La vida es ese ascender por escalas
3 de agosto de 2015
Comenzó como un hobby y poco a poco se ha convertido en la razón de sus desvelos. Lo que no pasaba de ser una actividad para matar el estrés cotidiano y le prometía solo un instante de distracción, ha pasado a ser el centro de su vida. Patricia es una joven de 24 años que ha decidido rescatar los viejos sueños que no envejecen, dejando a un lado las ocupaciones “serias y útiles” de la vida. “Desde pequeña he tenido esta vocación por la música, mi mamá se la pasaba conmigo de un lado para otro llevándome a cantar. En la adolescencia lo fui abandonando desgraciadamente, me imagino que por inmadurez y complejos, pero ya un poco más crecidita decidí dejar todo eso atrás y dedicar un tiempecito a lo que me gusta”.
El talento creador a la larga siempre termina por imponerse, no importa cuán tarde retomes el camino. Lo triste es contemplar cómo en la sociedad contemporánea la vocación de muchos jóvenes que por alguna razón no se han formado en academias y poseen alguna facilidad melódica, o un genio compositivo natural, queda casi siempre reducida al rango de los “aficionados”, como en una especie de clasificación conformista que abraza a todas aquellas expresiones que no llegan a ser profesionales. Este fenómeno se torna aún más preocupante cuando, además, las instituciones capacitadas para estimular la creatividad emergente no cumplen debidamente su cometido y, por otra parte, la gratificación monetaria se convierte en la única fuerza capaz de abrir puertas y atraer audiencias.
De cualquier manera, sin hacer caso a las adversidades, La Flaca, como la llaman sus amistades más cercanas, va redescubriendo sus habilidades musicales a través del canto y la guitarra, con la única intención de ser fiel a sus preferencias e ideales. Para ella cantar constituye una forma de expresión que le da rienda suelta a su libertad poética y le ayuda a canalizar sus impulsos creativos: “Es lo único que me hace despejar y relajarme”.
Es amante de la canción inteligente y rechaza toda clase de banalidades y complacencias comerciales. Buena Fe es una de sus más elevadas influencias, al punto de sentirse fuertemente inspirada por el dúo, aunque no deja de reconocer talento y valor en otros como Adrián Berazaín, Raúl Paz o Qva Libre. pero sin renunciar a la especial fuerza de la lírica de Silvio, de la cual se siente deudora, sobre todo en lo que concierne a la manera de estructurar las canciones, los temas que le interesan y en lo inteligente de las letras.
Cuando le preguntamos su opinión sobre los males que afectan en la actualidad a la escena musical cubana, no dudó en expresar su rechazo a la banalidad, la obscenidad y el éxito fácil: “Me preocupa que el cubano se ha desviado hacia el facilismo, hacia lo vulgar, hacia lo poco inteligente”.
En estos momentos lo que más valora Patricia, de su naciente carrera como cantautora, es ese instante estremecedor ante el público, el solo hecho de compartir un par de temas. Agradece esos pequeños momentos de complicidad con el auditorio de las peñas donde participa, o al participar como invitada en las presentaciones de sus amigos. Así habla quien comienza a develar las emociones más sencillas que llenan a todo artista cuando recibe la respuesta de los espectadores: “Cantar ante un público aunque sea pequeñito, es una experiencia increíble e inolvidable. Te sientes una triunfadora con mucho orgullo y alegría”.
De la mano de sus amistades, a quienes agradece y permanece incondicional, esta alegre trovadora espera en un futuro inmediato grabar su primer disco. Por el momento, otro proyecto de fonograma la mantiene activa y soñadora, pues el hecho de participar como artista invitada constituye un gran aliento para todo joven creador que se está iniciando.
No desespera Patricia por triunfar o ser reconocida internacionalmente. Confiada en su talento y comprometida con su carrera, bien sabe que “la vida es ascender por escalas y tiempo es lo que me sobra”.
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3 de agosto de 2015
Comenzó como un hobby y poco a poco se ha convertido en la razón de sus desvelos. Lo que no pasaba de ser una actividad para matar el estrés cotidiano y le prometía solo un instante de distracción, ha pasado a ser el centro de su vida. Patricia es una joven de 24 años que ha decidido rescatar los viejos sueños que no envejecen, dejando a un lado las ocupaciones “serias y útiles” de la vida. “Desde pequeña he tenido esta vocación por la música, mi mamá se la pasaba conmigo de un lado para otro llevándome a cantar. En la adolescencia lo fui abandonando desgraciadamente, me imagino que por inmadurez y complejos, pero ya un poco más crecidita decidí dejar todo eso atrás y dedicar un tiempecito a lo que me gusta”.
El talento creador a la larga siempre termina por imponerse, no importa cuán tarde retomes el camino. Lo triste es contemplar cómo en la sociedad contemporánea la vocación de muchos jóvenes que por alguna razón no se han formado en academias y poseen alguna facilidad melódica, o un genio compositivo natural, queda casi siempre reducida al rango de los “aficionados”, como en una especie de clasificación conformista que abraza a todas aquellas expresiones que no llegan a ser profesionales. Este fenómeno se torna aún más preocupante cuando, además, las instituciones capacitadas para estimular la creatividad emergente no cumplen debidamente su cometido y, por otra parte, la gratificación monetaria se convierte en la única fuerza capaz de abrir puertas y atraer audiencias.
De cualquier manera, sin hacer caso a las adversidades, La Flaca, como la llaman sus amistades más cercanas, va redescubriendo sus habilidades musicales a través del canto y la guitarra, con la única intención de ser fiel a sus preferencias e ideales. Para ella cantar constituye una forma de expresión que le da rienda suelta a su libertad poética y le ayuda a canalizar sus impulsos creativos: “Es lo único que me hace despejar y relajarme”.
Es amante de la canción inteligente y rechaza toda clase de banalidades y complacencias comerciales. Buena Fe es una de sus más elevadas influencias, al punto de sentirse fuertemente inspirada por el dúo, aunque no deja de reconocer talento y valor en otros como Adrián Berazaín, Raúl Paz o Qva Libre. pero sin renunciar a la especial fuerza de la lírica de Silvio, de la cual se siente deudora, sobre todo en lo que concierne a la manera de estructurar las canciones, los temas que le interesan y en lo inteligente de las letras.
Cuando le preguntamos su opinión sobre los males que afectan en la actualidad a la escena musical cubana, no dudó en expresar su rechazo a la banalidad, la obscenidad y el éxito fácil: “Me preocupa que el cubano se ha desviado hacia el facilismo, hacia lo vulgar, hacia lo poco inteligente”.
En estos momentos lo que más valora Patricia, de su naciente carrera como cantautora, es ese instante estremecedor ante el público, el solo hecho de compartir un par de temas. Agradece esos pequeños momentos de complicidad con el auditorio de las peñas donde participa, o al participar como invitada en las presentaciones de sus amigos. Así habla quien comienza a develar las emociones más sencillas que llenan a todo artista cuando recibe la respuesta de los espectadores: “Cantar ante un público aunque sea pequeñito, es una experiencia increíble e inolvidable. Te sientes una triunfadora con mucho orgullo y alegría”.
De la mano de sus amistades, a quienes agradece y permanece incondicional, esta alegre trovadora espera en un futuro inmediato grabar su primer disco. Por el momento, otro proyecto de fonograma la mantiene activa y soñadora, pues el hecho de participar como artista invitada constituye un gran aliento para todo joven creador que se está iniciando.
No desespera Patricia por triunfar o ser reconocida internacionalmente. Confiada en su talento y comprometida con su carrera, bien sabe que “la vida es ascender por escalas y tiempo es lo que me sobra”.
Comentarios Dejar un comentario
- Esteban
- 3 de agosto, 2015 9:27 am (GMT-5:00)
- Solo ponen nombres y los apellidos? donde esta la veracidad periodistica¿
- 3 de agosto, 2015 9:27 am (GMT-5:00)