La edad de los undergrounds. (III Parte y Final)



En una de las conocidas Leyes de Murphy se encuentra esta frase: “Los buenos tiempos terminan muy pronto. Los malos continúan siempre”. ¿Por dónde andará lo underground, ya habrá pasado su mejor racha? Ciertos silencios, y silenciamientos también, parecen augurar vientos desafortunados, pero si hace dos artículos atrás decía que el tiempo llenaba a lo underground de varios aromas, hoy sé definitivamente los olores que porta, por lo menos aquí en Santiago de Cuba.

Para seguir develando edades en esta ciudad que está tan llena de sorpresas, me tomé más tiempo de lo que pensaba porque los seguidores del movimiento o contracultura, como quieran entenderlo, hacen gala de una de sus características: tienes que salir a su encuentro, buscarlos, y no siempre están donde los imaginas.

Algo así me sucedió con Alayo, Alain García Artola, el líder de TNT La Rezistencia, a quien me lo encontré en el famoso café La Isabelica. No pude hablar mucho pues estaba nada más y nada menos que ¡filmando una película de vampiros! Quien lo conoce bien, puede imaginarse qué me respondió a la carrera cuando le pregunté si creía que con los años él dejaría de ser underground, su respuesta es totalmente impublicable. De todas maneras, lo sabemos: Alayo podrá ser dentro de 20 años el mismo ícono que es ahora en la cultura hip hop cubana y en la escena alternativa. Si por fuera parece no cambiar, así mismo está por dentro.

Con los rockeros me pasó otro tanto, ya no están tan visibles como antes cuando inundaban las noches y madrugadas casi siempre vestidos de negros, con llamativos tatuajes y ellos con los pelos más largos que ellas; pero siguen insistiendo, queriendo decir sin tantas estridencias que serán underground para toda la vida.

Las buenas nuevas me las trae una jovencita con pinta de emo, al hablarme de un festival de rock que van a hacer aquí Santiago, no me quiere dar el nombre, pero me asegura que aunque ella cambie de vestimenta y su pelo deje de ser negro azul, seguirá yendo a los pocas peñas y a los pocos conciertos que dé la banda Parasomnia porque es su fan, como mismo iba a escuchar a Tragedy.

De todas maneras, para un desconocido, los rockeros parecen estar menguados y no es así. No hay que estar dondequiera, ni hay que gritar ¡Presente! mientras organizan un encuentro, el Rock Santiago. Mailyn Castillo León, representante de Parasomnia, me dice que aunque aquí se tiene muy poca cultura en la población y hay menos seguidores que en otras provincias, van a seguir siendo underground, radicales, urbanos, como la gente quiera llamarlos, ya que esa clasificación es muy subjetiva, pero no piensan cambiar.

El mismo hecho de que en medio de tanta orfandad, las únicas tres bandas que perviven: Parasomnia de Santiago de Cuba, JackHammer de Palma Soriano y Metastasys de Contramaestre, se propongan hacer una jornada y logren invitar a grupos de otras provincias, dice algo sobre los aromas que pueden darle buenas rachas al género desde la perspectiva underground, ¿no creen?. Lo más probable es que en ese evento se pueda vislumbrar, con mayor seguridad, por qué tiempo juvenil o adulto ondea la bandera, aunque pocos la sostengan.

Por cosas de la vida, en medio de esta rápida búsqueda pude departir acompañada de tragos de café y vino de berro, con dos jóvenes trovadores que entre otras cosas para sobrevivir, ya forman parte de la escena underground. Renier Fernández Font y Ruslán Fernández Ríos, sin ser hermanos, junto a Pedro Antonio Sánchez y Noelito, ahora en La Habana de “emigrante”, me aseguran desde su Chagotrovancia, que no van a envejecer. No son clandestinos, no serán como los raperos más agresivos, pero intentan romper con lo establecido cantando temas junto a sus guitarras y contando historias crudas que la forma tradicional de estos tiempos ya olvidó. Lo mejor es ver sobresalir a Renier en la Trovita, la mítica Casa de la calle Heredia, joven y underground, entre tantas canas.

Hip hop, rock, trova… por esos géneros desanda el universo alternativo de Santiago de Cuba en estos precisos momentos. ¿Fenómeno juvenil? Bueno, si de números se trata, ya no lo es tanto cuando sus artistas se están acercando o sobrepasan los 30. ¿Y eso qué implica para ellos? Pues que se sienten igual de undergrounds aunque sean pocos. Para colmo, quieren seguir siéndolo porque para ellos es una forma de vida, una esencia, una cultura, como un color de la piel con el que se puede nacer, querer y después defender.

Pueden soplar aires de sosiego en el subterráneo, pero los artistas siguen ahí, defendiendo los estados del espíritu y no del tiempo, sin envejecer.

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