Lily la cantante pianista



Lily tiene, además de un nombre bonito, un sueño angelical. Quiere ser una cantante y que le acompañe siempre un piano. Para eso está transitando un largo camino que no le cortó las alas de su niñez, aunque le hace ir del clásico Felix Mendelssohn al popular y legendario Bob Marley.

En este año 2015, Liliana Hernández Rosales verá, ¡por fin!, cómo se cierra el ciclo de su vida que comenzó allá en los campos de Jiguaní, un municipio de Granma, donde nació y escuchó por primera vez una música que le encantó para siempre.

Fue su papá quien la hizo enamorarse de las melodías cuando lo escuchaba tocar la guitarra, por eso lo acompañaba donde quiera como si fueran un dúo ocasional. De aquellos años de su infancia quedó una costumbre: todavía cuando hacen fiestas en la familia, los dos tienen que cantar.

Siendo hija única, buscando su sueño se alejó de su casa y de sus padres desde el tercer grado, y estuvo seis años en una escuela de arte en Bayamo. Quiso seguir defendiendo su anhelo y después de aprobar un pase de nivel, ya en 10mo, vino a conocer el asfalto musical de Santiago de Cuba, en el Conservatorio Esteban Salas.

PMU: ¿Cómo fue que te decidiste por el piano si desde que naciste viste la guitarra de tu papá?

Lily: Es verdad, la veía y me gustaba. Incluso él me enseñó a tocarla un poco, pero es que yo veía tan lindos a los pianos, tan delicados, me gustaban más, y él ni nadie de mi familia me impusieron la guitarra. Yo dije: quiero tocar piano, y así fue.

PMU: Y para ti, ¿es muy difícil estudiarlo?

Lily: Sí, requiere de mucho tiempo, de mucha dedicación, pierdes tu niñez en esto. Y ¡claro!, el instrumento, conseguirlo es lo más difícil, por eso ahora estoy de aspirante en la escuela, algo así como hacer colas para poder tocarlo.

PMU: Con los años de estudios puedes elegir a tus preferidos, ¿Quiénes son?

Lily: Mis compositores preferidos están en el período del Romanticismo, en especial un pianista como Felix Mendelssohn, y también está Chucho Valdés junto a Frank Fernández.

Hoy en día Lily está viviendo una dualidad como artista que le va a aportar mucho en su vida profesional y que no todos tienen a su alcance. Por las mañanas y mediodías está en un aula, recibiendo clases y evaluándose; en las tardes y en las noches está en la sede de una conga santiaguera, ensayando con el grupo Sangre de Reggae. Cuando tiene que tocar y al otro día tiene una prueba, no hay excusas: hace las dos cosas aunque se muera de cansancio y de sueño.

PMU: De Mendelssohn al Bob… ¿Me puedes explicar cómo te sientes cuando tocas una pieza clásica y otra de reggae?

Lily: No sabría explicártelo. Mira, nunca había tocado con ningún grupo antes, hasta que llegué a Sangre de Reggae. Sólo conocía de agrupaciones corales, pues hice algunas cantorías. Me hablaron de esa agrupación aquí en Santiago de Cuba, me gusta mucho ese género y fíjate, entré, pero como corista. Cuando se tuvo que ir la pianista que tenían porque tuvo que irse para Bayamo a hacer el Servicio Social, algo que me recordó mucho a mí, entonces me dieron un chance en el teclado hasta hoy que hago las dos cosas, y también canto algún que otro tema, hasta en inglés.

PMU: Sé que compones….

Lily: Mis composiciones son muy personales, se relacionan con mi vida, casi siempre pensando en la música pop que es la línea que cultivo, la que más me gusta. El amor es mi máxima inspiración.

PMU: A ver, cántame algo….

Lily: (Cantando) “Salgo a caminar, pero el aire que respiro eres tú, quiero despertar pero el sueño lo domina…, si buscas amor en mis brazos sentirás pasión”… Algo así, es sencillo, ¿ves?

PMU: En tus planes para el futuro, que te van a llegar muy pronto, ¿te ves acompañada del piano?

Lily: Sí, y haré lo posible, porque es una de las mejores vías de expresión, es un escape. Puedo acompañar mis canciones y expresarme. Además, siempre hay algo bueno que aprender.

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