Julio Rigal, aprendiendo de un maestro



Después de más de 10 años de trabajo musical independiente, Julio Rigal sigue forjando una carrera impresionante. Durante todo ese tiempo ha contado con el respeto y admiración del público y la crítica. Su habilidad de trabajar al más alto nivel en una variedad de estilos y géneros lo ha llevado a tocar con artistas de la talla de Wynton Marsalis, Emilio Veitía, Julio Montoro, Oscarito Valdés y muchos más.

Concertamos la entrevista en la iglesia María Auxiliadora, ubicada en la calle Teniente Rey, de la Habana Vieja. Para mi sorpresa el recinto espiritual contaba con un estudio de grabación equipado con los adelantos tecnológicos del momento.

Sentados en un cómodo sillón y con la música de Rigal de fondo comenzamos la conversación: “Mi madre fue la primera en notar mis aptitudes y me apuntó en un Círculo de Interés del Parque Trillo. Iniciarse en esta carrera en Cuba es bien difícil pues a los niños los van eliminando tomando en cuenta su desarrollo musical. Escogí la trompeta porque mi progenitora tenía un vinilo de Arturo Sandoval que me impresionó mucho. Su sonoridad confirmó mi interés por el instrumento y desde bien joven estoy aprendiendo de un maestro”.

“Tuve muy buena escuela de trompeta clásica y eso me ayudó a desarrollar mi técnica y destreza con la trompeta. Es muy importante contar con un buen profesor y estudiar repertorio clásico para enfocarse exclusivamente en desarrollar una técnica sólida y así tener más facilidad para tocar jazz y otros estilos”.

“También es esencial transcribir solos, tocar mucho junto a discos del tipo de música que estés estudiando, dominar la teoría y saber qué modos se usan sobre cuáles escalas. Tratar de sentir un ritmo es tomar en cuenta el espacio entre las notas. No puedes llenar todo el espacio. Cuando los espacios entre las notas son parejos, eso crea cierto swing. Muchos músicos jóvenes no le dan suficiente importancia, sólo quieren demostrar la mayor cantidad de técnica posible. A veces la técnica de tocar con espacio es más valiosa que llenar el espacio”.

“Estudié en la escuela Guillermo Tomás, de Guanabacoa. Dando mis primeros pasos integré la agrupación Joven Soul que me marcó para toda la vida. Me gusta la fusión y la experimentación sonora. La manera sistemática basada en formulas implementadas en la enseñanza por las instituciones cubanas no ayuda a la producción de una identidad definida en cada músico. Tener tu propio sonido e individualidad siempre ha sido algo complicado, pero pienso que hoy lo es más aun. Sin embargo, esto es un aspecto trascendental para un músico, especialmente uno de jazz”.

“Descubrí la música cubana tocando con bandas importantes, me encanta la timba y aprendí a amarla codeándome con los principales exponentes en nuestro país. Por la parte del jazz mis principales influencias son Roy Hargrove, Wynton Marsalis y Yissi García”.

“La música nunca va a sufrir si lo haces bien. De la misma manera que es importante rodearse de buena gente en la vida, es importante escoger a músicos que estén interesados en hacer música de buena calidad. Es agradable trabajar con personas que tienen varios intereses musicales y cuyas fronteras van más allá de un estilo en particular. Esto es muy bueno para tu creatividad y más importante aun para mantenerte motivado y con pasión para hacer buena música”.

“Cuando uno ve a músicos tocar jazz en vivo, uno ve como construyen algo que normalmente cuenta con una gran cantidad de intimidades entre los músicos. Los artistas se comunican y a veces el ‘da y quita’, o intercambio entre ellos es más importante que las notas que tocan. Es como un juego”.

“Uno no puede practicar musicalidad porque forma parte de tu conciencia y de tu entendimiento básico del espíritu. Así que la mejor manera de mejorar tu musicalidad es permanecer fiel a tus metas y gustos, es decir desarrolla y define tu propia opinión”.

“Estoy grabando mi demo en los estudios independientes Balari, dirigidos por Raúl Arabis, bajo la égida del técnico de sonido Adrien Gómez. Es bien difícil hacerlo porque uno debe financiarse todo y la vida está bien cara, las disqueras del gobierno no muestran interés porque están en quiebra y sólo producen a artistas ya establecidos. Además, si uno firma con alguna de ellas, el disco se queda estancado en Cuba y no sale al mundo, limitando la proyección y desarrollo de buenos músicos”.

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