De la esperanza a la realidad soñada
10 de noviembre de 2014
Un grupo de jóvenes amigos deambulaba alegremente por las calles del Vedado. Al pasar frente a la discoteca Tikoa decidieron entrar. Dentro se efectuaba un concurso de karaoke y los muchachos embullaron a uno de ellos, Alejandro, a participar en el mismo. El elegido, muy aficionado al canto desde niño, no se dejó rogar mucho. Interpretó una de las canciones más reconocidas de José José: “Lo pasado, pasado”, y para sorpresa de todos ganó el primer lugar y fue premiado con una botella de ron.
Pero la historia musical de Fidel Alejando Fonseca Mastrapa comienza en su niñez. Participó activamente en todas las actividades artístico-culturales que pudo desde la Primaria hasta el Preuniversitario. Además, figuró siempre como solista en los coros que integró en esas instancias docentes.
Al terminar el Preuniversitario, Alejandro llegó a la conclusión que su afición a la música iba más allá del mero pasatiempo. Por esa razón les planteó a sus padres que cantar es lo único que quiere hacer en la vida y que estaba convencido que debía ser consecuente con tal decisión. Ambos les ofrecieron pleno apoyo, aunque su madre fue de la opinión que paralelamente al canto, debía también estudiar otra carrera como resguardo emergente para su futuro. Recibió también el respaldo incondicional de su tío Jesús quien se desempeña como arreglista de las canciones de Elbi Lora.
De acuerdo consigo mismo y con sus padres, el joven se trazó una estrategia de adiestramiento profesional y como primer paso comenzó a tomar clases de canto con un profesor particular, quien además, asumió el papel de mentor y lo encausó para que pudiera presentarse como solista en algunos sitios como La Capilla del Complejo Turístico Morro Cabaña, en la Sala Teatro La Anunciata, en el Salón Dorado del Palacio de la Revolución y en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.
Pese a no haber estudiado música y con apenas 18 años, Alejandro ha compuesto trece canciones que aún no están registradas. Hasta ahora solamente las interpreta en su círculo de familiares y amigos, pero sostiene la expectativa de que algún día puedan integrar los repertorios de cantantes profesionales para que las hagan llegar al gran público.
Este juvenil artista que tiene su zona de confort dentro del movimiento underground, nos hizo cómplice de cómo puede surgir en él la inspiración para componer canciones. A modo de ejemplo nos cuenta que se encontraba de vacaciones en la ciudad de Trinidad, montaba una volanta con un amigo y de pronto le llegó una melodía, comenzó a tararearla al tiempo que la grababa en su teléfono celular. Esa noche la escribió al llegar a la habitación del hotel donde se hospedaba.
Alejandro posee un registro de tenor ligero el cual sabe acomodar con agrado para darle vida a un amplio abanico de la llamada música romántica. Boleros, baladas, bachatas, son los géneros de su preferencia y los cuales, a la hora de interpretar, entrelaza y armoniza con un balanceado desenvolvimiento escénico.
Pero la vida no ha librado a Alejandro de enfrentase a episodios desagradables. Nos refiere, con amargura, que recientemente se presentó en una audición promovida por el cantante Pablito FG, la cual tenía como objetivo la captación de nuevos valores. Durante semanas estuvo preparándose para este evento. Al llegar su turno le preguntaron el nombre de la canción que interpretaría: “Flor pálida”. Pero más pálido y sorprendido se quedó el joven cuando sin escuchar su interpretación le contestaron que esa canción ya estaba muy gastada y que por lo tanto no podía participar en la audición. La pregunta es que si con tales experiencias se busca la captación de nuevos valores o contrariamente, de sembrar frustración entre los que quieren despegar y confían ver la oportunidad en “audiciones” como la negada a Alejandro.
Por lo expuesto anteriormente, podemos comprender el disgusto de Alejandro por la falta de oportunidades a los jóvenes, la inexistencia de concursos musicales en el país y la insuficiencia de lugares donde puedan demostrar los valores que realmente poseen. Plantea que debe haber un vuelco a toda prisa respecto a esta problemática si es que realmente se desea resolver y no simplemente aparentarlo con viejos discursos, al margen de que en el orden personal cada cual debe luchar para pasar de la esperanza a la realidad soñada.
En esa dirección, Alejandro afirma que independientemente de su anhelo de dedicarse por entero a la música, también tiene como objetivos de primer orden formar una agrupación musical donde él será la voz solista y por supuesto, seguir superándose profesionalmente.
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10 de noviembre de 2014
Un grupo de jóvenes amigos deambulaba alegremente por las calles del Vedado. Al pasar frente a la discoteca Tikoa decidieron entrar. Dentro se efectuaba un concurso de karaoke y los muchachos embullaron a uno de ellos, Alejandro, a participar en el mismo. El elegido, muy aficionado al canto desde niño, no se dejó rogar mucho. Interpretó una de las canciones más reconocidas de José José: “Lo pasado, pasado”, y para sorpresa de todos ganó el primer lugar y fue premiado con una botella de ron.
Pero la historia musical de Fidel Alejando Fonseca Mastrapa comienza en su niñez. Participó activamente en todas las actividades artístico-culturales que pudo desde la Primaria hasta el Preuniversitario. Además, figuró siempre como solista en los coros que integró en esas instancias docentes.
Al terminar el Preuniversitario, Alejandro llegó a la conclusión que su afición a la música iba más allá del mero pasatiempo. Por esa razón les planteó a sus padres que cantar es lo único que quiere hacer en la vida y que estaba convencido que debía ser consecuente con tal decisión. Ambos les ofrecieron pleno apoyo, aunque su madre fue de la opinión que paralelamente al canto, debía también estudiar otra carrera como resguardo emergente para su futuro. Recibió también el respaldo incondicional de su tío Jesús quien se desempeña como arreglista de las canciones de Elbi Lora.
De acuerdo consigo mismo y con sus padres, el joven se trazó una estrategia de adiestramiento profesional y como primer paso comenzó a tomar clases de canto con un profesor particular, quien además, asumió el papel de mentor y lo encausó para que pudiera presentarse como solista en algunos sitios como La Capilla del Complejo Turístico Morro Cabaña, en la Sala Teatro La Anunciata, en el Salón Dorado del Palacio de la Revolución y en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.
Pese a no haber estudiado música y con apenas 18 años, Alejandro ha compuesto trece canciones que aún no están registradas. Hasta ahora solamente las interpreta en su círculo de familiares y amigos, pero sostiene la expectativa de que algún día puedan integrar los repertorios de cantantes profesionales para que las hagan llegar al gran público.
Este juvenil artista que tiene su zona de confort dentro del movimiento underground, nos hizo cómplice de cómo puede surgir en él la inspiración para componer canciones. A modo de ejemplo nos cuenta que se encontraba de vacaciones en la ciudad de Trinidad, montaba una volanta con un amigo y de pronto le llegó una melodía, comenzó a tararearla al tiempo que la grababa en su teléfono celular. Esa noche la escribió al llegar a la habitación del hotel donde se hospedaba.
Alejandro posee un registro de tenor ligero el cual sabe acomodar con agrado para darle vida a un amplio abanico de la llamada música romántica. Boleros, baladas, bachatas, son los géneros de su preferencia y los cuales, a la hora de interpretar, entrelaza y armoniza con un balanceado desenvolvimiento escénico.
Pero la vida no ha librado a Alejandro de enfrentase a episodios desagradables. Nos refiere, con amargura, que recientemente se presentó en una audición promovida por el cantante Pablito FG, la cual tenía como objetivo la captación de nuevos valores. Durante semanas estuvo preparándose para este evento. Al llegar su turno le preguntaron el nombre de la canción que interpretaría: “Flor pálida”. Pero más pálido y sorprendido se quedó el joven cuando sin escuchar su interpretación le contestaron que esa canción ya estaba muy gastada y que por lo tanto no podía participar en la audición. La pregunta es que si con tales experiencias se busca la captación de nuevos valores o contrariamente, de sembrar frustración entre los que quieren despegar y confían ver la oportunidad en “audiciones” como la negada a Alejandro.
Por lo expuesto anteriormente, podemos comprender el disgusto de Alejandro por la falta de oportunidades a los jóvenes, la inexistencia de concursos musicales en el país y la insuficiencia de lugares donde puedan demostrar los valores que realmente poseen. Plantea que debe haber un vuelco a toda prisa respecto a esta problemática si es que realmente se desea resolver y no simplemente aparentarlo con viejos discursos, al margen de que en el orden personal cada cual debe luchar para pasar de la esperanza a la realidad soñada.
En esa dirección, Alejandro afirma que independientemente de su anhelo de dedicarse por entero a la música, también tiene como objetivos de primer orden formar una agrupación musical donde él será la voz solista y por supuesto, seguir superándose profesionalmente.
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