Desenterrando la botija de Magic Beans



Magic Beans es una joven agrupación de pequeño formato que tuve la oportunidad de escuchar en ocasión de mi último viaje a la ciudad de Trinidad. Cinco talentosos músicos la integran y tiene un espacio de presentación habitual en el restaurante La Botija de esa localidad.

Cuando empezaron los primeros acordes de la banda pensé en dedicarle un artículo sin que mediara entrevista, como una espectadora más. Pero a medida que avanzaba el concierto me invadió una mezcla de admiración, sorpresa y curiosidad por conocer algunos detalles de su surgimiento y el deseo de que supieran mis intenciones. Así que finalmente les comenté sobre PMU y compartimos palabras.

Ellos me refirieron la relación de Magic Beans, como nombre de la agrupación, con la toponimia de botija cuya utilización en América se remonta a los tiempos coloniales. Tales vasijas se empleaban para trasladar productos desde América a España a través del comercio de ultramar. Elaboradas por lo general de barro, en ellas se conservaban principalmente el agua, los vinos y otros líquidos.

Sin embargo, en Cuba tuvo sus matices. Aquí se le llamó botija específicamente a la vasija de hojalata en la que se trasladaba la leche desde el campo a las ciudades. Y esa morfología fue aprovechada posteriormente por las agrupaciones que hacían son cubano como un equivalente del contrabajo. No obstante, la acepción que más ha llegado a mis oídos, o al menos la que más conservé en la memoria, vino de los abuelos: “ojalá tuviera una botija enterrada”; que hacía alusión a un tesoro que se ocultaba lo mismo debajo del suelo de la casa que en el patio trasero.

La presencia de Magic Beans en el restaurante La Botija de Trinidad, viene siendo una maravillosa combinación de todos estos significados. Agreguémosle pues la fantasía de ese cuento antológico “Jack y los frijoles mágicos”, porque escucharlos realmente puede elevarte hasta las alturas que solo conocen los buenos músicos.

Curiosamente, de los covers y versiones interpretados por Magic Beans, no pude tararear ninguno. El rescate de joyas menos conocidas de la música cubana e iberoamericana en general, a través de elegantes adaptaciones es una de las máximas de la agrupación. Magic… también encanta por el virtuosismo que despliegan todos sus integrantes. Se caracterizan por hacer cada vez una selección impecable de temas en los que confluyen diversos géneros musicales que van desde el son, reggae, canción, hasta el latin jazz. Las voces de sus cantantes Lucy y Lanny (violinista), que por cierto acoplan muy bien, alternan con la limpia ejecución de instrumentales que delatan la formación académica de su bajista y director Dayron Ruiz. También causan admiración los solos de guitarra a cargo de Roberto Medina y el percusionista Eduardo Quintana completa el quinteto a base de talento.

Sin embargo, cierto sabor amargo me llevé de La Botija, no así de Magic Beans. Los aplausos aislados e incluso cierta ignorancia por parte del público presente de la música que hacen estos muchachos, es una de las menos alentadoras consecuencias que trae hacer arte en un local donde se ofrece comida. Lamentablemente esta es una de las pocas opciones que tienen hoy los músicos cubanos que, en aras de hacer su arte y obtener su sustento, se han quedado con muy exiguas alternativas.

No puedo menos que sentir parte de ese desaliento que embarga a un cercano amigo que me ha comentado “me gustaría ser trovador, pero no vivir de eso”. Y solo puedo pensar que las instituciones encargadas de la promoción de la música cubana están cada vez más sordas a nuestros reales y prometedores talentos. Es perturbador que dejen a disposición de foráneos la posibilidad de ofrecer a jóvenes músicos como los de Magic Beans, un futuro en geografías lejanas. Y es que todo lo que acontece en el panorama social se refleja vehementemente en la música.

Por fortuna, PMU realiza un plausible esfuerzo por darlos a conocer y el público local también valora la labor de sus músicos, pero va siendo tiempo de desenterrar todas las botijas y mostrar los tesoros que tristemente permanecen escondidos en nuestro patio.

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