El derecho a ser underground (Final)



Entre los aspectos a tener en cuenta para defender el derecho de los raperos y otros músicos cubanos a ser considerados underground está el ejercicio de la crítica social, que aunque algunos no quieran reconocerlo, une a los poetas urbanos de hoy mediante un hilo de pensamiento consecuente con los más radicales trovadores de las décadas del 60-70 del pasado siglo.

Vendarse los ojos ante tal realidad es restarle autenticidad a la cultura alternativa, a su existencia y negarle espacios en las políticas culturales de la nación, que han ganado como expresión genuina de la sociedad que los cubanos hemos construido o destruido en las últimas décadas.

De alguna nefasta manera los verdaderos enemigos del proyecto social cubano (burócratas, pseudorevolucionarios, extremistas de izquierda y de derecha, ladrones de cuello blanco, etc.) han creado a lo largo de todos estos años un mecanismo de autodefensa que excluye la crítica a su quehacer y por tanto satanizan también a todo aquel que intente hacerlo de cualquier forma otorgándoles el calificativo de oposición política, a lo que no escapa la cultura hip hop, que no es más que el verdadero termómetro y vitrina de las realidades políticas, económicas y sociales del país.

La comprensión de este fenómeno con todas sus aristas y vertientes, sea cual fuere el prisma filosófico por el que se mire, es obligatoria para entender las causas del surgimiento y desarrollo del movimiento underground en Cuba y de las posiciones que asumen sus integrantes.

Todos los esfuerzos oficiales por poner término al movimiento underground cubano, o integrar sus miembros a las filas institucionales, han sido en vano. En primer lugar, porque hasta hoy los funcionarios encargados del asunto no han sido capaces de reconocer las diferencias que los independizan y al mismo tiempo los hacen coincidir en el deseo de contar con una sociedad mejor.

La convocatoria a la sexta edición del Festival Puños Arriba 2015 trae a la memoria la declaración de principios del movimiento underground cubano y en especial de los raperos que se dio a conocer cuando directivos institucionales intentaron sabotear y evitar la realización del anterior encuentro. Lamentablemente ningún medio de prensa de la Isla se dio por enterado del contenido de ese documento que es una muestra de la esencia ética, artística, filosófica y por qué no revolucionaria del hip hop cubano.

Luego de varios días de infructuosos debates y absurdas justificaciones se llegaron a acuerdos de ambas partes y el Festival se pudo realizar. Quiénes tuvieron la oportunidad de asistir a la carpa del Circo Nacional que lo acogió en la rotonda de Quinta Avenida en el municipio de Playa en La Habana, pudo apreciar que más que un evento competitivo resumen se celebraba una victoria, la certeza de hacer prevalecer un derecho: el derecho a ser underground.

El problema no está en ganar o perder, en convencer o no, en festejar o no, en prevalecer o no. El asunto está en que los funcionarios de la cultura nacional, de una vez por todas, acaben de reconocer el derecho a existir del movimiento underground cubano, el derecho integrarse como parte real a la cultura hip hop. Pero para ello hace falta mucho más que sentido común o una directiva oficial, es necesario mostrar voluntad real, cambiar mentes y estilos de trabajo, conceptos y por desgracia todavía no se vislumbra luz al final del túnel cuando de ese tema se trata.

Otras muchas batallas quedan por librar en ese sentido. Por ahora queda claro que la cultura hip hop cubana no se dejará arrebatar jamás el derecho a ser underground. Mucha y buena savia joven seguirá alzando sus puños para defenderlo.

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Comentarios   Dejar un comentario
tato
22 de diciembre, 2014 10:57 am (GMT-5:00)
Solo una palabra EXCELENTE. Ojalá que esas verdades lleguen a todos en la Isla