¿Límites reales de una cultura underground? Retos de PMU



Afrontar los numerosos criterios sobre lo underground ha sido uno de los principales retos en el trabajo de PMU, pues el discurso de los medios de difusión ha encasillado en este nivel al reggaetón, el rap y el rock que se hace con limitaciones de cualquier índole. La escasez de recursos técnicos y las letras poco poéticas con dobles sentidos, en algunos casos muy directos, son los criterios fundamentales que sostienen los que hacen radio y televisión para definir lo underground.

Por esa razón al acercarme a determinados artistas para hacerles entrevistas, muchos esgrimen no pertenecer a este movimiento denotando así su incomprensión acerca de todo lo que ello implica. En ese sentido, PMU ha venido trabajando arduamente, sobre todo al combinar con la limitada promoción, la libertad y sinceridad en el proceso creativo que debe definir a lo underground, independientemente del género musical que se haga, pero todavía hay que insistir en ello.

De hecho hace algunos días observaba un programa televisivo muy popular en la Isla llamado “Clip.cu” y me percataba de otras insatisfacciones que tengo con respecto al lenguaje oficial sobre la música que se hace en nuestro país. Una personalidad muy respetada en estos asuntos, Tony Pinelli, explicaba acerca de las letras, la popularidad y los cambios en la producción musical que se han experimentado en Cuba desde mediados del siglo XX hasta la fecha. Para referirse a la música que no llegaba a los medios de difusión masiva, utilizó la frase: cultura underground. Comentaba que era “aquella que subyace o permanece de cierta forma oculta a la mayoría de las personas”. Sin embargo, esa combinación de palabras me resultó controvertida.

Cuando el término cultura viene con apellido, y pasa muy a menudo, por lo general la intención es restringir el significado de una categoría tan abarcadora como esta. En lo referente al adjetivo underground, las consideraciones podrían ser numerosas. Bien se entendería entonces como cultura underground aquella que no pertenece a la cultura oficial y así se establecen diferencias marcadas entre una y otra, o entre lo que se quiere desde arriba y lo que existe realmente. También está la variante que define a la cultura underground como aquella que no es de dominio público y por tanto permanece de cierta forma escondida a la mayoría de las personas, aunque no necesariamente vaya en contra de la oficial. De cualquier manera, no queda muy clara la intención.

A mi juicio, y obviando otras muchas variantes interpretativas, el término cultura no debe ser excluyente. Pese a las numerosas definiciones sobre contracultura, subcultura, etc., que por lo general son empleadas para diferenciar las tendencias oficiales de las alternativas, me gusta más emplear el término cultura desde su acepción antropológica como el conjunto de elementos que definen a determinado grupo humano, porque es mucho más abarcador y menos discriminatorio. Y en tanto la música forma parte de esos elementos y en especial la música underground que sale desde los estratos menos poderosos y por ende muy legítima, es sumamente importante que se conciba a ella no sólo como parte integrante, sino también transformadora de la cultura.

En ese orden de cosas, el proyecto PMU ha echado a andar un camino poco o nada transitado por las entidades culturales instituidas. En su labor de dar a conocer componentes de la cultura cubana que permanecen ocultos, subyacentes e incomprendidos, hacen pensar en si son reales o no los límites, e incluso la existencia misma de una cultura underground. O si ese no es más que un apellido diferenciador de los medios oficiales que en ocasiones se puede tornar o interpretar peyorativamente por la mayoría de las personas.

Por eso el compromiso que tiene hoy PMU y sus colaboradores tanto con los músicos underground como con el público que los sigue, es cada vez mayor. Tenemos ante nosotros el deber de comunicar y educar, de aprovechar la mayor cantidad de espacios y dar a conocer en primera instancia la razón de ser del proyecto y lo que pretende. El trecho puede resultar intimidante, pero ya hemos visto los primeros frutos con los boletines impresos y digitales, y el interés de muchos en recibirlos constantemente. No obstante, hay que insistir en el aspecto conceptual. Quizá ese sea nuestro mayor reto: trasmitir la verdadera esencia del movimiento musical underground como declaración imprescindible y sincera de la cultura cubana.

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