Si la dicha es buena



Años atrás, nadie se hubiera imaginado que Freddy López, aquel niño al que le gustaba hacer de todo menos estudiar, sería hoy todo un cantante. De pequeño era bastante intranquilo y no era muy estudioso. Todo el que lo conoce, pensó que de grande sería mecánico o algo por el estilo, pero el destino le tenía preparado otro camino.

Su afición por la música surgió alrededor del 2000, cuando la fiebre del pop y grupos como Megalo, Alfa o el Dúo Cristal invadían todas las semanas el teatro América. “En ese tiempo había terminado el Pre, pero no había cogido carrera. Por suerte fue el momento en el que empezó la tarea de los trabajadores sociales y matriculé el segundo curso. Y ahí empezó todo”.

Sus inicios en la música no fueron fáciles, pues su inclinación por grupos como Spice Girls o Boyz II Men, lo llevó a querer formar parte de un grupo donde se hiciera un trabajo parecido. “Probé en varios grupos que ya eran populares, pero la exigencia de la audición era mucha. Yo no tenía ningún conocimiento de música y eso era algo que tenía en contra. Por medio de unas amistades, empecé en un grupo nuevo que nadie conocía, todos éramos jóvenes y teníamos los mismos gustos musicales”.

Pero lo que Freddy no imaginaba era que los problemas empezarían por la voz. “Al principio cantábamos canciones de los Backstreet Boys, era ese tiempo en que estaban muy de moda. Igual que ellos, éramos cinco, pero no me sentía cómodo por las partes que me tocaban, quería hacer otras cosas, sobresalir, pero no podía”. Y es que al principio a Freddy le gustaba hacer falsetes y dar notas altas. “Me gustaban las partes agudas y como te podrás imaginar, casi siempre se me iba un gallo. Yo no tenía noción de lo que estaba haciendo y estaba un poco decepcionado, pero como teníamos que hacer juego de voces, decidimos tomar clases de canto y entonces, la profesora me explicó que mi problema era que estaba cantando en una tesitura que no era la mía. Fue entonces que descubrí que en vez de barítono, mi tesitura era de bajo y por poco me da algo”.

Contrario a lo que Freddy supuso, ser bajo le trajo mucha suerte, pues en su repertorio también incluían canciones de Boyz II Men, y ahí sí tenía participación. “Era como buscar en otro lado lo que tienes delante. Yo quería sobresalir por cantar notas altas y resulta que comencé a hacerlo cantando las graves. Además, poco a poco me di cuenta que no todo el mundo puede cantar estas notas y eso me subió el autoestima bastante”.

Luego de varios años, hoy Freddy canta en solitario. “Lo pensé bastante porque pensé que a la gente no le gustaría, pero gracias a todo el trabajo que he realizado durante este tiempo, tengo un rango vocal más amplio y puedo interpretar canciones que antes no podía. Canto donde me invitan, casas de cultura, peñas, donde sea, siempre que quieran escucharme”.

Para estar más seguro de no decepcionar a sus seguidores, Freddy decidió cantar sus propias canciones y para esto aprendió a tocar la guitarra. “Canto temas que la gente conoce, pero me siento mejor cuando canto mis canciones y por suerte, a las personas que las han escuchado, les gustan. Nunca estudiaba, pero siempre me gustó escribir y en las clases de español siempre sacaba 100 puntos. En cuanto a la guitarra, necesitaba una base melódica para poder componer las canciones. Para aprender a tocar cualquier instrumento, te piden que lo tengas y lo más fácil de adquirir es la guitarra, y por eso me incliné por ella, sino hubiera escogido el piano”.

A pesar que nunca fue fanático de grabar lo que cantaba, eso es algo que Freddy ya va pensando. “La idea de grabar no me emocionaba porque cantaba temas de otras personas, pero ahora estoy planteándome la grabación de un demo con mis propias canciones. Me va a costar un poco de trabajo por el tema del costo, pero eso es un sacrificio que hay que hacer. Quiero que las personas conozcan mi música y tener un disco que poder ofrecerles, es sin duda una de las opciones”.

Descubrió la música a los 18 años, pero desde entonces, Freddy le ha dedicado compromiso y perseverancia. El refrán de “Nunca es tarde si la dicha es buena”, en él se hace evidente.

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