Sigo siendo escandaloso



Adolfo Galdurral de Alfonso es un chico natural, espontáneo, extrovertido y con un sentido del humor indescriptible. Siempre con sus pelos desaliñados y su inseparable guitarra, lo verás pasar de arriba abajo en cualquier instante en la Universidad de la Habana. O sentado en el parque o en los banquitos de su facultad. Nunca sin su inseparable guitarra, intentando afinarla, rallando las cuerdas para buscar un acorde o interpretando alguna canción.

Adolfito como le dicen sus amigos más allegados, desde chico siempre anduvo con su guitarra, “debí haber nacido con ella, es parte mía como si de una extremidad de mi cuerpo estuviésemos hablando, no veo la vida sin ella, es mi mundo, mi todo”, comenta.

Era muy pequeño cuando descubrió su pasión por este instrumento debido a un obsequio. “Tenía yo 6 años cuando le pedí a mi padre que me la comprara como regalo de cumpleaños. A partir de que esto sucediese, comencé a rallar mis uñas contra las cuerdas y a hacer algo que no era otra cosa que puro escándalo. Luego, empecé a recibir clases con un profesor particular hasta los 12 años, que hizo que empezaran a salir mis primeras melodías”.

¿Pero cuándo es que Adolfo transforma ese escándalo en música? “Eso lo han dicho ustedes, yo sigo pensando que soy el mismo escandaloso de antaño. No he cambiado jamás mi estilo de música, sencillamente he perfeccionado mi arte. Mis dedos y las cuerdas se entienden definitivamente bien”.

Al comentarle la idea de grabar un disco, argumentó entre risas: “¡No que va! apenas tengo tres o cuatro desastres de canciones, nunca he sido buen compositor. Una vez le compuse algo a Alex (mi mejor amigo) y solo él se atreve a decir que eso es bello, que mal gusto el suyo”. Ya más en serio y abordando el tema de su posible incursión en el mundo profesional, comentó; “nunca lo he hecho y tampoco me despierta mucho interés. El dinero para mí está en un plano secundario y quizás más atrás. Siempre he disfrutado muchísimo interpretar canciones de otros, mi guitarra y yo la pasamos muy bien. Luego apareció Alex y nos hemos complementado mucho. Cambio el mejor teatro o sala de concierto, por una presentación en un pasillo de mi facultad. Rodeado de gentes y sentados todos en círculo en el suelo, así conocí a Alex y así he pasado mis mejores momentos. Pienso que jamás podría cobrar por vivir ese tipo de placeres y no me interesa cambiar eso, ahora mismo, por nada del mundo”.

Ya culminando la entrevista surgió una última interrogante referente a lo que esperaba de su primera presentación ante un gran público, a la cual contestó sin vacilar. “No será tan así del gran público, muchos de los que allí estarán serán familiares y amigos, y a eso súmale que casi todos serán de nuestra facultad. Además, de que no son pocos los que no han coincidido con nosotros en los pasillos o en los bancos de la escuela. Ya siento que he cantado para todos ellos alguna vez, la verdad no me es tan significativo como para Alex que si está bien emocionado con lo que pueda salir de allí”.

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