Sueños grandes, grandes conquistas



Existen muchas agrupaciones musicales en Cuba que nos deleitan con su entrega ilimitada a la música popular bailable. Sobran los ejemplos que pudieran citarse. Pero estos artistas expertos en ganarse un espacio en los hogares y tradiciones cubanas, tuvieron que transitar un largo camino para darse a conocer. Es el mismo sendero que actualmente recorre Hansel El Musicalísimo, quien, sueño arriba, incursiona con talento en el apasionante y rítmico mundo de la timba, no obstante a las dificultades que se ve obligado a enfrentar día a día por los innumerables escollos organizativos que detentan el sistema artístico de nuestro país.

Admirador de destacadas agrupaciones como La Charanga Habanera y el grupo Los Cuatro, este cultivador del género, Hansel Vázquez, nos despeja su sobrenombre: “Musicalísimo porque veo que la palabra encierra el concepto de experimentar la perfecta combinación entre letra, ritmo e instrumentos”. Es preciso a la hora de definir la timba: “es un ritmo que salpica alegría a diestra y siniestra”.

Con sólo 18 años, Hansel proyecta una sólida madurez física y mental. A primera vista suele dar la apariencia de alguien insensible, pero rápidamente su forma de ser desacredita esa imagen. Se considera a sí mismo alegre, tímido en ocasiones y desprecia la hipocresía. Su principal razón de ser es la música. Sin rasgos de petulancia, asegura que es un compositor beneficiado por el buen gusto, amplia imaginación y sobre todo con la capacidad de escribir canciones una y otra vez sin que se agote la creatividad que lo identifica. “En la secundaria empecé a componer dentro de una línea que variaba entre la balada y la timba. Luego, pasé un tiempo sin escribir absolutamente nada hasta volver a retornar definitivamente con la firme convicción de seguir componiendo dentro del ritmo de la timba e interpretarla como solista”. Y reitera con más pasión: “la timba es un ritmo que salpica, salpica y te llena de alegría de los pies hasta la cabeza”.

Como autor de las canciones que interpreta deja claro que tiene sus preferencias, esto lo evidencia su selección personal al tratarse de espectáculos en los cuales las escoge muy específicamente. “Siempre que es un show de corta duración están presentes mis especiales, así es como llamo a mis tres canciones preferidas: ‘Yo no te pido’, ‘No dudes’ y ‘Yo te canto’. Estas se destacan porque son las letras donde combino el amor con una fuerte dosis de contenido social. Son especies de crónicas, historias con las que muchos se pueden identificar”.

Afirma que en cada composición hay un pedazo de historia personal en la que pone al descubierto sus sentimientos más personales dentro del contexto social que le ha tocado vivir. “Son sencillamente mis vivencias más íntimas hechas canciones. En ellas dan vueltas todo tipo de situaciones, tanto las agradables, como otras que me han herido y me han marcado, pero todas quedan ahí clavadas y se convierten en mi fuente de inspiración”.

“Realmente mi gran compromiso es con la música, pero no me puedo deslindar de los mil y un obstáculos que se anteponen para abrirme paso en este mundo donde por cada oportunidad surgen diez mil frenos burocráticos, fundamentalmente para artistas jóvenes que como yo carecemos de recursos económicos y de relaciones con personas que pueden darte el visto bueno aunque no tengas talento”.

Hasta los más célebres músicos tienen reveses que contar, es una de las cosas que nos convierte en seres humanos. Este muchacho sabe enfrentar las distintas etapas de la vida con más fortaleza cada vez, cuando de tropiezos se trata. “No le niego que ambiciono la fama, pero no la fama que hinche tanto mis bolsillos como la que haga realidad ese sueño que arrastro desde niño de demostrarme y demostrar que soy artista. Por eso actúo donde me lo pidan aunque sea yo quien pierda económicamente”.

“A veces que un concierto no salga bien tiene sus consecuencias, pero no siempre depende de la calidad del artista. Pueden fallar los equipos algo deteriorados, mal reparados, un apagón imprevisto, muy característico de nuestro país, y la correspondiente cancelación del evento soñado hasta Dios sabe cuándo. De ser todo lo contrario. Deberíamos felicitarnos todos los que hacemos posibles que estos espectáculos resulten positivos, luego de lograr presentaciones sin papeles oficiales y encontrar personas dispuestas a ayudarnos. A veces ha sucedido que tu propio representante te abandona quedándose con todo y ya te puedes imaginar de lo que te dan ganas. Pero las malas experiencias se apartan y se trazan entonces nuevas metas. Los cubanos somos luchadores y emprendedores a pesar de los impedimentos, no por ellos dejaremos de luchar por los grandes sueños y las grandes conquistas”.

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