Una pelea underground contra la burocracia



Desde sus inicios, el movimiento underground cubano ha tenido que sostener una dura y prolongada batalla contra la burocracia cultural institucional que sustentada en los vericuetos de la política y de la exclusión, creó un entramado de instituciones y gerencias empresariales u otras estructuras parecidas, quienes a su vez hicieron una madeja de directivas, órdenes, disposiciones y subjetividades casi imposibles de deshacer.

El objetivo de tales entuertos no es otro que el de afectar la plena libertad de creación de los artistas, principalmente de los denominados alternativos. Tales deformaciones y alejamientos de sus funciones primarias van más allá del denominado inmovilismo o estancamiento, y en muchas ocasiones como afirma un destacado investigador local, “llegan incluso a ser antisocialista en el socialismo”, lo que en Cuba equivaldría a cometer un pecado capital.

De esa enfermedad también padecen las asociaciones nacionales que en un determinado momento fueron creadas para tratar de “encauzar y frenar” la pujanza de los movimientos de rap y rock alternativos en la Isla. De nada sirvió que fueran removidos y sustituidos los sujetos que fungían como directores (as), pues ellos y sus sustitutos siempre prefirieron poner frenos y buscarse cómodas posiciones en las estructuras responsables de sus génesis, salvo honrosísimas excepciones.

Es por ello que los exponentes de la cultura alternativa nacional tuvieron que aprender a reciclarse y evolucionar también de forma independiente, partiendo de las propias emergencias sociales que les dieron vida, exponiendo sin descanso las nuevas modificaciones del sistema de valores de la sociedad cubana, que cobraron fuerza a partir de los años noventa del pasado siglo.

La batalla requirió entonces del empleo de nuevas tácticas de posicionamiento, de reconocimiento, de relacionarse con la sociedad y con sus actores, aprovechando el afán de la burocracia de mantener sus privilegios no ganados y su poca velocidad de reacción y adaptación a las nuevas circunstancias.

A pesar de las dificultades, en los últimos años un número cada vez mayor de creadores de todas las manifestaciones alternativas han ido ganando espacios independientes con la anuencia de la burocracia, que los deja hacer para aparentar estar sumidos también en el proceso de cambios, pero que no pierde tiempo y contraataca cuando el discurso se aleja del oficialismo.

No estaría de más revisar entrevistas y reportajes publicados por PMU donde los artistas, fundamentalmente raperos, cuentan anécdotas que parecen salidas de la imaginación del más prolífico de los escritores de ciencia ficción, y narran sus peripecias para ganar algunos espacios en centros nocturnos o casas de cultura de todo el territorio nacional. Aunque no sea este el tema del comentario, vale la pena detenerse aquí y dedicar algunas líneas para reconocer el trabajo del villaclareño Ramón Silverio con el Mejunje, un verdadero oasis para la cultura alternativa cubana y que ha sido defendido hasta con las uñas a lo largo de su fructífera existencia de los ataques de la burocracia.

Los artistas y productores alternativos han creado a lo largo de todos estos años multitud de iniciativas que transpiran originalidad, imaginación y sobre todo, libertad de expresión. Las dificultades a las que estos creadores se enfrentan diariamente son innumerables y tienen, además de la incomprensión de las autoridades, un sinfín de carencias que nadie que no conviva con estas realidades ni siquiera puede ser capaz de imaginar.

En la denominada época de las tecnologías de la información y las comunicaciones, un nuevo escenario en la batalla underground versus burocracia ha hecho su entrada en Cuba: Internet y las redes sociales. A todas luces y a pesar de lo que se intenta decir en el lenguaje oficial, esas facilidades habituales para cualquiera en el mundo y que ahora deslumbran a todos en la Isla, sin excepciones también serán usadas como armas para homogenizar y politizar la cultura, con visos excluyentes y pseudoculturales para, entre otros fines, disminuir el efecto de la cultura alternativa en la creación de estados de conciencia favorables a los cambios en la sociedad.

En las escasas localidades públicas donde ahora el cubano puede “disfrutar” de carísimas facilidades de conexión Wi-Fi, se aglomeran las personas, fundamentalmente jóvenes, para usar sus emails o acceder a Facebook para interactuar con amistades y familiares.

Sin la anuencia de los editores de PMU y sin su apoyo, se entregó a algunos de los asistentes las direcciones de varios sitios web culturales, incluido el de esta página, con la solicitud de que si podían los visitaran y nos dieran sus consideraciones. Una abrumadora mayoría dijo que los sitios cubanos estaban desactualizados, no eran sugerentes, ni satisfacían sus necesidades de información e intercambio de conocimientos. Entre los foráneos, PMU se llevó las palmas, ninguno de los participantes en esa pequeña y empírica encuesta conocían de su existencia hasta ese momento, pero se quedaron asombrados con que existiera algo como eso y ahora estuviera al alcance de su tarjeta de navegación. Uno llegó a decir que hacía mucho tiempo no leía tantas verdades juntas de la situación de la cultura en Cuba, especialmente entre los jóvenes.

Ese pequeño y simple ejercicio corroboró la importancia de esos nuevos medios para la cultura alternativa cubana, porque es prácticamente imposible de detener el acceso a ella una vez que se posicione en la preferencia de los internautas. Aún cuando el proceso sea más lento y accidentado de lo deseable no se podrá frenar la difusión de las expresiones culturales que sobreviven al margen de la oficialidad.

En la nueva batalla contra la “culturocracia” cubana, los artistas y activistas culturales alternativos podrán difundir su trabajo e ideas sin rendirse, necesariamente, a las exigencias de las instituciones, y resulta uno de los vehículos de mayores posibilidades para que la cultura alternativa en Cuba expanda la independencia ciudadana, y alcance la mayoría de edad. Entonces, se habrá ganado otro combate en el enfrentamiento entre el movimiento underground cubano y la burocracia.

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