Mandefro y Raspadura, un binomio indisoluble



Por pura casualidad conocí, me atrevo a decir, a uno de los seguidores más constante y sincero del movimiento de rap underground en el país y no precisamente porque rapee en un escenario.

Me acercaba al Chico Pro y su familia para conocer los detalles de un concierto que auspiciado por PMU, este artista ranchuelero había ofrecido recientemente en la Plaza Mayor del Sandino, en la ciudad de Santa Clara, cuando para mi sorpresa me tropecé con Mandefro Pagán Rosa, un cubano de descendencia etíope y con un amor insuperable hacia el rap hecho en Cuba.

Mandefro es un joven mulato que desde el año 2008 dirige el proyecto audiovisual Raspadura, cuyo fin es recopilar toda la memoria gráfica posible del hip hop underground que se hace en miles de rincones de esta nación, hace ya varios años. Raspadura viene del término raspar duro y salió de la concepción de los 6 integrantes de este proyecto quienes se plantearon “raspar duro” en materia de rap, cuando este movimiento parecía quedar en el olvido luego de varios años en la cima.

Puramente audiovisual, el Raspadura se dedica a la realización de vídeo clips sin que medie interés o beneficio económico alguno, de este modo han sido muchos los raperos cubanos que mediante Mandefro y sus compañeros, han tenido la posibilidad de mostrar los resultados de su trabajo en una pantalla.

Afortunadamente Mandefro creció y se formó al lado de Los Aldeanos. Su temprana incursión en el rap le permitió despertar el interés por graficar lo que hacían sus amigos, de ahí que autodidactamente, innovando y equivocándose, hizo sus primeros materiales audiovisuales precisamente a esta agrupación insigne del hip hop cubano.

A partir de ese momento, todo el trabajo de Mandefro y el proyecto Raspadura se encamino solamente hacia el rap, género que siempre se ha utilizado para sacar a la luz realidades un poco duras en el oído de muchos.

Con el paso de los años, la adquisición de recursos, conocimientos y destreza en la elaboración de cada producto comunicativo y el desarrollo de la tecnología, el proyecto Raspadura se ha propuesto grandes metas como la que se empeñan alcanzar en este minuto. La realización de un documental sobre el movimiento del hip hop cubano en la década del 90 del pasado siglo es hoy materia que ocupa la mayor parte del tiempo de los integrantes de Raspadura, quienes se mueven de un lado a otro del país para contactar con los raperos de entonces, e investigar sobre el quehacer del rap en aquellos tiempos.

Mandefro y sus compañeros se han dedicado a recopilar la mayor cantidad de historias posibles sobre la fiebre del hip hop, género que según el director de Raspadura, hoy toca muchas puertas que están cerradas hace tiempo para quienes apuestan por ser críticos mediante el rap.

Esta experiencia no ha sido fácil para Raspadura, proyecto que aunque trabaja como un canal independiente y promueve el talento de los exponentes del género en general, se tropieza a menudo con trabas y situaciones desagradables que hacen que su trabajo sea más engorroso que de costumbre.

Con sólo apelar a la imaginación, cualquiera puede plantearse todas las vicisitudes y los tragos amargos que han tenido que tragar Mandefro y Raspadura para avanzar en su proyecto, pero el empeño y la pasión le han permitido sobreponerse en momentos tensos como cuando no les permitieron aprovechar la locación exacta y adecuada para grabar un vídeo clip por falta de acuerdo entre las partes implicadas.

Sin embargo, gracias a la perseverancia y al propósito de evidenciar audiovisualmente lo que para muchos fue la época de oro del hip hop en Cuba, Mandefro y su dulce Raspadura se levantan cada mañana para seguir adelante siendo un binomio indisoluble.

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