El renacer de Sulay



Cuando hace varios años atrás, el vehículo en el cual viajaba Sulay Londres García desde La Habana hacia Santiago de Cuba, se impactó contra otro en aparatoso accidente, la entonces joven estudiante de Logopedia y Defectología sólo quedó con conciencia para creer que su vida se iba en aquel instante, y junto con ella todo lo que más amaba: su familia, su carrera, el futuro que se había proyectado, su pasión por la música. Pero el destino quiso que aquel día no fuera el último de Sulay, pero sí el primero para que comenzara a revalorar los aspectos más esenciales de su existencia y así poder vencer la secuela de traumas físicos y sicológicos que le dejó el accidente, tal como la muerte de una amiga que le acompañaba y el sinnúmero de operaciones al que se sometió a fin de no perder su ojo izquierdo. En este proceso de recuperación y reordenamiento, tuvo a la música como inigualable acicate.

Oriunda de Guantánamo, desde muy niña Sulay se vio atrapada por la música y especialmente por el canto. Recuerda que en su niñez y adolescencia cantar le resultaba el pan de cada día, lo hacía de una forma al borde de la adicción. Asistía y actuaba prácticamente en todas las actividades que se programaban en su localidad, al punto que recibió el sobrenombre de “la cantante del pueblo”. Afirma que ello no se debió tanto a su talento como a su popularidad.

Concluidos sus estudios preuniversitarios se trasladó a La Habana e ingresó en el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona, para graduarse en la Licenciatura de Logopedia y Defectología, propósito que se tronchó eventualmente por su estado de salud producto del accidente. Decidió radicarse nuevamente en el Oriente cubano y esta vez lo hizo en Santiago, y es ahí donde conoció a su único y actual esposo, un ingeniero en Telecomunicaciones, y aficionado a la guitarra y la percusión. En Héctor Tamayo, Sulay encontró vital apoyo para reincorporarse a sus estudios universitarios y entregarse con ahínco a la música.

Ya graduada en su carrera y fusionando ambas vertientes –arte y ciencia–, Sulay descubrió lo útil que podía resultar su apego a la vida. Comenzó a componer canciones de contenido infantil con el propósito de integrarlas a un programa que apoyándose en la música, pudiera ser de beneficio a niños con afectaciones del lenguaje y con cuadros de retraso mental. Luego de poner en función de sus objetivos las primeras diez composiciones, los dividendos no tardaron en salir a flote.

Estimulada por el éxito obtenido, Sulay amplió su campo compositivo con canciones para adultos, dentro de una línea melódica que tiene su base en una salsa muy apegada al son, pero cuyas letras sin ser discursivas, tratan de reflejar muchos de los aspectos sociales que están enroscados en el diario vivir del cubano. No marginando su trabajo científico y su condición de madre de dos niñas, Sulay ya tiene a su haber diecinueve canciones registradas de las treinta y ocho que ha compuesto. La diferencia entre ambos números las perdió por falta de información sobre los trámites de registro.

El quehacer musical de esta guantanamera ha sido amplio y diverso desde su condición de artista aficionada. En Santiago cantó como solista en el Mariachi Cuba e integró el Coro Lírico Madrigalista de esa provincia. Igualmente ha participado en su carácter de compositora, en diversos festivales provinciales y nacionales, tanto los especializados en música infantil como los de géneros más abiertos. En estos eventos ha obtenidos premios, menciones y reconocimientos.

Recuerda que en un momento determinado compuso una canción dedicada a la mujer cubana que denominó “Un son para ellas”, y con la cual se dirigió a la Federación de Mujeres Cubanas en busca de apoyo para su posible grabación, pero pese a que fue bien acogida, le plantearon que la organización no poseía el presupuesto necesario para llevar a cabo su proyecto.

Tal vez este episodio motivó a Sulay a que con fondos financieros de ella y de su esposo, grabaran el único disco con el que cuenta hasta el momento. Se trata de una recopilación de sus canciones infantiles y de adultos, las cuales fueron interpretadas por la niña de once años Yennifer Calderín. Algunos de estos números han sido difundidos por CMKC, la radio provincial de Santiago de Cuba.

Su afán más determinativo en estos momentos es promover sus canciones, algo que le ha resultado tan espinoso como difícil por equis cantidad de razones, según plantea con cierto desconsuelo. Pero al mismo tiempo, demuestra férrea seguridad cuando asevera que algún día reconocidos cantantes cubanos integrarán en sus repertorios algunas de sus composiciones. “Yo renací para que mi obra naciera, y por qué no, para que me trascienda”.

Atrás


Comentarios   Dejar un comentario
No hay comentarios en este momento.