La perseverancia de los underground



Revisando los documentos y los estudios hechos relacionados con el reguetón y el arte underground en general, me preguntaba: ¿Hay un estatus social en manifestarse como artista underground? En realidad los artistas se afirman, en buena medida, con algo que le es consustancial en ellos: su rebeldía, su manera de proyectarse, de manifestarse con el espíritu contestatario, contra su tiempo, hasta contra sus padres.

El titán de la cultura europea, Wolfang Goethe, decía: “Quiere el artista censura/ vive gozando en la resistencia/ quiere imponerse en su lucha/”.

Los griot africanos son rebeldes; igual lo fueron los aedos, bardos y rapsodas de la antigua Grecia, los poetas, trovadores y juglares de la Edad Media. Los artistas siempre fueron desheredados de fortuna, desarraigados que vendían sus poemas al mejor postor, eran sinónimo de sofistas independizados del Estado –herederos directos de los poetas de la época de la tiranía-, estaban continuamente peregrinando, llevaban una existencia irregular, desligado de toda clase.

Platón atacaba toda novedad, se oponía a los iconoclastas, pero los poetas no siempre querían el cantar heroico de los príncipes y nobles. No querían seguir lo arcaico de la nobleza en las casas señoriales. Más adelante, basta leer la Francia de Diderot, la Inglaterra de Samuel Johnson y la Alemania de Goethe, esas sociedades estaban cubiertas de una red de comunicación tan densa como la nuestra.

La información se manejaba como chisme sabroso (feville volante), hoja escandalosa de difamación. Se sabía lo que sucedía entre bastidores, lo que no se sabía se inventaba. El comadreo era superior a los diarios, burlaban a los policías, los soplones y espías. Las canciones servían como hoy se hace con el rap y el reguetón, se pasaban de boca en boca y al final no se podía determinar de dónde había salido. Cuando se buscaba el hilo de sus orígenes, la cola era interminable. Por ejemplo, cuando una melodía atacaba al rey o a sus ministros en 1749, se encomendaba a la policía que atrapara al autor, pero nunca daban con el verdadero autor.

Hago esta trayectoria para que tengamos una idea de que hay un estatus social en manifestarse underground. Si nos situamos en la actualidad, el mismísimo especialista y crítico de arte Rufo Caballero decía: “Pude encontrar en el reguetón razones válidas. Debo confesar que me parece bien. Por ejemplo, el trabajo que hacen muchos reguetoneros como Gente de Zona y otros más underground que hablan de barrios humildes. Ellos dicen: ‘Tienes que aprender a relacionarte con la gente y aprender a relacionarte con la gente, y tener presente que nosotros mismos somos la gente’”. A Rufo eso le pareció muy bello y hermoso. “Es más, me conmueve. Ahora mismo los puristas me colgaron en la lista negra, pero qué pena, me parece tremendo que estos jóvenes le canten a su gente. Perdonen censores en nombre del buen gusto, de la alta cultura, pero esto me parece hermoso”.

Como hemos visto hasta ahora, existe un estatus social en manifestarse como un artista underground, la gente está unida en ese estatus de lucha, en busca de la esencia de las flores, usando palabras del maestro José Martí.

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