La Chagotrovancia



Ahí está la palabra, rica y lista para ser gozada: Chagotrovancia. Quien sepa que a Santiago de Cuba se le llama Chago, ya tiene un cuarto del significado, lo demás se entiende por trova, y el resto no es ni una vagancia ni una codicia, es la pura vaciladera, que sólo sucede cuando se hace trova aquí en Santiago.

Sus artífices, que en realidad no crearon ese modo de cantar pues fue algo que trajeron los cantantes que son de la loma y bajaron para el llano, son una pila de jovencitos, y algunos no tan jovencitos pero con la misma alma, que se dejaron seducir por guitarras y por muchachas, por muchas muchachas, para entonces ponerse a inventar un rima aquí, una melodía acullá, mientras caminaban por estas calles empinadas y se iban de vez en cuando lejos de la ciudad, dejándose embullar por cualquiera.

Uno de sus clásicos líderes vino de antaño, cuando no se llamaba Chagotrovancia, y fue José Nicolás, que en paz descanse y la guitarra lo tenga trovando allá en la Gloria. Los muchachos de ahora se le parecen, más de lo que ellos mismos se imaginan.

Dos de los trovancheros más queridos y escuchados aquí en Santiago de Cuba son Renier Fernández Font y Ruslan Fernández Ríos, junto a otros más como Pedro Antonio Sánchez y Noelito, ahora de emigrante en La Habana. En la foto que acompaña este artículo están en uno de los eventos Longina de Santa Clara, echándole a la trova con ganas, aunque sin la guitarra en las manos, en son de coros. Pero es que a todo ellos se atreven.

Renier es uno de los jóvenes trovadores que todos quieren escuchar en las noches de Peña, porque los otros siempre cantan lo mismo con lo mismo. Pero Renier sabe lo que quiere desde que nació en el Reparto Flores donde sigue viviendo. Su camino es elocuente: estudió percusión, fue rapero, recibió lecciones de piano, y de loco se puso a hacer rap con una guitarra acústica. Ahora fusiona su trova con bossa nova, rap, jazz, rumba, son, salsa, de todo. Como comenzó haciendo rap, sus temas siempre tienen un trasfondo social. “Articulo 1” es un reggae trova que gusta mucho en Guantánamo, “Son de conga”, “Bar de añoranza”, “La Mulata”…

Ruslan es un atrevido vacilador de la vida, nació aquí en el barrio 30 de noviembre: “hasta que la permuta y Dios lo permita, porque hay que irse para La Habana, yo me voy delante, llego allí, hago un contingente y le digo a la gente que echen para allá: tírense ahí a dormir y vamos a luchar”.

De arquitecto tiene mucho, eso fue lo que estudió, para colmo quiere hacerse Máster, y mientras trabaja en una de las empresas de la construcción con más “pincha” por el 500 aniversario de Santiago de Cuba, le queda tiempo para vacilar con las cuerdas. Su problema social son “las mulatonas de aquí de Santiago, las saco en todos los coros”. Tiene canciones serias, pero le gusta hacer lo que él mismo llama “trova pervertida”, sus temas así se presentan: “Canción para una mujer accidentada”, “Filing nostálgico por un orgasmo sentimental”, “La canción del Babujal”…

La trova la hacen porque les gusta, ellos dos defienden esa idea, no quieren ni piensan hacerse ricos con una guitarra, pero tienen muchas cosas que decir y saben que la trova tradicional, o la imagen de alguien sentado y entonando, no es lo que siempre atrae al público. Si los dejaran, hasta teatrova hicieran, como hicieron o hacen muchos desde Augusto Blanca, pasando por Rubén Lester, William Vivanco, hasta Alejandro Zamora.

Lo que más puede emocionar de estos dos trovancheros de Santiago de Cuba es, además de su humor empedernido, la certeza de que quieren cantarle a la gente que tienen al lado y no perderse “haciendo sopa”.

De momento, Renier y Ruslan están en eso, defendiendo las ansias de trova en Santiago, es decir, la Chagotrovancia.

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