La edad de los undergrounds. I Parte



Para ser underground se necesita cumplir varias condiciones que no están escritas, pero casi todo el mundo las conoce, aún con diferentes discursos. En primer lugar, debes pertenecer a un universo tan poderoso e incluso tan temido como es el alternativo. Además, tienes que agarrarte a un modo de resistencia, escoges un camino donde los adoquines están llenos de palabras como rebeldía e indocilidad. Y por último, debes pervivir en una cultura a la que otros llegan tocando puertas que no siempre están abiertas y que no va a ir a tu encuentro, como la oficial.

Sin embargo, hay un ingrediente que puede llenar de varios aromas esa receta contracultural: el tiempo, el mismo que es bendecido por los que peinan canas y muestran arrugas, el mismo que es súper dilatado por los que no piensan en tenerlas.

Juventud, madurez, senectud: ¿en dónde estará la edad de los que defienden el mundo underground cubano? Pienso en todo eso y me lleno de una mirada nostálgica al pasado para preguntarme si es fácil que se destiña ese sello que muchos dijeron/dicen llevar en un lugar más profundo que la piel, o es una especie de agua bendita que bautiza para toda la vida. Mi escenario no es el capitalino, -¡Oh, La Habana!-, allí donde todo se visibiliza y asombra. Mi atmósfera es de capital caribeña, colorizada de una forma que nadie entiende: ¡Es Santiago de Cuba, no os asombréis de nada…!

Aquí en estas tierras hay quien lucha por ser underground siempre, pero las circunstancias que rodean la levedad del ser contaminan sus sueños y aspiraciones.

Así, el que ayer fue un MC aplaudido, que la echaba a to’meter delante de un micrófono, sin descuidar palabras ni poses, hoy está convertido bajo las enseñanzas de El Señor, o vende tornillos y tubos. O el que era un rockero melenudo, con tatuajes y pinchos, se centra más en su artesanía y en la crianza de sus hijos, trabajando donde quiera, y ya no profesa la nocturnidad ni sus fuertes trasheos. Y el trovador que no temía sacar la guitarra y no sólo cantarle a la luna, sino también al cigarro peligroso que llenaba las becas repletas de ávidas ninfas universitarias, olvidó las cuerdas para centrarse en el buen vivir junto a una esposa adinerada.

El tiempo ha pasado y va pasando la cuenta. Ya no es posible que los rockers o algunos emos despidan las madrugadas del Parque Céspedes, allí todo se está preparando para que Santiago cumpla 500 años, se fueron un día y no regresaron. La única plaza segura es el patiecito de la AHS, en una galante casona del reparto más burgués de la ciudad, Vista Alegre. Cuando se cansan de la música que allí pone un DJ que no olvida los discos que nadie pone en la radio, salen para la oscuridad de la rotonda donde un Heredia en estatua deja que hagan lo que les dé la gana.

En las calles de lo underground no se ven frikis, sí muchos rastafaris, que persiguen las peñas de reggae y los “bonches” para rendirle tributo al género y a todos sus representantes, pues nunca los van a escuchar por la radio o ver por la televisión.

De todas maneras, voy a buscar esa edad aquí en Santiago de Cuba. Me cuesta mucho pensar que un tipo como Noel, ahora defensor de las viejas motos con su club de moteros, se haya quitado sus marcas. O que Mena haya dejado de soñar con aquellos tiempos y no lo intente hacer realidad desde su trabajo en el Cabildo. Ahí siguen lidiando Alayo el de TNT La Resistenzia y Pellón el de Sentimiento Rapero, con los nuevos que se suben en la tarima, como el Cduktor. Y el vozarrón de Omar se deja escuchar, aún más cuando no está en los cultos de la Iglesia.

El movimiento underground, sus protagonistas y defensores, no debe tener barreras ni medidas en el tiempo, ¿verdad? Parece una verdad de Perogrullo, más esta afirmación también tiene su contrapartida: si el tiempo te envejece y anquilosa la mentalidad, puedes dejar de serlo, ¿cierto?

Seguirá esta serie de artículos en PMU para ver si encontramos por dónde anda la edad de los undergrounds santiagueros: ¿todos son de estos tiempos, aún jóvenes? ¿O también los “viejos” de los 80 y 90 anda por ahí portando esa bandera? Tú puedes ayudar, aquí mismo puedes dejar tu comentario.

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Comentarios   Dejar un comentario
Roberto
16 de febrero, 2015 2:14 pm (GMT-5:00)
Pronto voy a cumplir 57 años y casi toda la música que "bebo" es underground (o alternativa, como se le quiera llamar). Sigo fiel al joven que fui. Así que tal parece que el tiempo no me ha envejecido y anquilosado la mente. Este es un tema muy interesante y tiene otros matices que pudieran abordar.