Un rey en el underground



La burocracia es una dolencia que afecta a todos. Someter el proceso de creación a ella es una batalla desilusionadora y desgastante. Por desgracia el papelito, el cuño y la firma que te respalde pesan más que las habilidades y el talento a demostrar. Para los músicos callejeros, el camino se hace exponencialmente más difícil, pero los que tienen formación también lo padecen. Por ejemplo tenemos a Rey, un joven graduado de instrumentos de cuerdas en la ENA que huyéndole al papeleo ha preferido tomar el atajo que le ofrece el underground.

“Me he presentado como guitarrista en algunas agrupaciones jóvenes poco reconocidas y he trabajado casi por la ‘izquierda’ con otros artistas más conocidos. El inconveniente de trabajar acá es que para todo hay una complicación y un papeleo, y yo actualmente no respondo a ninguna institución artística. He preferido trabajar libre sin tener un representante acreditado en Cuba”.

Así, casi por la izquierda como él mismo lo ha acuñado, podemos encontrarlo tocando en El Salón de 3ra y 8, en el Bar Miramar y en el Café del Teatro Nacional. Con la máxima de que lo importante es tener tiempo para crear y ser bueno en lo que se hace mientras se vive modestamente de la música. Sin importar que el no pertenecer al gremio institucionalizado lo confine al anonimato musical.

“Soy muy indeciso y romántico… No sé si prefiero cantar o componer, tampoco sé si lo que más me gusta es la música o la mujeres bellas”. Dice entre risas, pero de algo si no alberga la más mínima duda y es que la guitarra eléctrica es su más fiel compañera y la herramienta elegida para crear sus armonías y composiciones.

El método de creación al que Rey se ha acogido, lo convierte sin lugar a dudas, en un innovador dentro de los compositores del underground. Sus piezas instrumentales se caracterizan por una mezcla de sonidos electrónicos fundamentalmente fusionados con un estilo pop-house. Al hacer estos acompañamientos prescinde de las maneras tradicionales o comunes donde todo se crea meramente de manera digital. Él prefiere que la sonoridad de la guitarra eléctrica sea la protagonista de la frase musical y luego ir adjuntando las melodías de algún que otro instrumento grabado, ya sea una pianola eléctrica o algo de percusión. En una segunda fase añade algo de letra para sostener el instrumental previamente logrado. “Siempre es así, primero la pieza instrumental y luego la historia musical. Nunca me sucede en el sentido opuesto”.

Ya cuenta con seis temas grabados que son desde la primera hasta la última nota, exclusivamente suyos. El sentimiento de orgullo se hace tangible cuando habla de ellos. Ha creado un sinnúmero de backgrounds para varios artistas novatos que desean posicionarse y para otros tantos ya reconocidos. Pero su propio disco aún no sale aunque ya es una fruta madura. Su mayor deseo es que este disco impacte en el público cubano. Sabe que su música gusta porque ha recibido el reconocimiento del su público, al cual se debe y se entrega.

“Cada letra, cada estrofa la pienso al máximo, quiero llevar un mensaje profundo, una idea, un sentido, un compromiso, una meta, respetando y catalogando de bien o mal lo que me rodea. Esa debería ser la esencia de cada músico”.

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