Popularidad y elitismo ¿pueden coexistir?



La imparcialidad ha sido el principio autoimpuesto en mis escritos para PMU. Me obligo, desde una filosofía de la tolerancia, a aceptar cualquier postura musical sin que intervenga el ruido de algunas preferencias personales. Sin embargo, no puedo liberarme de hacerme ciertas preguntas. Por ejemplo, ¿sigue siendo el reggaetón un género underground? Porque en la cotidianeidad se subvierte lo que para muchos es una verdad como una casa.

El reggaetón se ha apoderado de los espacios públicos. Llegó para quedarse. Es inevitable. En las zonas turísticas se escucha reggaetón, en los ómnibus, en las fiestas del CDR, en la televisión, en la radio, en los círculos infantiles, en los hospitales... ¿Es underground? ¿De verdad? El género es indiscutiblemente muy popular, pero al hacer matemáticas tenemos que la cuota a pagar para asistir a un concierto de reggaetón equivale a más de 1/4 del salario básico del cubano promedio. ¿Popularidad y elitismo pueden coexistir? Pareciera que en el surrealismo de la Cuba actual, sí.

“Hasta ahora yo me dedico a la música, pero ella no se dedica a mí”, dice Asleis Avilés un joven de 21 años, natural de Arroyo Naranjo. A este chico le fascina el reggaetón puertorriqueño. Daddy Yankee, Don Omar y Baby Lores son su ejemplo a seguir en el panorama musical y utiliza en lugar de refranes, fragmentos de las canciones de El Micha salpicadas en sus conversaciones. Se pudiera decir que respira reggaetón. En consecuencia se muestra susceptible a la crítica “malintencionada” –según él- y defiende este género a capa y espada tratando de mantener una postura realista. “Por negligencia de muchas personas que se creen cantantes de reggaetón, el género ha decaído y caído en el facilismo. Por fama barata y dinero de gente sin verdadero talento. Mientras que hay otras personas que sí tienen talento y no pueden desarrollarse”.

Y volvemos de nuevo al punto donde un género que al menos en Cuba, nació y se acunó en los barrios más humildes y marginales del país, y desde allí se fue extendiendo viralmente hasta hacerse popular a pesar de las numerosas críticas negativas. Hoy se ha convertido en una asociación especuladora a la que muy pocos artistas jóvenes interesados tienen acceso. Así lo expresa Asleis, o el Chico del Talento como lo nombran sus allegados: “No existen espacios para presentarse ni oportunidades para superarse, y de esa forma poder levantar el prestigio de un género que por malos intérpretes lo han vilipendiado. El primer obstáculo que se nos ha presentado es nuestra situación económica; el segundo, la falta de recursos y de condiciones, ya que malamente tenemos una computadora; tercero, la falta de apoyo institucional; y cuarto, el costo de los estudios callejeros que son en los que podemos grabar nosotros. Pero bueno, la pincha es seguir componiendo, ensayando las canciones, puliéndolas”.

Y es que los artistas de la farándula ya no son los mismos que defienden este género desde la comunidad. Ahora son los que cobran precios exagerados a la audiencia y se presentan en lugares cada vez más caros.

La realidad cubana cuenta otra historia: ni la salsa, ni el reggaetón, ni el rap, ni el hip hop son géneros del underground. Simplemente hay personas que defienden este tipo de música desde clases sociales diferentes. Algunos como Asleis, menos favorecidos que se aferran a sus sueños de “ser alguien”, de “que se reconozca su música”, de “poder llevarla a otro nivel y que se vuelva algo más que un hobby”. Componiendo a pesar de temas que vienen a la mente de “fly al quécher” (aquí cita a El Micha), regalando sus trabajos a los amigos y familiares porque ellos representan su mayor fuente de inspiración. Cacharreando FL Studios en una computadora destartalada, nutriéndose del arte de sus contemporáneos: los artistas del patio. Y como el mismo dice: “saliendo pa’ la calle ya sea con mucho, poco o sin dinero. Haciendo de todo un poco porque las circunstancias me obligan. Con el calor, el sacrificio, los desvelos y el apoyo incondicional de mi familia, y la oreja dispuesta para que la crítica bien intencionada siempre sea bienvenida”.

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