Yo me arriesgo



Erickson tiene 26 años de edad y desde los diecinueve se tomó muy en serio el mundo de la música. La academia Mariana de Gonich le dio las primeras enseñanzas, acostumbrando su voz al perfil lírico. Y aunque el muchacho se vinculó a otras agrupaciones, el deseo de crear su propio estilo lo llevó a lanzarse en solitario en un mundo musical donde prefiere la balada, pero canta y baila.

Nos sentamos a conversar con Erickson y la primera sorpresa es descubrir que su verdadero nombre es Alberto: “Alberto me parecía muy serio y menos comercial”. Acto seguido comenzamos hablar de su carrera musical donde coincidimos que marcar diferencias en estos tiempos, es algo complejo para los artistas. “Yo lo que quiero es marcar un espacio y que la gente me vea más en concierto y me vayan reconociendo. El nivel de originalidad que yo pueda tener me hará diferente del resto de la gente que hace música en estos tiempos”.

Erick como le dicen quienes lo conocen bien, camina lento, pero baila con una energía que seduce a cualquier espectador. Sonríe con picardía. Habla bajito, pero canta con una fuerza envidiable. Sólo le basta esperar su momento porque él sabe que su reconocimiento llegará. “Aprendiendo de los buenos y trabajando con buena gente creo que puedo lograr que un día, en un concierto, mucha gente cante mis temas. Yo no pierdo las esperanzas. Además, aquí nada es estático y yo creo en lo que hago”.

Todos los cantantes tienen un patrón a seguir, influencias que marcan, por eso Erickson combina movimientos y calidad vocal al mejor estilo de Marc Anthony y Ricky Martin, sus preferidos. “De Cuba me interesa mucho el trabajo que realiza Leoni Torres. Me encantaría hacer un tema con él. Es un cantante que compone lo mismo baladas que salsa, lo cual le permite ser bastante versátil en lo que hace. Cuando la gente escucha su melodía sabe que es Leoni Torres”.

Pero a pesar de sus grandes condiciones como músico, nos confiesa que tiene otros anhelos: la actuación. “Hice las pruebas de la ENA. No pude entrar, pero he hecho algunas cositas como teleplays, spot televisivos, y le agradezco mucho a la actuación, pues los músicos constantemente estamos actuando”.

No sólo le gusta cantar baladas, también le gusta componerlas y hacer fusión. “Los temas que he hecho hablan más del desamor que del amor y de ahí salen unas cuantas baladas, y hasta el momento las que he hecho han funcionado bien”. Confiesa que la balada lo deja ser él desde el punto de vista sentimental. “Lo movido me permite bailar, pero con la balada llego a la gente que prefiero escuchar, meditar. En el Delirio Habanero y los domingos en la Casa Dieciocho de Artex, el público puede ver mi trabajo, es en este lugar donde estoy más cerca de ellos”.

El joven cantante apuesta por el riesgo. Aún no tiene un audiovisual porque la situación económica no es del todo favorable, y la sociedad impone parámetros musicales y sociales que no son fáciles de seguir, pero su afán por la música no lo detiene y aunque asegura que no le preocupa mucho su imagen, revela que tampoco tiene quien lo ayude y sabe que “es algo que me hace falta”.

Su música es joven aun y él lo sabe, pero cree en el valor que puede tener e influenciar en los jóvenes, pues las letras chabacanas de otros artistas contemporáneos provocan una decadencia en la actual discografía cubana. Los deseos de trabajar siguen conquistándolo y animándolo, por eso vaticinamos que muy pronto, su nombre quizás lo pronuncien más personas, enamorados o gente con deseos de bailar al ritmo y con la melodía que nos regale.

Atrás


Comentarios   Dejar un comentario
No hay comentarios en este momento.