en el exterior.
PMU: ¿Además de la lírica, cuáles son sus preferencias musicales?
Carlos: Los boleros, entre ellos “El Rey”, siempre me lo piden donde quiera que me presento. También las baladas, la música tradicional cubana y la mexicana. Confieso que no me gusta el reggaeton, ni el hip hop, tampoco la salsa. No menosprecio para nada a quienes los cultiven. Es cuestión de criterios.
PMU: ¿Algo más?
Carlos: Quisiera plantear mi preocupación por la poca promoción que tienen los jóvenes hoy en día en nuestro país. Considero que existen excelentes valores que se pierden por falta de promoción. También sufro con el deterioro de algunos edificios culturales como el Teatro Musical de La Habana, que se desploma día a día.
En cuanto a mí, he dado lo mejor de mi arte. No tuve el reconocimiento merecido en el momento preciso, pero aún conservo mi voz intacta y a mis ochenta años de edad la pongo gratuitamente a disposición de quienes deseen disfrutar de un rato de esparcimiento cultural. Nada, que como dice la canción “…no tengo trono ni reina… pero sigo siendo El Rey”.
En este punto interviene Lourdes, quien nos dice: “está bien que siga siendo el rey, pero que no tenga reina, eso sí que no”.
Comentarios Dejar un comentario
21 de julio de 2014
Carlos Lamelas Sotomayor es un exquisito tenor que nunca ha tenido el reconocimiento que se merece, tal vez por su humilde personalidad, tal vez por no haber tenido la promoción necesaria, quién sabe.
En su apartamento de la Habana Vieja, rodeado de fotos familiares y junto a su esposa Lourdes Valdés, lo entrevistamos para PMU.
PMU: Cuéntenos de sus inicios.
Carlos: Pues les diré que nací en Regla. Cuando tenía 9 años mi familia se mudó para La Habana, mi padre era de origen español y tenía una fonda-bar. Tanto él como mi madre me alentaban para que eligiera la carrera de cantante.
A los 19 años me presenté en la radial Corte Suprema del Arte y fui aprobado. Más tarde incursioné en el programa de José Antonio Alonso y califiqué como estrella naciente. Ello me permitió actuar en diferentes sitios que auspiciaba ese programa televisivo. Por cada presentación me pagaban cinco pesos.
En una ocasión me ofrecieron un contrato en el programa Bar Melódico de Osvaldo Farrés. Cuando entonces mi novia Lourdes lo supo, se incomodó muchísimo y me dijo que no quería casarse con un artista porque los artistas se debían a su arte y no a la familia. Me dio a escoger entre ser artista o casarme con ella. Muy enamorado decidí casarme.
Años más tarde ya casados, Lourdes leyó una convocatoria donde se buscaban cantantes para el coro de la Ópera Nacional de Cuba. Me llamó y me dijo que debía presentarme inmediatamente. Le contesté que no lo haría pues pensaba que ya mi tiempo para el arte había pasado. Lourdes me ripostó que tenía que acceder. Como siempre ganó ella.
En la audición interpreté el aria “Recóndita Armonía”, de la Ópera Tosca. Efectivamente fuiaceptado.
Las únicas clases de canto y música que he recibido fue cuando entré a trabajar en la Ópera. Con esa institución artística viajé a todos los países socialistas, interpretando pequeños papeles y cantando en el coro.
PMU: ¿Recuerda alguna anécdota de esos tiempos?
Carlos: Tengo una terrible: momentos antes de salir a escena me distraje conversando y cuando me avisan que era mi turno, la mente quedó en blanco, en un instante olvidé por completo la letra, gracias a Dios logré reponerme y finalmente pude cantar. Por eso no me canso de recomendar que no debe perderse la concentración en ningún momento.
PMU: ¿Cuándo y por qué decide jubilarse?
Carlos: Bueno, cerca de los 60 años pensé en jubilarme porque me sentía algo cansado físicamente, pero mi esposa me aconsejó que aguardara un poco más. Buen consejo, pues en 1995 viajé con la Ópera por toda España. Gracias a este viaje pude conocer a mi familia española por parte de padre.
Al regresar se me comunicó que había sido evaluado satisfactoriamente. Sin consultármelo un día me enteré con sorpresa que tenía asignados algunos papeles principales. No acepté, pues significaba demasiada responsabilidad y sentía el temor de encararla. No era lo mismo cantar dentro de un coro o asumir actuaciones secundarias que trabajar como solista en una obra entera. Además, quisieron imponerme doble ensayo en condiciones no apropiadas. En aquel momento tomé la decisión de jubilarme.
Jubilado, pero no retirado, he continuado presentándome en diversas peñas entre las que figuran la de Lucy Provedo en la Sociedad Catalana y la de Alejandro David en el Museo Simón Bolívar. Mi esposa Lourdes, con sus 84 años, me acompaña siempre en estas tertulias donde somos muy aplaudidos. Ella hace una excelente declamación del poema “El Cañón”. Estas actividades mengua en algo la ausencia de nuestros dos únicos hijos, seis nietos y cuatro biznietos, todos radicados en el exterior.
PMU: ¿Además de la lírica, cuáles son sus preferencias musicales?
Carlos: Los boleros, entre ellos “El Rey”, siempre me lo piden donde quiera que me presento. También las baladas, la música tradicional cubana y la mexicana. Confieso que no me gusta el reggaeton, ni el hip hop, tampoco la salsa. No menosprecio para nada a quienes los cultiven. Es cuestión de criterios.
PMU: ¿Algo más?
Carlos: Quisiera plantear mi preocupación por la poca promoción que tienen los jóvenes hoy en día en nuestro país. Considero que existen excelentes valores que se pierden por falta de promoción. También sufro con el deterioro de algunos edificios culturales como el Teatro Musical de La Habana, que se desploma día a día.
En cuanto a mí, he dado lo mejor de mi arte. No tuve el reconocimiento merecido en el momento preciso, pero aún conservo mi voz intacta y a mis ochenta años de edad la pongo gratuitamente a disposición de quienes deseen disfrutar de un rato de esparcimiento cultural. Nada, que como dice la canción “…no tengo trono ni reina… pero sigo siendo El Rey”.
En este punto interviene Lourdes, quien nos dice: “está bien que siga siendo el rey, pero que no tenga reina, eso sí que no”.
Comentarios Dejar un comentario
- No hay comentarios en este momento.