Largo Camino hacia el metal



“No importan los instrumentos ni los estudios académicos que tengas, sino el interés, la dedicación y el esfuerzo que pongas en lograr tu meta. (…) Mi proyecto inmediato es hacer un disco que se va a llamar Largo Camino. La idea de este disco es que marque el principio del camino a recorrer”.

¿Cuáles son las coordenadas? ¿Dónde se unen la X y la Y para señalar el inicio de este recorrido? Tal vez, sin conciencia exacta de ello, dio el primer paso a los seis años cuando jugaba con el abuelo a sacarle algunos acordes a una vieja guitarra acústica. Quizás desde mucho antes la herencia había hecho su parte y ya desde su nacimiento -un día tres de diciembre- contaba con la aptitudes para dejarse llevar y trabajar en pos de su sueño: “ser un guitarrista profesional”.

Marco Rodríguez Espinosa, natural de San Juan y Martínez en Pinar del Río, y actual vecino del Cerro, nos confiesa que: “la inclinación por la música ha de venirme por la sangre, pues mi abuelo toca la guitarra, le gustan las rancheras y la música campesina. A mí, sin embargo, siempre me movió la música dura”.

“La música que toco va desde el heavy metal, metal, metalcore, death metal, pop-core, pop-rock, pero sigo abierto a nuevas experiencias. Toco la guitarra y el bajo, pero me inclino más hacia la primera”.

Aquello que comenzó involucrando a la música en un juego infantil, evolucionaría como hobby y poco a poco iría madurando junto a Marco, definiéndose como su forma de vida. Así nos relata el trayecto recorrido hasta el momento: “Cuando entré a la secundaria, me metí de lleno a crear un proyecto de pop rock inspirado en la agrupación Maná. Formamos una banda que en aquel momento estaba integrada por una batería, una guitarra acompañante, un bajo, el vocalista y yo como guitarra líder. Fue algo inmaduro que duró sólo dos años. Al desintegrarse quedamos el bajista, la guitarra acompañante y yo, los tres teníamos una idea clara: crear una banda de metal. (…) No fue fácil, el bajista se fue para los Estados Unidos y tuve que comenzar a buscar nuevos integrantes. Hoy, luego de mucho trabajo, tenemos un grupo de músicos estables. A este nuevo proyecto lo hemos bautizado como Steel Hawk”.

Así como nació Steel Hawk, una agrupación joven que a diario trata de librar varias batallas: hallar un local de ensayo, gestionarse las presentaciones que aún tienden a cero, encargarse de los asuntos necesarios para poder grabar, entre otros. Y el tiempo va pasando, pero Marco no se amilana, continúa componiendo y montando algunos temas instrumentales, como “Deception”, un tema que fue interrumpido por un blackout en una noche de ensayo “cuando la banda estaba más que en éxtasis”.

El camino de Marco además de largo, ha estado minado de incomprensiones: “…este estilo de vida me ha obligado a enfrentar personas prejuiciosas que por falta de conocimientos y de tolerancia, juzgan sin conocer”. Pero todos los sentimientos de furia, ira y frustración que cada obstáculo provoca, se convierten en material a expresar mediante la música.

Su posición con respecto al futuro de la música en Cuba y del género metal en específico, es optimista. “Si obviamos el reggaetón y los que cantan usando solamente su apariencia física, creo que el movimiento cultural se está desarrollando a un nivel muy interesante ya que cada vez se oye más metal. Y claro, imprescindibles como Van Van, la nueva y la vieja trova que son incuestionables”.

“Mi barrio se desenvuelve en una situación social muy delicada, en la que musicalmente hablando, sólo se escucha rumba y reggaetón. En la escuela tengo mi piquete que todos son frikis y la mayoría oyen metal”. Y así, con todas sus fuerzas, tomando de su entorno social sólo lo que le acomoda, Marco seguirá construyendo su propio camino, hacia el metal.

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