Buena Vida



Abel Maceo es un joven cantante, nacido en la Ciudad de La Habana. Desde temprana edad comenzó a estudiar la guitarra con profesores particulares. Siempre quiso aprender a tocar un instrumento musical y según sus familiares, y como casi siempre se dice en estos casos, antes de aprender a hablar ya trataba de cantar.

Abel: “Aun siendo un niño actué en varias obras de teatro infantil, movimiento artístico que en la Cuba de los años 80 era dinámico y abarcador. A pesar de que no existían compañías como la actual Colmenita, teníamos que estar preparados para actuar, cantar y bailar, algo que ayudó a convencerme de que personalmente poseía condiciones para hacerlo”.

“Aunque me defiendo un poco con la guitarra y con el piano, mi especialidad es el canto, es lo que verdaderamente disfruto a toda plenitud”.

“Luchando y luchando como buen cubano, he logrado formar y dirigir un grupo musical llamado Buena Vida del cual soy solista”.

“Hacemos fundamentalmente géneros autóctonos cubanos con arreglos contemporáneos a los cuales insertamos algún que otro texto referente a la realidad que vive el cubano actual. De esta manera, además de compartir interrogantes sociales con el público que escucha, logramos que paralelamente se disfrute y se baile la oferta musical”.

PMU: ¿Hacia qué público diriges tú música?

Abel: “Está dirigida a todo aquél que quiera escucharla. Los compositores y los músicos en general, queremos que nuestras obras lleguen a la mayor cantidad de personas posibles. Si eso se alcanza es porque funciona el trabajo artístico realizado. Y cuando digo ‘llegar al público’, me refiero a que guste lo que hacemos y se comprenda el mensaje que trasmitimos con tanto amor”.

PMU: ¿Alguna anécdota?

Abel: “Muchas anécdotas simpáticas me han ocurrido, incluso desde niño. Por ejemplo, mi primera salida al público con nueve años. Hacía el papel de un mono que entraba haciendo piruetas en el escenario y justo en la primera de estas piruetas me enredé con un cable y entré rodando a escena, pero el público no se percató del accidente, creyó que lo ocurrido estaba dentro del guión. Nunca lo olvidaré. Otra vez y fue hace muy poco, se me resbaló el micrófono con el que cantaba y le dio en la cabeza a una persona que se encontraba cerca del escenario, fue muy simpático para mí, pero claro está, no para ella”.

PMU: ¿Cuáles son tus aspiraciones en la vida?

Abel: “Me gustaría ser aceptado por todo el público, que el mensaje social que transmito se comprenda y se escuche en todos los rincones, estar en un concierto y dejar de cantar para escuchar como el público, conocedor de mis composiciones, lo haga por mí. Tener la posibilidad de grabar un CD, pero sobre todo, continuar trabajando mucho”.

PMU: ¿Dificultades?

Abel: “Han sido y son muchas. La primera de ellas es actuar en circunstancias económicas y sociales difíciles, siempre corriendo el riesgo de ser censurados o que nos veten la posibilidad de transmitir al público nuestro arte y por ende, la de renunciar al derecho de manifestar artísticamente nuestras preocupaciones de orden social. También incide mucho el atraso tecnológico y el deterioro de los equipos, sobre todo los micrófonos. En fin, ¿para qué hablar? En cierto modo y no crea que es masoquismo, esas dificultades nos permiten disfrutar más de lo que hacemos y por qué lo hacemos. Cuando justo en medio de una crisis el público asimila y se identifica con lo que haces, entonces te olvidas por completo de los problemas y comienzas a sentirte feliz”.

PMU: ¿Qué opinas de la música actual?

Abel: “No estoy en contra de ningún género, lo que estoy es en contra de la manera en que se trabaje el género. No me gusta el facilismo, ni la vulgaridad en los textos, me gusta que una canción aunque tenga la intención de hacer bailar, también haga reflexionar, ya sea acerca de los sentimientos personales o de la problemática social. Creo que los medios de difusión deben hacer énfasis en ello. Promover más el impacto social positivo que implican el buen gusto y los valores estéticos. Asesorarse más en materia musical y no estancarse con patrones que nada aportan”.

PMU: ¿Algo para concluir?

Abel: “Sí, que el artista no debe olvidar nunca que es parte de una sociedad, de un país, y que ese país no lo hacen del todo sus recursos naturales, ni el oro, ni el dinero de sus arcas. A un país lo hacen las personas. Seamos mejores y tendremos un mejor país. Y en ese sentido el aporte que haga el artista es fundamental independientemente de la trinchera que escoja, válido tanto para el rapero como para los cultivadores de la música tradicional, como nosotros”.

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