Trío Tunas en la supervivencia



Diariamente arriban a La Habana, como población flotante, una serie de músicos ambulantes, trotamundos y trovadores que luchan por la supervivencia. Me encuentro con un trío que aún no tiene nombre y estaban acabaditos de llegar a la capital, así que inmediatamente los bauticé como Trío Tunas.

El trío está compuesto por dos mujeres y un hombre: Magaly Martínez Rodríguez, cantante de 42 años; Jorge Luis Manzo, guitarrista que tiene 30 años; y Yeilis Briñones, maraquera de 14 años. Ellos se arriesgaron a venir para La Habana porque dicen que el “mambo” está difícil en Las Tunas, una provincia de la zona oriental. “Allá no hay nada que hacer, –me cuenta Jorge- esas son provincias que no tienen vida musical ni vida artística. Una vez al año se hace el Festival Cucalambé, pero una vez al año hace daño, como dice una frase. Nosotros vivimos y comemos el año entero y todo ese tiempo sin hacer nada, nos mata de hambre. La música es nuestra vida y allá eso está en candela”.

El Trío Tunas toca música típica cubana, se alimenta del son de la zona donde viven, una especie de triángulo musical que domina estas tierras llamadas cariñosamente “palestinas” por el genio popular. “Tocamos música que es bien conocida por los visitantes, –dice Yeilis la maraquera- pero no es fácil colarse, hay muchos grupos tocando por esta zona. A veces debemos esperar a que desembarquen turistas en algún yate de esos gigantes que vienen a menudo”.

El trío va de plaza en plaza, se mueven en diversas zonas: el Barrio Chino de La Habana, el Paseo del Prado, el Parque Central, buscando “cazar” turistas que suelten algunas moneditas al aire. “Nuestro repertorio –explica Magaly- tenemos que ir ampliándolo porque la exigencia es muy grande. Lo mismo te piden un bolerito que una guaracha, que una rumbita. Increíblemente la música cubana camina mucho y hay gente que la conoce tanto como nosotros. La música de ‘sopa’, todo esto que hacemos, lleva su oficio, no es coser y cantar, hay que prepararse. Sabes, hay que complacer a mucha gente”.

Mientras los escuchaba cantar, algunos turistas se acercaban para entonar alguna canción con ellos porque hay gente que goza con escuchar y cantar con artistas callejeros, tirarse una foto con ellos. Me pude dar cuenta que quienes más degustan esta música son los colombianos y mexicanos, ellos sienten la música cubana como la suya propia, y adoran los ritmos nacionales, coleccionan discos de todo tipo que algunos son verdaderas rarezas musicales. “Esto nos ayuda a nosotros, – prosigue Jorge- porque muchas veces conocen canciones que no hemos escuchado y nos dedicamos a buscar esas grabaciones a como dé lugar. Vamos a Radio Progreso y la tratamos de conseguir. Hace poco me pidieron el bolero cantado por Panchito Riset: “Déjame solo”. Una dramática canción que dice: Déjame solo con mi vida/ que yo sabré curar mi herida/ déjame solo que con el tiempo/ las heridas curarán”. Y cantando la canción se marchan seguidos de algunos transeúntes divertidos.

Indiscutiblemente, los músicos callejeros adquieren conocimientos en las andanzas por la ciudad, Benny Moré se hizo poco a poco, cantando a los turistas y pasando el “cepillo”, y hoy es una de las grandes glorias de la Isla. Quizás alguno de estos músicos callejeros, algún día, puedan pararse junto al Benny en el Paseo de la Fama de Cuba.

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