El sentir de la trova en vivo



Sumergido en la exquisitez musical y poética, anclado al amor y a las historias citadinas, Ihosvany Bernal es un talentoso trovador que con su arte y suave carisma cautiva hoy a gran parte del público capitalino que aprecia y persigue lo mejor de este género.

Graduado de Cultura Física y atraído por el mundo del deporte, este músico alterna profesiones, pues dentro de su tiempo para crear y repasar canciones, dedica una parte a impartir clases de Educación Física a los estudiantes de la universidad.

Según cuenta, su adolescencia enmarcada en los años ochenta, estuvo muy influenciada por la obra de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, al igual que por el rock de aquellos tiempos. Fue entonces que surgió su alianza imperecedera con la guitarra y fueron naciendo sus propias canciones durante el Preuniversitario y el Servicio Militar.

Luego, se convirtió en “sopero”, clásico oficio de los músicos cubanos en búsqueda de sustento económico y quizás de un golpe de suerte. Bajo este rol integró un trío y un quinteto tocando en los bares y cantinas de La Habana Vieja y adentrándose en el cancionero cubano tradicional. Esta etapa la considera crucial en su devenir como artista pues de ella conquistó la esencia de su música y la destreza con el instrumento. “Me considero un trovador de bares y más bien tengo un público itinerante, eso me gusta. Ver a las personas en su transitar o insertados en la dinámica actual de estos lugares, donde no están obligados a prestarte atención. Adoro el reto de lograr ser escuchado y que el público decida si se lleva o no una de mis frases o estribillos”.

A decir de Ihosvany, lo que aviva su música es la interacción con la gente, estar de cara a las personas es lo que más lo inspira y deleita. Es por ello que entre sus principales intereses nunca se ha hecho notar la producción de discos en estudios, pues según él se pierde esa magia que produce la complicidad del público. Por tales razones su música no está amparada por ningún sello discográfico y la parte de ella que se conoce y pasa de mano en mano, ha sido el resultado de presentaciones en vivo.

El contenido de las canciones de este trovador, sin llegar a ser hermético se caracteriza por una gran dosis de poesía que a decir de algunos, complica las letras. “Mis canciones realmente no son tan complicadas, pero podría decirse que esto tiene que ver con la escasez de recursos desde el punto de vista musical, pues no cuento con un grupo para realizar acompañamientos y arreglos instrumentales que pudieran engrandecer cada obra. Por ello quizás me regodeo más en el contenido, en su sentimiento y en la manera de plasmar su significado”.

Como temática eterna de la canción universal, este trovador también incluye el amor, pero adora “cronicar”, enfrentarse al mundo con su voz y guitarra en defensa de la sociedad en la que vive. Por ello muchas veces prefiere abordar temas tan ineludibles como la crisis de valores y el deterioro de las relaciones humanas. “A veces el compositor se da cuenta de que no todo puede hablar de amor, hay otras cosas de las que estamos obligadas a tratar en las canciones, es nuestro deber y el de todo artista”.

Más allá del éxito ante una porción del público capitalino, este incondicional trovador es consciente que no es un artista de multitudes, sin embargo sale a los escenarios con la inspiración atada a los presentes y la ilusión de que éstos siempre se lleven a casa un trozo de sus canciones.

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