El rap está haciendo agua en Cuba
3 de noviembre de 2014
El rap que comenzó a tomar fuerza como una fuerza alternativa ya terminado el milenio, ahora parece estar haciendo agua. La Agencia fue sacada hacia otro recinto: el cine Finlay, que está en estado de demolición en el barrio marginal de San Leopoldo, en la calle Zanja.
La revista Movimiento, del movimiento rap y la Agencia, después de once ediciones, ya no está saliendo. Y las presentaciones del movimiento están confinadas una vez al mes en un lugar casi escondido, subterráneo, en la Quinta de los Molinos, llamada La Madriguera.
Uno de los guías de los raperos, Roberto Zurbano, ha sido defenestrado por hacer declaraciones muy comprometidas sobre la negritud al periódico The New York Times, hace unos meses atrás.
Ya desde el pasado año, el teórico del rap Alejandro Zamora manifestaba: “¿Por qué defender una música que no tiene prácticamente ninguna visibilidad en el mercado discográfico cubano? ¿Por qué seguir agotando lápices y noches en la creación de canciones que luego tienen como único premio el aplauso momentáneo de audiencias enardecidas?”.
“Los grupos y cantantes raperos aparecieron por esfuerzos colectivos –especifica Pablo Herrera, impulsor de los raperos-, aunque lograron una poética oral en la lírica nacional, y merece tanto respeto como la trova, la rumba y toda la música cubana. Hay que mencionar entidades como Bajo Mundo, Grandes Ligas, El Urbano, Papo Records, El Pelón, Ulises Quiñonez, Reyes de la Calle, Explosión Suprema, Obsesión, Anónimo Consejo, EPG, Wilder”.
El rap tiene mucho que ver con los orígenes del “Hola ola” de 1996, Costa Norte, Costa Este, Grupo Uno, Yoel Pando Heredia El Pionero, Agosto Negri, Magia de Trueno, Aguilera, Mariana MC, Las Krudas, El Cartel, La Batalla de Gallos, Free Hole Negro, El Aldeano, Comisión Depuradora y sobre todo, de aquel Festival de Rap del 2004. Igualmente de los espacios emblemáticos como Parque Maceo, Parque de los Policías, La Pampa, La Chusmita de la piscina de Alamar, Las Vegas, La Piragua, entre otros. ¿Dónde fue a parar todo eso? ¿Qué ha sido de esos intérpretes y espacios raperos?
“Algunos líderes se han marchado del país –me dice Titi Antón, conocedor del mundo rapero-, el reguetón le ha estado haciendo competencia, parece una música más comercial, potable, arrastra un público femenino muy valioso. El rap era más de hombres, de gente ‘repartera’. El reguetón es más bisexual, de más divertimento, evasivo, no es tanto para pensar”. También el reguetón echó mano de un género musical cubano anterior: la llamada salsa o timba, que tiene un toque más bailable y espectacular. Seguro que algunos teóricos van a escribir algo sobre esto.
En mi búsqueda de una respuesta a mis preguntas, este reportero ha estado asistiendo a diversos ensayos de raperos. Uno de esos raperos llamado El Contino, me dijo que siguen luchando agrupaciones como La Alianza, Company Yoruba, Fusión Latina. Esto me hace suponer que no todo está perdido.
Sin embargo, y según mis indagaciones, realmente parece que todo indica que dentro del movimiento ha existido cierto ego entre algunos intérpretes. Una enfermedad que generalmente padece el mundo de los creadores: la egolatría, y que siempre termina por destruir todo a su alrededor.
Veremos a ver en qué termina esta crisis del rap, un género que actualmente hace agua en la Isla, pero que a veces reparan, le sacan algunos galones del líquido y así continúa caminando. Quizás con el rap cubano se cumpla aquello que dicen que la música es un reflejo de los hombres y los pueblos, y todo no sea más que un reflejo de nuestros tiempos.
La estudiosa Zoila Amorós escribió una vez: “Nosotros los músicos debemos ser un poco más agresivos a la hora de expresar el arte que poseemos”. Esperemos que nuestros raperos recuperen gran parte de aquella agresividad que tuvieron en los 90 y principios del milenio cuando impulsaron el movimiento y lucharon por imponerse en la escena musical cubana.
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3 de noviembre de 2014
El rap que comenzó a tomar fuerza como una fuerza alternativa ya terminado el milenio, ahora parece estar haciendo agua. La Agencia fue sacada hacia otro recinto: el cine Finlay, que está en estado de demolición en el barrio marginal de San Leopoldo, en la calle Zanja.
La revista Movimiento, del movimiento rap y la Agencia, después de once ediciones, ya no está saliendo. Y las presentaciones del movimiento están confinadas una vez al mes en un lugar casi escondido, subterráneo, en la Quinta de los Molinos, llamada La Madriguera.
Uno de los guías de los raperos, Roberto Zurbano, ha sido defenestrado por hacer declaraciones muy comprometidas sobre la negritud al periódico The New York Times, hace unos meses atrás.
Ya desde el pasado año, el teórico del rap Alejandro Zamora manifestaba: “¿Por qué defender una música que no tiene prácticamente ninguna visibilidad en el mercado discográfico cubano? ¿Por qué seguir agotando lápices y noches en la creación de canciones que luego tienen como único premio el aplauso momentáneo de audiencias enardecidas?”.
“Los grupos y cantantes raperos aparecieron por esfuerzos colectivos –especifica Pablo Herrera, impulsor de los raperos-, aunque lograron una poética oral en la lírica nacional, y merece tanto respeto como la trova, la rumba y toda la música cubana. Hay que mencionar entidades como Bajo Mundo, Grandes Ligas, El Urbano, Papo Records, El Pelón, Ulises Quiñonez, Reyes de la Calle, Explosión Suprema, Obsesión, Anónimo Consejo, EPG, Wilder”.
El rap tiene mucho que ver con los orígenes del “Hola ola” de 1996, Costa Norte, Costa Este, Grupo Uno, Yoel Pando Heredia El Pionero, Agosto Negri, Magia de Trueno, Aguilera, Mariana MC, Las Krudas, El Cartel, La Batalla de Gallos, Free Hole Negro, El Aldeano, Comisión Depuradora y sobre todo, de aquel Festival de Rap del 2004. Igualmente de los espacios emblemáticos como Parque Maceo, Parque de los Policías, La Pampa, La Chusmita de la piscina de Alamar, Las Vegas, La Piragua, entre otros. ¿Dónde fue a parar todo eso? ¿Qué ha sido de esos intérpretes y espacios raperos?
“Algunos líderes se han marchado del país –me dice Titi Antón, conocedor del mundo rapero-, el reguetón le ha estado haciendo competencia, parece una música más comercial, potable, arrastra un público femenino muy valioso. El rap era más de hombres, de gente ‘repartera’. El reguetón es más bisexual, de más divertimento, evasivo, no es tanto para pensar”. También el reguetón echó mano de un género musical cubano anterior: la llamada salsa o timba, que tiene un toque más bailable y espectacular. Seguro que algunos teóricos van a escribir algo sobre esto.
En mi búsqueda de una respuesta a mis preguntas, este reportero ha estado asistiendo a diversos ensayos de raperos. Uno de esos raperos llamado El Contino, me dijo que siguen luchando agrupaciones como La Alianza, Company Yoruba, Fusión Latina. Esto me hace suponer que no todo está perdido.
Sin embargo, y según mis indagaciones, realmente parece que todo indica que dentro del movimiento ha existido cierto ego entre algunos intérpretes. Una enfermedad que generalmente padece el mundo de los creadores: la egolatría, y que siempre termina por destruir todo a su alrededor.
Veremos a ver en qué termina esta crisis del rap, un género que actualmente hace agua en la Isla, pero que a veces reparan, le sacan algunos galones del líquido y así continúa caminando. Quizás con el rap cubano se cumpla aquello que dicen que la música es un reflejo de los hombres y los pueblos, y todo no sea más que un reflejo de nuestros tiempos.
La estudiosa Zoila Amorós escribió una vez: “Nosotros los músicos debemos ser un poco más agresivos a la hora de expresar el arte que poseemos”. Esperemos que nuestros raperos recuperen gran parte de aquella agresividad que tuvieron en los 90 y principios del milenio cuando impulsaron el movimiento y lucharon por imponerse en la escena musical cubana.
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