Crónica de una tarde underground
4 de agosto de 2014
Cuando interpretaciones con músicas y letras de profundas raíces cubanas se enmarcan dentro de un entorno tan acogedor y místico como resulta la capilla del Complejo Turístico-Cultural Morro-Cabaña, es imposible escapar de un torrente sensorial que ensancha nuestro orgullo de ser cubano. Y eso fue lo que realmente sucedió una cálida y reciente tarde de domingo cuando al vetusto y barroco recinto de la impresionante fortaleza de San Carlos de La Cabaña concurrió un grupo de jóvenes cantantes con el propósito muy definido de rendirle homenaje a la cultura cubana.
Agrupados en torno al Proyecto Comunitario “Amigos para Siempre”, pero apegados consustancialmente al movimiento underground, estos jóvenes supieron mantener la coherencia de un guión que pretendió con éxito poner de relieve los valores musicales que desde antaño y hasta la actualidad, identifican culturalmente a esta pequeña isla caribeña.
Allí, entre las gruesas paredes que datan de finales del siglo XVIII y delante de un público expectante, Ernesto, Ariadna, Ramsés, Natasha, Teresa, Elisbeth, Mariosky, María del Mar, Yanelis, Sherez, Ana Beatriz, Gabriela y Alejandro, iniciaron la velada con la canción-tema “Amigos para siempre”. Seguidamente y escoltada por la más sensible nostalgia, “La Bayamesa”, magistral y nunca olvidada obra de Céspedes y Fornaris se dejó oír en la voz del tenor Alejandro David, quien recibió un cerrado aplauso del público presente puesto de pie.
No hubo respiro para recuperarse de tan emotivo momento, pues prácticamente sin transición alguna, todos los integrantes del grupo unieron sus voces para interpretar un hito del cancionero cubano “El Mambí” de Luis Casas Romero. Nuevamente Alejandro David tomó el micrófono, esta vez para regalarnos “Lamento esclavo” de Eliseo Grenet.
El maestro Ernesto Lecuona y su “Damisela encantadora” estuvieron presentes en la velada cuando con mucho acierto interpretativo la soprano Ana Beatriz le dio vida a la trascendental página. Pese a sus indiscutibles dotes artísticas, esta joven cantante lírica no ha podido conseguir un contrato de trabajo, algo que nos hace reflexionar acerca de las limitaciones que enfrentan los noveles artistas para poder entregarse por entero a lo que siempre han soñado.
De regreso al orden cronológico de los intérpretes, Teresa García, más conocida por Tere, dio un toque de distensión al concierto cuando de manera literal puso a bailar a la audiencia con los alegres compases de la canción “Soy el punto cubano”, de Celina González y Reutillo Domínguez.
Un punto y aparte se merece el homenaje que a la memoria del recién fallecido Juan Formell rindieron estos jóvenes cantantes. Acoplando sus voces en un atinado coro llevaron al público la melodiosa “De mis recuerdos”, una de las primeras canciones compuestas por el fundador de la internacional orquesta Van Van.
Para su participación, Ramsés Vicente Cañizares, se apoyó en “Yolanda”, una de las más conocidas y exitosas composiciones del cantautor Pablo Milanés, en tanto que Melanie, la más joven del grupo, enrumbó su preferencia fuera del marco cubano y llevó a escena “Por qué te vas”, del español José Luis Perales.
Contrastando con la jovencita Melanie, le siguió en orden el septuagenario Guillermo Beltrán, médico naturalista poseedor de una agradable voz, quien en una participación especial puso a consideración del público el bolero de su propia inspiración “A dónde vas”, seguido de su coetáneo y también invitado especial Guillermo Estrada, con la melodía italiana “Torna a Surriento”.
Popularizado internacionalmente por la española Rocío Jurado, el número “Como una ola” fue el seleccionado por la hermosa Ariadna, quien embelesó a los asistentes con su dulce voz y su dominio escénico.
Acercándose al cierre de la velada, algunos musicalizados versos sencillos de José Martí y la entrañable canción “Cuba que linda es Cuba” de Eduardo Saborit, fueron los penúltimos aportes de todos los intérpretes aunados en un afinado coro que contó con la asistencia entusiasta del público.
Como remate a esta hermosa tarde de verano y como muestra de nuestra pasión cubana, latina y americana, artistas y público fue una sola garganta para hacer resonar en la vieja capilla las notas estruendosamente bellas de “América, América”. Una vez más quedó demostrado que el buen arte no es patrimonio que puede ser dictado a través de un decreto, resolución o trámites burocráticos. En esta ocasión y a la sombra de la música alternativa se hizo arte y arte del bueno.
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4 de agosto de 2014
Cuando interpretaciones con músicas y letras de profundas raíces cubanas se enmarcan dentro de un entorno tan acogedor y místico como resulta la capilla del Complejo Turístico-Cultural Morro-Cabaña, es imposible escapar de un torrente sensorial que ensancha nuestro orgullo de ser cubano. Y eso fue lo que realmente sucedió una cálida y reciente tarde de domingo cuando al vetusto y barroco recinto de la impresionante fortaleza de San Carlos de La Cabaña concurrió un grupo de jóvenes cantantes con el propósito muy definido de rendirle homenaje a la cultura cubana.
Agrupados en torno al Proyecto Comunitario “Amigos para Siempre”, pero apegados consustancialmente al movimiento underground, estos jóvenes supieron mantener la coherencia de un guión que pretendió con éxito poner de relieve los valores musicales que desde antaño y hasta la actualidad, identifican culturalmente a esta pequeña isla caribeña.
Allí, entre las gruesas paredes que datan de finales del siglo XVIII y delante de un público expectante, Ernesto, Ariadna, Ramsés, Natasha, Teresa, Elisbeth, Mariosky, María del Mar, Yanelis, Sherez, Ana Beatriz, Gabriela y Alejandro, iniciaron la velada con la canción-tema “Amigos para siempre”. Seguidamente y escoltada por la más sensible nostalgia, “La Bayamesa”, magistral y nunca olvidada obra de Céspedes y Fornaris se dejó oír en la voz del tenor Alejandro David, quien recibió un cerrado aplauso del público presente puesto de pie.
No hubo respiro para recuperarse de tan emotivo momento, pues prácticamente sin transición alguna, todos los integrantes del grupo unieron sus voces para interpretar un hito del cancionero cubano “El Mambí” de Luis Casas Romero. Nuevamente Alejandro David tomó el micrófono, esta vez para regalarnos “Lamento esclavo” de Eliseo Grenet.
El maestro Ernesto Lecuona y su “Damisela encantadora” estuvieron presentes en la velada cuando con mucho acierto interpretativo la soprano Ana Beatriz le dio vida a la trascendental página. Pese a sus indiscutibles dotes artísticas, esta joven cantante lírica no ha podido conseguir un contrato de trabajo, algo que nos hace reflexionar acerca de las limitaciones que enfrentan los noveles artistas para poder entregarse por entero a lo que siempre han soñado.
De regreso al orden cronológico de los intérpretes, Teresa García, más conocida por Tere, dio un toque de distensión al concierto cuando de manera literal puso a bailar a la audiencia con los alegres compases de la canción “Soy el punto cubano”, de Celina González y Reutillo Domínguez.
Un punto y aparte se merece el homenaje que a la memoria del recién fallecido Juan Formell rindieron estos jóvenes cantantes. Acoplando sus voces en un atinado coro llevaron al público la melodiosa “De mis recuerdos”, una de las primeras canciones compuestas por el fundador de la internacional orquesta Van Van.
Para su participación, Ramsés Vicente Cañizares, se apoyó en “Yolanda”, una de las más conocidas y exitosas composiciones del cantautor Pablo Milanés, en tanto que Melanie, la más joven del grupo, enrumbó su preferencia fuera del marco cubano y llevó a escena “Por qué te vas”, del español José Luis Perales.
Contrastando con la jovencita Melanie, le siguió en orden el septuagenario Guillermo Beltrán, médico naturalista poseedor de una agradable voz, quien en una participación especial puso a consideración del público el bolero de su propia inspiración “A dónde vas”, seguido de su coetáneo y también invitado especial Guillermo Estrada, con la melodía italiana “Torna a Surriento”.
Popularizado internacionalmente por la española Rocío Jurado, el número “Como una ola” fue el seleccionado por la hermosa Ariadna, quien embelesó a los asistentes con su dulce voz y su dominio escénico.
Acercándose al cierre de la velada, algunos musicalizados versos sencillos de José Martí y la entrañable canción “Cuba que linda es Cuba” de Eduardo Saborit, fueron los penúltimos aportes de todos los intérpretes aunados en un afinado coro que contó con la asistencia entusiasta del público.
Como remate a esta hermosa tarde de verano y como muestra de nuestra pasión cubana, latina y americana, artistas y público fue una sola garganta para hacer resonar en la vieja capilla las notas estruendosamente bellas de “América, América”. Una vez más quedó demostrado que el buen arte no es patrimonio que puede ser dictado a través de un decreto, resolución o trámites burocráticos. En esta ocasión y a la sombra de la música alternativa se hizo arte y arte del bueno.
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