¿Quién tiene la culpa?



No es ¿quién tiró la tiza?, porque en este caso no fue el “negro ese” como dice la canción, sino ¿quién tiene la culpa? Para ser sincera no sé qué pensar, me entristece tanto recordar los viejos y buenos tiempos del rap en Alamar, tener que aceptar obligatoriamente que se hayan muerto aquellos festivales en el Anfiteatro de este barrio conocido en el lenguaje callejero como “la mata del rap”. Para quien tuvo la oportunidad de asistir alguna vez a uno de estos eventos, saben de qué hablo. Los que no, lamento mucho no puedan recapitular al menos una noche de intenso hip hop underground.

El anfiteatro de Alamar se convirtió desde los años 90 en el espacio fundamental donde se desarrollaron los primeros festivales de rap. Si bien era una construcción bastante humilde y de escasa infraestructura, aquellos días de hip hop lograban amontonar a más de 200 personas. La realidad fue que este lugar llegó a convertirse en la única oportunidad para la mayoría de los raperos cubanos, de poder presentar cada año su música al público seguidor.

Recuerdo que con sólo 12 años sentía la necesidad de asistir a las presentaciones que allí se efectuaban. Me causaba impresión el intercambio cultural que se lograba realizar con raperos internacionales a pesar de la falta de recursos y apoyo institucional. Desde este momento comenzó mi inclinación por esta música. Me percaté de la sinceridad, la humildad, el desinterés y la firmeza que dejaban ver cada una de los artistas que se paraban sobre el escenario a rimar sobre fuertes backgrounds.

Si bien nos percatamos, podemos deducir entonces que el hip hop en la Isla decidió tomar fuerzas en pleno Período Especial, época en que la sociedad cubana comenzaba a experimentar momentos muy difíciles y precarios. Pero así es, el movimiento underground se empeña en crecerse ante lo peor y así ha sucedido hasta la actualidad.

Pero como bien dice el dicho: lo que sucede, conviene, o simplemente es por algo. Todas estas necesidades por las que fuimos transitando los cubanos nos hicieron fuertes e incluso un poco libres. Esta situación nos quitó la venda de los ojos y permitió ver claramente la realidad en la que estábamos viviendo, la decadencia, miseria humana y corrupción vigente en nuestras calles. Inconvenientes que se tornaban ausentes para la mayoría de la población cubana. A pesar de algunos logros como la salud y la educación “gratuita”, se dieron por inadvertidos el resto de los problemas que acosaban a nuestra sociedad, lo que se convirtió en el pie forzado para los raperos del movimiento de hip hop underground cubano, quienes se basaron fundamentalmente en expresar de forma directa y sin miedo, las dificultades que agobiaban a la mayoría de los barrios del país, entre ellos Alamar.

Fue evidente que la cultura tuvo mayor expansión en los sectores más pobres del país donde se comenzaban a percibir semejanzas al modo de vestir que tenían los raperos en Estados Unidos, donde nació esta forma de hacer música.

Quienes apostaron por defender el rap y criticar lo que veían mal abiertamente, fueron y son víctimas de injustas censuras, y sabemos todo lo que engloba ser censurado para un artista defensor de este género. Hablar de la pobreza, desigualdades sociales, discriminación racial y todo un conjunto de problemáticas de las que nadie se atrevía mencionar frente a una multitud, fue el gran papel que ejercieron los raperos en el primer Festival de Rap en Alamar (1995), convirtiéndose hasta el día de hoy en la acción principal que ejercen muchos de ellos.

Fueron estos los inicios del hip hop en nuestra Isla y es por esta razón que me molesta la desaparición de este evento en el sitio que fue nombrado la cuna del rap cubano. ¿Quién tiene la culpa? Que pregunta tan abarcadora, ¿verdad? Lo que sí puedo asegurarles es que el hip hop contestatario cubano no tiene la culpa de nada, así que mejor continuemos apoyando en el presente, a esos artistas que tienen un compromiso con nuestra sociedad y nos hacen vibrar con sus presentaciones y temas.

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