¿Deprimidos los raperos?



Es cada vez más común escuchar en el ambiente académico cubano, especialmente en el que se dedica al estudio de la relación política-cultura-sociedad, la afirmación de que el movimiento hip hop en la Isla atraviesa por una mal llamada “depresión” que impide, obstaculiza y frena la autodefinición de los raperos y su posición de vanguardia artística en cuanto a la denuncia de los males generados por el gobierno en la sociedad.

La idea es demostrar que los raperos, por cansancio y desinterés, también se sumaron a la carroza de la pasividad y el conformismo para alejarse o abstraerse del contexto político nacional concreto, reflejando desilusión, apartándose de sus esencias y dejándose ganar por la pasividad.

De esa manera se aboga por conceptos que implican nuevas formas de buscar identidades políticas y culturales entre los representantes de un movimiento que se caracterizan por alzar sus voces en contra de las reglas sociales preestablecidas y dejan entonces los juicios y los razonamientos a los espectadores, con lo que la decodificación de los textos y de los mensajes del rap se diluye y no van más allá de las simples exposiciones, con lo que intentan alcanzar el objetivo final de aislarlos, minimizarlos y desaparecerlos como detonante social o como cronistas de su época.

Quizás a primera vista el asunto parezca un tanto complejo, pero su esencia es evitar el desarrollo y crecimiento del hip hop en Cuba y de todas las manifestaciones y géneros artísticos o no que de él se derivan.

Nadie dude, que todo eso se hace porque los hacedores de políticas en el país conocen de sobra que los raperos han introducido en el contexto social cubano nuevas formas de articulación pública muy distintas a la retórica y a los discursos de los funcionarios del inmovilismo, que manifiesta el cansancio ante las viejas dicotomías y hostilidades ideológicas.

El rap y sus seguidores conforman un grupo ya lo suficientemente fuerte como para hablar de un nuevo tipo de jóvenes en la sociedad cubana que se mueven en la búsqueda de novedosas maneras de acercarse a la cultura, a las tradiciones, que claman por su autenticidad y reconocimiento, y manejan como eficiente arma a la crítica social.

De esa manera, han conquistado los espacios que le pertenecen y aumentado su impacto en la sociedad. Con la estrategia de afirmación y resistencia el hip hop cubano logró posicionarse entre las estructuras de poder que lo rodean y participa de todas las dinámicas políticas y culturales que de alguna manera dan vida a formas de pensar opuestas y generan conflictos de pensamiento en la Isla.

Es por ello, entre otras muchas cosas, que se trate de desvirtuar esa realidad hablando de “depresión” y “alejamiento” como si ser rapero o pertenecer al movimiento del hip hop, fuera propio de dementes o desfasados. Al mismo tiempo tratan de minimizar el papel que pueden desempeñar en el proceso de transformación de la sociedad. Con sus textos, los raperos indican y señalan las situaciones precarias que ellos perciben a su alrededor. En conjunto con su estética alternativa, y a pesar de los esfuerzos por coartarlos por parte de las autoridades, se convierten en síntoma de una creciente diversificación de la sociedad.

Los seguidores de esa teoría y sus consecuencias prácticas olvidan que las esencias del movimiento del hip hop en Cuba están íntimamente ligadas al propio desarrollo de la sociedad; que nacieron y tomaron fuerza no porque nadie quiso o los indujo a ello, y mucho menos por simple copia de lo que se hacía en otros lugares, sino sencillamente porque encontró todas las condiciones objetivas y subjetivas para existir, crecer y multiplicarse.

Intentar ocultar, evitar, modificar, tergiversar o confundir esas razones no es edificante, por el contrario, es un capricho ciego que no es capaz de ver, convivir y coedificar junto a esos jóvenes una Cuba mejor, sin imposiciones ni prejuicios, donde cada quien no tenga que reprocharle al otro, sino exigirle la cuota de sacrificio común para que todos puedan labrar el presente y el futuro sin odios, ni ataduras.

Tildar de depresión un empeño mayor como es el sueño de todos los raperos cubanos, no es más que una burla hecha desde la burbuja del poder, pero ojo, la perseverancia y la verdad la pueden convertir en una pompa de jabón.

Atrás


Comentarios   Dejar un comentario
No hay comentarios en este momento.