Creo en los que no se dejan vencer



Un amigo de desvelos profesionales, rapero y trovador de los buenos, fiel seguidor de PMU, pasó por casa hace unos días para despedirse. “Me voy a España –me dijo con un tono raro en la voz- no renuncio a nada, pero tengo la oportunidad de cambiar de aires y voy a aprovecharla, pero antes quería conversar contigo, pues tengo necesidad de expresarme y nada mejor que hacerlo en tu página”.

Luego de recordarle que no era mía, sino de todos los artistas underground cubanos, dejé que Jorge Liam García (Jorgito Kamankola) se desahogará.

“Voy a hacer un poco de trova por allá, para probar fuerzas, pero eso no implica que deje de abordar la realidad del día a día en Cuba, la falta de oportunidades, las necesidades y carencias del cubano -sin opacar el orgullo de serlo- los conflictos sociales, el amor, y la lucha contra todo infortunio que se encuentre en el camino”.

“Sufro todos los días al ver que muchos talentos comienzan a hacer reggaetón para poder subsistir en Cuba, lo siento todos los días. Dejan la pelea, incluso aquellos que alguna vez me ayudaron a consolidarme como rapero, a los cuales les debo un por ciento grande de lo que soy”.

“No digo que esté mal, sólo que a mí me chocó mucho que fueran de un género con un contenido social y unos mensajes verdaderamente estremecedores y con una profundidad inmensa en la poesía, a uno con canciones simples, olvidándose de todo ese compromiso. A mí la verdad me hizo un hueco inmenso en el alma”.

“Lo que está pasando en Cuba no tiene comparación, las instituciones están a la ofensiva promoviendo el reggaetón a pesar de todos sus lastres, para evitar la crítica social de los raperos. Le abren las puertas de las empresas estatales para ganar dinero y grabar discos. A esa especie de desertores, materialmente les va bien. Sentimentalmente, no sé”.

Como buen amigo tuve a bien recordarle que a mi juicio todavía el rap cubano muestra una extraordinaria fuerza interna y magníficos exponentes, y que cada vez son más quienes se suman al movimiento del hip hop cubano, a pesar de todas las limitaciones que les imponen.

“También es verdad –dice- admiro a gente como Bárbaro El Urbano Vargas, que cada vez que escucho sus temas de verdad que me estremece, tiene una fuerza inmortal en su voz y sus canciones son bestiales. El grupo La Alianza, que esos dos bichos son la fuerza de la fuerza, la revolución de la revolución, van de la guapería a la lágrima, de la lágrima a la vida. Estos dos exponentes son los que más me erizan el alma con sus canciones”.

De la misma manera le recordé que él es rapero y trovador y que si el rap en Cuba no cuenta con respaldo oficial por sus críticas al sistema y a la sociedad, la trova hace lo mismo, aunque con menos crudeza, y goza de más espacios.

“Tanto el rap como el rock y la trova, aunque en menor medida, siempre han sido la cultura escondida del sistema, hay mucha verdad en cada poesía y mucha guerra en cada acorde. Yo hago canciones si las ponen en los medios de difusión, eso es cuestión de las instituciones. Creo que no hay que preocuparse tanto por la falta de promoción o la falta de espacios, para mí lo más importante es hacer lo que sabemos hacer y hacerlo convencidos de que sabemos lo que estamos haciendo”.

“El público es el pueblo y nos debemos a ellos, como dijo el gran Pedro Luis Ferrer, él nunca se detuvo, organizaba peñas en casas y azoteas de amigos. Yo creo en los que no paran, en los que no se dejan vencer por todas las trabas que nos ponen. Creo en los que son eternos”.

Sin darnos cuenta cayó la tarde y luego de agradecerle a Jorgito la visita y desearle buen viaje, ambos hicimos silencio, nos abrazamos y él se fue como siempre cigarro y guitarra en mano, prometiendo otra visita al regreso.

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