Leonardo Sayas, El Flaco Purri



Alzar el vuelo o subsistir: dicotomía ancestral instalada por derecho propio, antigua como la existencia humana, al extremo de que eso que ahora mismo llamamos «migración», tuvo para muchos su motor propulsor en la célebre cópula de Eva y Adán, cuyo destierro del Edén simboliza la movilidad espacial en un acto inseparable de los seres humanos. Lo que se evidencia cuando el “ser”, atormentado por sus demonios y guiado por los ángeles que lo resguardan, decide trasladar su “estar” hacia otros horizontes por un período relativamente largo y estable en búsqueda de una mejoría sustentable. Muestra de ello en el “caimán verde”, es el traslado desde el Oriente del país a Occidente, de disímiles personas con sus cajas repletas de ilusiones, necesidades y ansiedades.

En ese empeño incansable de triunfar, llegó desde Santiago de Cuba a La Habana, la Capital de los sueños cubanos, Leonardo Sayas Castañeda, mejor identificado en el mundo artístico como El Flaco Purri. Exponente del ritmo reggae y el R&B, uno más a quien le sobra talento y le faltan oportunidades.

El Flaco Purri desde pequeño tuvo una conexión especial con la música. Su juguete preferido era un tocadiscos que le obsequió su madre al percibir su talento cuando imitaba con latas y palos cuanto ritmo escuchaba. "De esos tiempos recuerdo con mucho cariño los discos de Van Van".

Su formación profesional estuvo muy lejos de corcheas, melodías o cualquier ritmo musical. Encaminó su vida por la difícil labor de combinar cemento, ladrillo y arena. Pero como dice el dicho “cuando te toca ni aunque te quites”, el recuentro con Candiman, precursor del reggaetón en Cuba, le cambio la vida. "Yo era constructor, estuve trabajando aquí en La Habana un año en obras sociales como policlínicos y escuelas. En ese tiempo no pensaba en la música, mi vida era otra. Un día me encontré con Candiman y la conversación que tuvimos me cambió la vida, le agradezco mucho, me dio un background y me puse a componer”.

Ese fue el inicio, la plataforma para comenzar y descubrir un mundo que le apasiona. Reveló sus inquietudes de la infancia y canalizó sus aptitudes mediante la música urbana. “Me gusta explorar, tener al público activo con sus propias historias hecha canción. Prefiero utilizar la sabiduría popular y lo hago mediante la rumba, el merengue, pero lo que más me mueve es el reggae roots. Es mi género preferido, con él empecé a componer mis propios temas, a estrenarme como cantante en escenarios. Me encasillé con el reggae en español porque percibí que a la gente le gustaba”.

Sus composiciones son versátiles, tanto como su capacidad de desdoblarse en un escenario. Sus temas aluden a temáticas sociales, a desengaños y a historias de amor, todos desde una perspectiva positiva.

Hasta hoy, El Purri se preocupa por grabar muchos de sus temas, unas veces mejor, otras con menos calidad, eso en dependencia de su disponibilidad económica. Si hablamos de un disco con un concepto y trabajo de producción musical homogéneo, no podemos dejar de mencionar su obra más querida: su primer fonograma que se titula “El persistente”, y en su nombre lleva el espíritu de la perseverancia que caracteriza a este joven.

Al escuchar el disco entendí la pasión con la que Purri habla de su música. “El tiempo por ti” es uno esos temas donde puedes descubrir el alma del artista: “…ahora más que nunca, seguir con mi empeño de ser más persistente en lo que me he propuesto, ahora más que nunca, con afro proyecto pa’ que sientas más potente en este año al gran campeón… ahora si no cuelgues, no cuelgues los guantes, aunque los obstáculos te avasallen no desmayes, es un consejo sano mi amigo pa’ que no fracases...”.

Es una historia más de jóvenes talentos que buscan su espacio en medio de la incomprensión de algunos y la feliz existencia de otros, como PMU.

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