¿Quién tiró la tiza? ¿El negro ese?
18 de mayo de 2015
Es muy común en la actualidad cubana ver como las noticias reflejan una y otra vez las injusticias que se comenten con los afroamericanos residentes en los Estados Unidos, haciendo por ende caso omiso a las injusticias internas cometidas en nuestro país. La música underground cubana no está ajena a esta situación y no son pocas las situaciones engorrosas en que se ven sometidos cubanos de color a la hora de querer abrirse un camino a la fama.
Lazarito, cantante de rap, amigo y vecino mío cuenta una anécdota al respecto. “Una vez fuimos a hablar para cantar en el club Karachi, recomendados por un amigo nuestro que era amigo del administrador. Al llegar, primero tuvimos que esperar por él más de tres horas, pues según nos decían estaba reunido. Después llegó y nos dimos cuenta de su reacción al vernos. Por supuesto, fuimos ‘planchados’, pero lo más duro no fue eso, sino como después el amigo que nos había recomendado me confesó que el administrador le había dicho que como él iba a dejar tocar en su club esa manada de monos”.
Otra anécdota a destacar es la de Yasser, compañero de trabajo en la Universidad de la Habana, que a pesar de su locura y carácter jocoso insaciable, rapeaba como los ángeles. “Una vez cuando yo era estudiantes de 5to año, fuimos a tocar en el festival de cultura de nuestra facultad (Psicología). teníamos todo preparado, pues llevábamos una semana ensayando, era una presentación sorpresa hasta que dejó de serlo unas horas antes para los directivos del centro, lo que provocó que nos llamaran muy educadamente para decirnos que nuestra presentación no era la más adecuada para ese momento, que por favor la dejáramos para otra ocasión. Esto trajo como consecuencia en nosotros una gran impotencia y en un tono algo impositivo pedíamos una explicación real. Cuál no sería nuestra sorpresa al oír a unos de los trabajadores del centro gritar: ‘chico, porque es música de negros y esto es un festival decente’. Miles fueron las disculpas post esa reacción, pero fue algo que quedo marcado en mi mente y creo jamás poderla sacar”.
Casos como estos resultan insólitos de creer cuando se vive en una sociedad que supuestamente aboga una y otra vez por los derechos de cada ser humano, independientemente de su estatus económico o su color de piel.
No estamos exentos del racismo como creen muchos, la música underground cubana de cierta manera sufre mucho a la hora de ver nuevos talentos, ¿Por qué no mirar con los mismos ojos del arte al muchacho blanco de la academia que toca la flauta que al negrito que rapea? ¿Acaso no son talentos diferentes, pero talentos al fin? Si lo ven desde otro punto de vista, ese muchacho de la academia lleva años de preparación, mientras al otro muchacho el talento le sale del corazón sin pasar por escuelas. ¿Entonces dónde está el mérito?
La respuesta es complicada, no se trata de crear un debate sobre lo bueno o lo malo, se trata de crear oportunidades para todos, de desglosar términos en la música, de no querer comparar el “Himno de la alegría” de Beethoven con una canción de Los Aldeanos. Simplemente, son ritmos diferentes y todos merecen su espacio.
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18 de mayo de 2015
Es muy común en la actualidad cubana ver como las noticias reflejan una y otra vez las injusticias que se comenten con los afroamericanos residentes en los Estados Unidos, haciendo por ende caso omiso a las injusticias internas cometidas en nuestro país. La música underground cubana no está ajena a esta situación y no son pocas las situaciones engorrosas en que se ven sometidos cubanos de color a la hora de querer abrirse un camino a la fama.
Lazarito, cantante de rap, amigo y vecino mío cuenta una anécdota al respecto. “Una vez fuimos a hablar para cantar en el club Karachi, recomendados por un amigo nuestro que era amigo del administrador. Al llegar, primero tuvimos que esperar por él más de tres horas, pues según nos decían estaba reunido. Después llegó y nos dimos cuenta de su reacción al vernos. Por supuesto, fuimos ‘planchados’, pero lo más duro no fue eso, sino como después el amigo que nos había recomendado me confesó que el administrador le había dicho que como él iba a dejar tocar en su club esa manada de monos”.
Otra anécdota a destacar es la de Yasser, compañero de trabajo en la Universidad de la Habana, que a pesar de su locura y carácter jocoso insaciable, rapeaba como los ángeles. “Una vez cuando yo era estudiantes de 5to año, fuimos a tocar en el festival de cultura de nuestra facultad (Psicología). teníamos todo preparado, pues llevábamos una semana ensayando, era una presentación sorpresa hasta que dejó de serlo unas horas antes para los directivos del centro, lo que provocó que nos llamaran muy educadamente para decirnos que nuestra presentación no era la más adecuada para ese momento, que por favor la dejáramos para otra ocasión. Esto trajo como consecuencia en nosotros una gran impotencia y en un tono algo impositivo pedíamos una explicación real. Cuál no sería nuestra sorpresa al oír a unos de los trabajadores del centro gritar: ‘chico, porque es música de negros y esto es un festival decente’. Miles fueron las disculpas post esa reacción, pero fue algo que quedo marcado en mi mente y creo jamás poderla sacar”.
Casos como estos resultan insólitos de creer cuando se vive en una sociedad que supuestamente aboga una y otra vez por los derechos de cada ser humano, independientemente de su estatus económico o su color de piel.
No estamos exentos del racismo como creen muchos, la música underground cubana de cierta manera sufre mucho a la hora de ver nuevos talentos, ¿Por qué no mirar con los mismos ojos del arte al muchacho blanco de la academia que toca la flauta que al negrito que rapea? ¿Acaso no son talentos diferentes, pero talentos al fin? Si lo ven desde otro punto de vista, ese muchacho de la academia lleva años de preparación, mientras al otro muchacho el talento le sale del corazón sin pasar por escuelas. ¿Entonces dónde está el mérito?
La respuesta es complicada, no se trata de crear un debate sobre lo bueno o lo malo, se trata de crear oportunidades para todos, de desglosar términos en la música, de no querer comparar el “Himno de la alegría” de Beethoven con una canción de Los Aldeanos. Simplemente, son ritmos diferentes y todos merecen su espacio.
Comentarios Dejar un comentario
- Dar el ejemplo
- 21 de mayo, 2015 2:47 pm (GMT-5:00)
- Hay que demostrar con la acción diaria que no somos una manada de monos indecentes... eso es el 1er paso!
- 21 de mayo, 2015 2:47 pm (GMT-5:00)