Onil, sirviendo tragos, poniendo música



Son las 6 p.m. y como todos los días, Onil entra a trabajar en el bar Los Amantes, ubicado en Centro Habana y muy cerca de la Casa de la Música. Su cargo oficial no tiene nada que ver con el audio, de hecho es el cantinero del lugar, pero no hay un momento libre que no aproveche para acercarse a la cabina y manipular la consola musical a su antojo. En fin, no deja de soñar en ser un gran DJ al estilo Adriano.

En su barrio natal, Nuevo Vedado, creció a la par de muchas amistades que adoraban el ritmo underground, pero al no tener la suficiente vocalización para dedicarse al canto, decidió que su futuro no sería otro que ser DJ.

“Adoro las cabinas de audio, tener unos micrófonos puestos, manipular la consola y oír el grito de la gente cuando están en la disco y hago una mezcla. De hecho la piel se me eriza”, nos confesó. Pero entonces, ¿por qué no se dedica a tiempo completo a esta labor? “Bueno, la vida es complicada y difícil, lo que te gusta no siempre está al alcance de las posibilidades, ni te da las posibilidades económicas básicas que necesitas para vivir. Pero ya ves, aquí estoy en el bar, no cobro por poner la música, pero lo hago cuando hace falta. Simplemente porque me gusta, porque lo siento. No lo puedo ver como un trabajo, aunque si algún día me dedicará sólo a eso, si tendría que verlo como una labor”.

Los gustos de este joven son variados. Según nos dice, le encanta hacer vibrar el local con canciones de reguetón tanto de El Chacal, como temas actuales de house, hip hop, o lo que esté a la moda. “Soy muy flexible con los gustos y para con el público. Me adapto a muchos ritmos musicales y trato de seguir los gustos de los que vienen a oír la buena música del momento. No me gusta esquematizarme con biotipos y conceptos cerrados, siempre estoy abierto a la diversidad”.

Al preguntarle sobre la importancia de las letras en los ritmos cubanos actuales, respondió: “eso es un tema muy complicado y tiene muchas aristas. Creo que hay momentos para escuchar música y momentos para relajarse con la música. yo por ejemplo, si estoy en casa no se me ocurriría estar acostado escuchando al Chacal ni a Chocolate, más bien escucho temas de Joaquín Sabina y Carlos Varela, pero si estoy en una disco tomando, divirtiéndome, no quisiera escuchar a ninguno de los dos, quisiera seguir el ritmo de El Chacal. Es decir, la letra quedaría en un segundo o tercer plano, por lo cual pienso que todo cantante tiene su importancia para cada momento y no debemos de rechazar a uno u otro, y mucho menos caer en comparaciones innecesarias”.

Actualmente Cuba vive un momento importante con cambios políticos/culturales, a lo cual Onil no deja de estar ajeno al tema. “Los cambios siempre son para bien, por lo menos así me gusta verlos. El ser humano es evolución y si no vemos la vida de esa forma, nos quedamos en un pasado sin remedio. Por lo cual pienso que los cambios que vayan a venir, simplemente que vengan, yo los espero con los brazos abiertos”.

Entre preguntas y respuestas, siempre aparece un cliente que le hace un pedido, a veces un Cuba Libre, a veces un Mojito, a veces simplemente le preguntan: “me dijeron que tú pones la música, me puedes poner…”, y a lo que a pesar de la carga de trabajo, Onil siempre con una sonrisa en los labios accede complacientemente. “No puedo dejar de hacerlo, de hecho aquí no tenemos DJ contratado formalmente. Yo le dije a los dueños que me encargaría de todo y así seguirá siendo, la música me corre por las venas y no quiero que deje de ser así”.

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