El Chama crece



El universo musical cubano, al igual que otras manifestaciones artísticas, muestra en la actualidad una indiscutible y rápida expansión que abarca variados estilos y conquista nuevas voces, realidades que garantizan continuidad y diversidad para la riqueza del panorama nacional de los próximos años. Con certeza, la situación es consecuencia de la demanda creciente de un público exigente en gustos y formas, y de la consolidación de un mercado artístico cuya rentabilidad es fuente de atracción para jóvenes de diferentes procedencias. Pero esta riqueza de expresiones y estéticas no sería posible si no se contara con las actitudes y voluntad de sus aspirantes. Sin embargo, aunque se impone luchar, a veces la suerte es un factor ineludible para allanar un sendero que, como cualquier otro, presenta alturas y descensos en el trayecto hacia la realización personal y el reconocimiento público.

Sin duda alguna, con apenas 18 años, Roberto Carlos Ortega Bermúdez logra combinar sus aún lozanos talentos musicales con el convencimiento de poder abrirse camino en el solicitado y competitivo mundo de la música. Aunque villaclareño de nacimiento, desde La Habana, donde el capitalino barrio de El Cerro le ha visto crecer y concluir su adolescencia, le ha tomado el pulso de cerca al estado de la producción musical, pudiendo armonizar sus canciones con una mezcla que incluye hip hop y reggaetón principalmente. Para El Chama, alias que ha escogido para identificarse como intérprete, “las letras de las canciones deben ser sencillas, con un estribillo fácil de aprender” para que el público pueda incorporarlas rápidamente. Al igual que otros jóvenes cubanos, tiene sus paradigmas tanto en el escenario nacional como extranjero. “Entre tantos artistas que me gustan mi ídolo es Daddy Yankee”. Y aunque reconoce que Cuba cuenta con grandes figuras de fama mundial como Gente de Zona, “hay también muchos muchachos con ganas de salir adelante y que hacen buena música”.

Sin desalientos, confiado y satisfecho con su quehacer, ha encontrado apoyo incondicional en su madre y en su novia para llevar adelante su formación como artista. Con paciencia trabaja aun para lograr la aprobación de su padre, a quien, como muchos otros también piensan, “no le agrada mucho este mundo, piensa que es una pérdida de tiempo” y le impulsa a preocuparse más por los estudios, garantía para él de un futuro seguro. Pero para que el mundo sea mundo tiene que haber de todo, la labor del artista que es tan válida como la del ingeniero en su oficio, es enriquecer el mundo espiritual de la gente.

A pesar de tener cualidades en el plano personal que le permiten dedicarse a lo que le gusta, El Chama afirma que una de las mayores dificultades que ha tenido hasta el momento “ha sido esperar la oportunidad para cantar en algún lugar”. Pero afortunadamente ese obstáculo ha desaparecido y hemos disfrutado del éxito de sus presentaciones en el Cristino Naranjo, centro recreativo de la capital donde cada vez acude mayor cantidad de jóvenes incitados por el ritmo contagioso de su música.

Gracias a la seguridad que tiene en sí mismo, domina con total precisión los retos que le faltan por superar. Mientras intercambiaba con él me confesó: “creo que debo enfocarme en seguir haciendo canciones para seguir ganando público que me escuche y le guste lo que hago (…) No toco ningún instrumento, pero me gustaría aprender, es algo que tengo como proyecto futuro”.

Con el ímpetu de su juventud notamos que El Chama ya se nos está haciendo todo un hombre, se traza objetivos de mayor envergadura, deseos con los que sueña todo cantante. “Todavía no es muy seguro, pero tengo como plan hacer un disco con unos amigos (…) Mi mayor compromiso es con el público que me sigue y siempre me apoya, que sepan que la música que hago es por ellos, que me dan la fuerza para seguir adelante”.

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