Fue una vieja guitarra rusa



En sepia comienza esta historia. El sabor de la carne enlatada hartaba al paladar, Dora la exploradora no existía y Cheburashka se apoderaba de la pantalla infantil. En alguna casa cubana un adolescente decidía dedicarse a la adultez y finalizaba el ritual rasgueando las últimas notas en una guitarra rusa. Veinte años más tarde, un anciano la rescataría arrimada a una antigua casa y olvidada entre los escombros de una construcción. El destino la ponía esta vez en las rudas manos de un abuelo maestro de carpintería que se empeñaría en arreglarla para su nieto.

Rubén Cabrera Miranda, nacido en La Habana a los 18 días del mes de abril de 1993, natural del Cerro, en el reparto Martí, es un joven estudiante universitario de estatura media, tez blanca, ojos pardos y rizos negros. Rubén vive con sus abuelos y de la mano de ellos recibió un día un presente que cambiaría su vida: la vieja y desdentada guitarra rusa con la que principiaría sus acordes.

Su interés por la música comenzó en el tecnológico “…empecé a ver a la gente tocar guitarra y nos reuníamos en el patio a cantar, se creaba un ambiente muy interesante que además atraía más a las muchachas (…) fue algo más por embullo que otra cosa”. Sin embargo, es hoy un rasgo más de su personalidad. “Tengo la costumbre de levantarme bien temprano para empezar el día, salir a leer fuera y tocar la guitarra siempre antes de salir de casa”. Así inicia sus mañanas, entre acordes y lecturas, y aunque lo veamos andar cabizbajo, con la vista clavada en el piso, es un apasionado adicto a la vida que disfruta con alegría del arte y del tiempo junto a sus amigos y pareja. “Creo que soy una persona alegre, muy optimista, sociable. Me gusta mucho el arte en todas sus vertientes, me gusta la originalidad tanto en las personas como en las cosas. Creo tener la virtud de la paciencia ya que hay que saber el momento adecuado para cada cosa. Tengo el defecto de ir de un extremo a otro: puedo ser en extremo tolerante o muy irritable. Hace siete meses estoy enfrascado en una relación que junto a la música y al estudio, me roba gran parte del tiempo”.

Su amor por la música deviene en compromiso social tal vez como un efecto colateral de consumir grandes dosis de trova o por su empeño en conservar las características que distinguen a su grupo de pertenencia “Siempre toco las canciones de la novísima trova, es la tendencia de la música comprometida a la que me afilio, aunque mis primeras influencias fueron del rock americano. El ambiente social en que me desarrollo dentro del barrio es un poco delicado. He crecido en una localidad donde aflora la ignorancia dadas las carencias económicas y culturales de las personas que la habitan. Esto lo equilibro con la universidad que es mi otra realidad, en la que me desenvuelvo entre jóvenes inteligentes, tolerantes, con ideas frescas, y siempre con deseos de querer o de creer que podemos cambiarlo todo. Le agradezco a mi realidad por darme tantas razones para afiliarme a la música comprometida”.

No obstante su musa lo atrae hacia lo instrumental. De su autoría tiene varios de estos temas a medio terminar, esperando por cierres y finales que no llegan. Mientras, sin lugar fijo al cual presentarse, ofrece sus interpretaciones al público diverso y dispuesto: “…mi música no está dedicada a alguien específicamente, es para quien se tome el tiempo de escucharla, (…) acepto ir a todo lugar en el cual no haya más espacio que para la música. Por ejemplo me he presentado en la peña de Eduardo Sosa, en la Casa del ALBA Cultural”.

A pesar de lo que él califica como “situación ambigua en Cuba con respecto a la música”, donde “surgen artistas con propuestas originales que no reciben todo el apoyo de los medios de difusión ya que estos desvían su atención a otras propuestas que no transmiten los valores deseados para mejorar nuestra sociedad…”, sumadas las evidentes dificultades para la adquisición de instrumentos de calidad, Rubén se siente privilegiado pues cuenta con lo fundamental: el apoyo de su novia, amigos y familiares.

Y si Usted es de los que confía en el poder de la música para trascender y cambiar destinos, dele una oportunidad a este joven y recuerde, que como muchos, comenzó rasgueando una vieja guitarra rusa.

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