Caminos para la trova alternativa



La poesía hace crecer las cosas aparentemente de la nada. Quien ha leído mucha poesía tiene en su vida dos bendiciones: poseer un ápice de la suprema belleza y hacer asociaciones muchas veces imposibles en otro contexto.

En pos de hacer nuevos caminos para la poesía, el trovador camagüeyano Reynaldo Rodríguez no descansó hasta hacer realidad su sueño de crear un espacio sin ataduras para la canción inteligente, que se consumó con la inauguración de la peña Camino, en la Terraza Arte Joven de su ciudad natal, un lugar en el que confluye lo mejor y más vanguardista del pensamiento juvenil de la ciudad de los tinajones.

Lo primero, dice Rodríguez, fue no aceptar imposiciones, pero sí imponer la necesidad como artistas y personas, de salvar el quehacer de muchos jóvenes poetas y trovadores con un discurso alternativo, revolucionador, diferente y con muchos deseos de consolidarse como juglares de la realidad en la que viven, en una ciudad que ni siquiera en años gloriosos tuvo una predilección por ese género.

No aceptamos, agrega, morir bajo la asfixia del facilismo y la banalidad musical. Hemos abierto las puertas a todo el que tiene algo que decir, no importa de qué lado o tendencia venga, aquí debe primar el respeto por la diversidad de las ideas, posiciones, comprensiones de la sociedad y el mundo, y lo más importante, ser capaz de respetar el universo creativo, intelectual y político de los demás.

El único y mayor objetivo es salvar la trova, afirma guitarra en mano, abrirle espacios más allá de las simples presentaciones incidentales en actos políticos con canciones archiconocidas, inmóviles en el tiempo y el espacio, como si el mundo no se hubiera movido en décadas y la Cuba de hoy fuera la misma de varias décadas atrás.

Camino pretende darle una nueva existencia al género, rescatar sus valores como portavoz de las realidades sociales, malas o buenas, evitar que nos releguen como simples “locos con guitarra” que se mueren por ser escuchados, y ello es triste, por cuanto la trova es nuestra, identitaria, cubana hasta el tuétano, digna de ser reverenciada, cuidada y sostenida.

No ha sido fácil, asegura, muchos han sido los obstáculos y las dificultades, las necesidades materiales, la ausencia de muchas cosas imprescindibles, así como también las barreras de pensamiento que hemos tenido que vencer, pero Camino se abre paso. Es ruta llena de piedras, de ausencias y de muchos sueños, pero después de tanta lucha y convencimiento; de tanta espera y ausencias, se juntaron trovadores de la talla de Harold Díaz, Nornis Venegas y Reynaldo Rodríguez para hacer trova de la buena, de esa que falta en los espacios públicos y culturales de la ciudad.

Junto a ellos Caminos crecerá, no solo como espacio disponible, sino como núcleo vigorizador de nuevos y más incisivos artistas, con mucho que decir y poco que ocultar, y que necesitan de la savia creadora de los más experimentados para convertir al proyecto en la casa matriz de uno de los géneros de la cultura alternativa cubana.

De inmediato, asevera Reynaldo, pensamos mantener el espacio abierto una vez por semana de manera oficial, y en algunos días alternos instauraremos talleres y haremos audiciones para todos los que estén interesados en participar con nosotros.

La idea es conocer de cerca a todos los jóvenes que de alguna u otra manera estén interesados en hacer trova o que ya la hagan, para escuchar sus obras, aconsejarlos y darles la oportunidad de que compartan sus sentimientos y creaciones con el público.

La puerta está abierta para trovar. Caminos espera. Sean bienvenidos.

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