El Charro de Manatí



Ramón Reyes Guanaba es el Charro de Manatí y su sobrenombre artístico se debe a que nació en ese pueblecito de la zona oriental, el 15 de julio de 1960 cuando comenzaba una nueva era en Cuba. En aquella etapa, la vida cubana era muy diversa y convulsa porque mientras por un lado había fiestas, guateques, congas y verbenas celebrando la victoria, por otro comenzaron los peligros de la guerra contra la Revolución, y justo en ese ambiente es que nace y crece Ramoncito Reyes, el Charro. Actualmente, tiene 56 años, pero físicamente parece que ha vivido muchos más porque parece un veterano de la guerra, un hombre de mil batallas.

“Recuerdo que en mi niñez se escuchaba música por donde quiera, en mi casa de Manatí visitaban trovadores y hacían serenatas y guateques. Aquello era la gozadera. Yo iba aprendiendo con una guitarrita que me compró mi padrino. Siempre supe que algún día aprendería a tocar y a cantar, eso me gustaba y estaba dispuesto a hacerlo aunque me costara lo que me costara. Pasamos etapas muy duras, en aquel tiempo todo iba desapareciendo, todo finalizaba. Por otro lado, comenzaba otra vida a la que fuimos adaptándonos a como diera lugar, tú sabes cómo son las cosas”.

Después de media vida andada, el Charro llega a La Habana con 40 años de edad por el año 2000 cuando las cosas seguían difíciles pero de otra manera. “Yo vine a La Habana a seguir con mis canciones, mi guitarra a cuesta y mi persistencia en sobrevivir. No tuve ninguna ayuda, ni apoyo de ningún medio artístico, pero lo mío es cantar y cantar. Lo otro va viniendo solo, la vida va caminando paso a paso”.

El Charro “dispara” canciones de cualquier nacionalidad pero sobre todo muchos boleros, boleros-son, guajiras y “mexicanadas”. “Yo recorro la ciudad por todos lados y para buscarme unas monedas cuesta trabajo. Los músicos en Cuba, desde lejanos tiempos, hemos tenido que luchar contra las adversidades. Así vamos viviendo y pasando el tiempo hasta que llega el final. Mientras tanto, con canciones vamos aliviando las penas”.

Vale destacar que el repertorio que estos cantores callejeros interpretan es como un espejo de la sociedad actual cubana porque las canciones están muy ligadas con la vida de los hombres, sus ilusiones y esperanzas, muy importantes en la situación socioeconómica existente. Por eso mientras Ramoncito Reyes canta, yo me quedo contemplando las reacciones del público que se emociona con sus canciones espontáneas, sin premeditación, donde va desgranando canciones del ayer que tienen una sabia filosofía callejera:

“Que sufra el que tenga una pena

Que llore el que tenga un dolor

Que ría el que tenga un amor

Para sufrir, para llorar.

Nos confundimos al decir quién es el bueno

Nos confundimos al decir quién es el malo

Y no sabemos quiénes somos

Ni dónde estamos, ni porqué nos vamos”.

Canciones que van calando en la gente y que sensibilizan a los oyentes. “Nosotros cantamos para que la gente se emocione, para que viva una experiencia y recuerde alguna pena. Así vamos por el mundo, así se va la vida”. Me confiesa el Charro de Manatí mientras rasga su guitarra frente a las personas detenidas que lo escuchan, y que después le sueltan sus moneditas para que siga sobreviviendo con su música.



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