¿Qué bolá con los raperos cristianos?



Dicen que hay cosas que Dios no sabe, o se hace el de la vista gorda. Sea lo uno o lo otro, lo cierto es que los raperos cristianos son un fenómeno prácticamente inédito en el escenario musical de la Isla. Estos jóvenes músicos, la mayoría de ellos no pasan de los 35 años, tienen la singularidad que un día decidieron entregarse en cuerpo y alma a Jesucristo, y al mismo tiempo llevan en la sangre una inclaudicable pasión por el rap y la cultura hip-hop. Como buenos cristianos, consideran que sus dones y talentos vienen de Dios (en especial, la música), y por tanto hay que desarrollarlos en virtud de la fe, y entregarlos transformados en arte, alabanza y adoración. ¡Y así lo hacen, reapeando!.

Sin embargo, la buena fe y la sincera voluntad de adoración, no son suficientes. Los prejuicios sobre el rap y la cultura hip-hop aún persisten, y algunas congregaciones cristianas no son la excepción: tildan al rap como un género “mundano y satánico”. Aquí comienza el calvario de estos músicos, ya que la posibilidad de hacer su arte en el espacio al cual le han dedicado todos sus esfuerzos, les cierra las puertas. Se quedan perplejos cuando el pastor, el sacerdote o el líder espiritual en cuestión, les dice “la letra está muy buena, pero la música sí que no”. ¿Pero cómo renunciar al rap? Es la música que aman y saben hacer. Es su medio para predicar. No buscan fama, ni gloria, solo quieren llegar a la mayor cantidad de personas posibles, en especial a los de abajo. En sus letras no hay palabras obscenas, ni ofensas, sino que abordan las problemáticas sociales como la droga, la violencia, el sexo irresponsable, la pobreza, la marginación: hacen su música desde la fe y para la fe, con verdadera entrega. Eso sí, muchas veces ponen el dedo en la llaga, y eso no le gusta a los están en el poder, sobre todo aquellos que pueden vetar su arte.

No obstante, los raperos cristianos resisten, no pierden la fe. Algunos se aventuran a tocar las puertas de las casas de cultura, piden una peña; otros más osados piden un viejo cine abandonado o en decadencia, como escenario. La mayoría de las veces la respuesta institucional es un no agazapado, subrepticio: la espera de una llamada telefónica que se dilata y se dilata. ¿La razón? Me atrevo a suponerla: “¿Raperos… y cristianos?” No, en la mentalidad superficial de muchos funcionarios de cultura esa es una mezcla que solo podría traerles problemas, y si hay algo que un funcionario de cultura teme, son los problemas. Para ellos el arte en su verdadera expresión es música de fondo, aunque les guste creer lo contario.

Pero los raperos cristianos no se rinden. Al igual que los que hacen rap conciencia, para ellos este género musical no es una mera afinidad melódica, sino una cuestión de principios, un legítimo camino artístico para alcanzar a otros, para darles un mensaje, en este caso, el más importante que puede dar un cristiano: la salvación. De modo que marginados tanto por sus instituciones religiosas, como por las instituciones estatales, sin desearlo, se han convertido en un movimiento underground, en una cultura alternativa dentro del escenario musical independiente de nuestro país. Se presentan donde les dan una oportunidad. Hacen sus producciones en estudios independientes. El trabajo en sus producciones musicales es bien serio. Día tras día buscan optimizar la calidad de la música que hacen en todos sus aspectos: ritmo, melodía y letra. No escatiman en el uso de las nuevas tecnologías, ni se quedan rezagados en el plano de la experimentación, ya sea mediante la fusión de géneros musicales o la elaboración de nuevas sonoridades.

Es difícil brindar datos acerca de cuantas agrupaciones de rap cristiano han surgido en nuestro país. Aquí ofrezco una lista que no pretende ser absoluta: El grupo Poder Divino, que hacen una fusión de rap con reggae; el cuarteto Emanuel que trabaja con bases melódicas de rap, reguetón y elementos de la balada pop; la banda de rap metal Shela, dirigida por Samuel Aguilera, única de su tipo hasta el momento en el escenario cristiano; los dúos Base y Fundamento, y Melody. Entre los solistas estuvieron Hipólito Lescaille, Grecia Ordoñez y Dámaris Benavides; esta última puede considerarse una de las pioneras del rap cristiano en Cuba. Con fecha más reciente tenemos al dúo capitalino Los Embajadores, fundado en el 2009 por Yasmanis Aguilera y Lázaro Delgado, los cuales producen rap fusionado con varios géneros musicales norteamericanos y caribeños. José Sergrañes Cabrera (Representante), es un rapero que fusiona el rap con salsa, bachata y música electrónica. En la provincia Villa Clara está Omar Leiva Suarez (Mr. ABE-C) considerado uno de los raperos más populares en la actualidad musical cristiana. La Cruzada, compuesto por Gustavo González Rodríguez (G-Rhymes), Rodney Ernesto García Cárdenas (DJ Ro) y su equipo de bailadores, es un caso interesante, pues con el disco Hagan sus apuestas fueron premiados y nominados en el Festival Puños arriba 2012, en la categoría Mejor Diseño y mejor Making off respectivamente, y nominados al Cubadisco 2014 con el disco Más de mí. Alabanza DJs (Giovel Simón y Lemay Picos) es un dúo de música electrónica cristiana, pero ha estado muy unido a la labor de raperas y raperos de la Liga Evangélica en Cuba.

Como dije anteriormente, la lista no está completa, pero tanto los que figuran en ella, como los que están en el anonimato haciendo rap cristiano, son la prueba irrefutable de que la pasión por la música es tan profunda y misteriosa como la fe en sí misma, y el arte que hacen rapeando en nombre del Altísimo no es negociable.

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