Sin disciplina no hay futuro



Katy es mi vecina y recuerdo que desde tengo uso de razón, ha tocado el violín. Aún escucho como si fuera ayer, los regaños de su madre cuando no quería ensayar o cuando cambiaba drásticamente una melodía que debía saberse a la perfección.

La madre de Katy era profesora de contrabajo del ISA (Instituto Superior de Arte), de ahí le vino el amor por la música. Cuenta que cuando pequeña era más por obligación que por gusto estar en la música. Ella quería tocar piano, pero su madre la llevo por el camino de ser una concertista, y hoy nos dice que se alegra que su madre haya sido tan drástica y severa con la disciplina a la hora de ensayar, porque la formó como la persona que es.

Hoy en día Katy quiere ser compositora de música underground, le apasiona este mundo, aunque hasta cierto punto, porque según nos dice, odia el reguetón chabacano y su forma de ver la vida es más conservadora. También quiere enseñar su amor por la música a los niños, tiene ya 23 años y un futuro prometedor en lo que llama su mayor sueño: llegar cada día a ser mejor y perfeccionar su técnica. “Tengo algunos planes con un grupo de cuerdas del ISA que quieren hacer un disco, quizás colabore en ese aspecto. Voy a empezar a dar clases de solfeo básico y violín a los niños de acá de la casa de cultura, en un proyecto que se llama Solecito. Después no sé, quisiera ver como fusiono mi ritmo con algún grupo de hip hop o algo parecido. Quisiera hacer mi propio concierto, pero eso sí sería mucho más adelante”.

Quizás el año que viene como ella misma asegura, esté en el teatro Amadeo Roldan dando un concierto con sus propias composiciones, o componiendo música para artistas de la calle, aquellos a los que le apasiona el arte sin pedir nada a cambio.

De todo lo que ha hecho hasta ahora, agrega que se siente bien orgullosa, pues lo ha logrado con mucho esfuerzo. “Mi familia me ha apoyado mucho y sé que están orgullosos de mí, aunque me hubiese gustado hacer muchas cosas más, pero aún soy muy joven, en esto de la música me quedan años”.

De no haberse ido por el camino de la música, Katy añade que le hubiera gustado mucho enseñar. “Me encantan los niños, creo que hubiese sido una magnifica profesora aunque en nuestro país se desmerite tanto esta carrera. Creo que el tema de los profesores emergentes ha traído al traste con esta decadencia de la enseñanza y no hay labor social que amerite más que la enseñanza. Por eso de cierta manera me siento comprometida con mi música y mis composiciones, de cierta forma es enseñar lo que sabes”.

El tema de como fluye la música cubana actualmente era algo que no podíamos dejar de tocar. “A veces yo me siento muy mal por el camino que sigue nuestra música, hay muy buenos grupos que son muy poco escuchados. La mayoría de las personas prefieren la mediocridad del reguetón vulgar donde usan a la mujer como objeto simplemente decorativo. Desde la forma de vestir hasta los ambientes de los vídeos dan mucho qué decir. Es una pena que los jóvenes no se den cuenta de esto y sigan consumiendo ese tipo de cosas. Nuestro país está lleno de jóvenes talentos en las calles y queriendo hacer muy buenas cosas, creo que el tema está en encontrarlos y escucharlos”.

Sin dudas, Katy es una joven llena de talento con ganas de hacer cambios radicales en la música y en la manera de verla, escucharla y analizarla. Su juventud no empaña sus objetivos y sus objetivos apuntan lejos, sólo queda esperar y afinar nuestro oído a sus melodías.

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