Desde Dentro



“Desde Dentro” es un festival de hip hop cubano que cumplió su décimo aniversario este julio, y la suerte es que exista después del paulatino oscurecimiento de acontecimientos como este. Del 10 al 13 de este mes, en Holguín se unieron agrupaciones de La Habana, Granma, Las Tunas, Guantánamo y por supuesto, los anfitriones para llevar la cultura hip hop a diferentes comunidades, compartir con sus pobladores y enriquecer el panorama artístico-cultural del territorio.

Los invitados fueron: por La Habana, Onda Livre (Malcoms Junco Duffai y Jerson Lemuel Pineda), La Javá A3vida (Yudith Moreno Álvarez), La Fina (Yamay Mejías Fernández); por Bayamo: Osadía (Reinaldo Amaya Arias y José Alain Rivero García); de Las Tunas: Klase A (Yoel Leiva Rodríguez); de Guantánamo: Campamento Subterráneo (Sandy González Guerra y Jesse Watson Duvergel); de Holguín: De Barrio, quienes son conocidos como los abuelos del rap por ser uno de los primeros representantes de este género en su provincia, Menin@ (Liliannys Noemy Noris Parra, una joven promesa de sólo 14 años), MC Tr@ke (Rafael Noris Gallardo), D’ La Klle (Henry Díaz Patterson), Mister Williams, Phillips Flow MC (Jorge Vladimir Poll Phillips), Son de Madre (Larry y Pepe), Undergraff (Julio César Cisneros Fuentes y Yovandry Várquez Fonseca); y apoyando desde las máquinas Sector Electrónik (Guillermo Echavarría Vierce y Alexei Parra Proenza).

Aplausos para todos ellos que abandonaron sus actividades habituales para entregarse a la conquista de nuevos escenarios, porque es un verdadero acto de conquista presentarse y seducir sin las herramientas de la promoción y la comunicación típica de la industria comercial.

PMU fue invitado a este encuentro como reconocimiento al apoyo y al trabajo que han realizado por la cultura underground. Y ciertamente, ha tenido un gran impacto dentro de los artistas y organizadores de eventos de música alternativa pudiéndose constatar por los acercamientos calurosos y el reconocimiento que del proyecto tienen los artistas.

Después del recibimiento en la Casa de Iberoamérica, siguieron tres días de conciertos. El primer día en horas de la noche, el grupo llegó hasta la comunidad Buenaventura en el municipio Calixto García. Cada una de las agrupaciones y solistas interpretaron sus temas en una tribuna con el público más exigente que conocí jamás, a saber si por una cuestión de preferencias, de horarios, de resistencia a lo novedoso o como crítica a la presentación realizada.

El segundo día nos llevó hasta la comunidad El Güirito, Playa de Oro, con un concierto bajo el desafiante sol junto al mar y la arena. Poco a poco fueron acercándose y mostrando interés bailadores, coros y público curioso que salían de la playa para compartir junto a los raperos que intervenían retadores ante el calor del verano. La noche se celebró en el Punto Náutico de Gibara con una nueva presentación que se abría paso entre reggaetón y salsa. De nuevo baile, performance, coros, improvisación y rap administraron el esparcimiento y la reflexión.

El último día y como despedida, el hip hop terció en el parqueo del Estadio dentro del Proyecto de Las Noches Holguineras. El único plan recreativo del verano, a mi parecer, con muchas similitudes a lo que se propone en el resto del país donde la música en vivo sigue los patrones de la música más comercial y el público consume acrítico los ritmos monótonos y las letras redundantes, fácil de saber aún sin ser músico o sin querer enterarse de nada.

A mucho esfuerzo se debe la existencia de estos festivales que cuentan con poco apoyo por ser expresión de minorías, generalmente no conformes y con propuestas innovadoras. Y no se trata de que el hip hop dé una voz fuerte a veces hasta para hablar de temas ligeros, se trata de la poca apertura a nuevas maneras de decir y hacer, al disenso, a la oportunidad de enriquecer el debate, de desafiarlo con la dialéctica y la síntesis.

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