Lázaro Ramos Cáceres, un compositor underground de pueblo



“La sociedad, en su deseo de perpetuarse y en su necesidad de supervivencia, debe apoyarse en buena medida en la preservación de su cultura, de sus esferas culturales y de sus ámbitos culturales de influencia”. -Silbermann

El compositor musical underground trabaja por cuenta propia, pero al mismo tiempo es económicamente dependiente. No tiene capital o mejor dicho, sólo cuenta con su capital intelectual. Desde el punto de vista de la economía, su capital es inútil, no lo puede acumular, no puede hacer inversiones y, en definitiva, no goza de ninguna de las ventajas que el capital ofrece a un empresario autónomo. Por consiguiente, si se incluyen en el grupo de los autónomos a los compositores y autores, éstos corren el riesgo de cargar únicamente con los inconvenientes de ser empresarios, por ejemplo, pagar impuestos profesionales. Además, tienen la desventaja de pagar los impuestos máximos sobre sus ingresos fluctuantes, que si bien a veces son altos, también son muy espaciados en el tiempo.

Ahora bien, el compositor no es tampoco un empleado o funcionario que se beneficia del sistema de seguridad social, con horarios fijos, ingresos fijos y seguro de enfermedad y de jubilación. Su actividad no se orienta en principio, ni hacia la productividad y el beneficio ni hacia el sector público cubierto por condiciones reguladas democráticamente en un contrato laboral permanente.

Lázaro Ramos Cáceres, como todos los compositores underground, goza de estas ventajas y desventajas. Su sueño de compositor lo ha llevado a cabo en un recóndito pueblo de la provincia de Pinar del Rio, del que no salen artistas ni se promueve el arte, pero esto no le ha frenado para realizarlo. Desde 2012 siente la necesidad de desarrollar la composición musical, pese a estar atado a los inconvenientes burocráticos que imponen las instituciones culturales de la localidad, así como al mal trabajo promocional de las mismas.

Lázaro no cuenta con la información necesaria para presentar su trabajo ante un jurado local que le indique los primeros pasos en el camino de la promoción. La casa de cultura del pueblo Sevadero, en el municipio Sandino donde habita, es totalmente simbólica y generalmente pasa por alto las realidades humanas y culturales del universo underground. Toda una paradoja.

La importancia de las instituciones culturales en el desarrollo de los músicos locales debe ser crucial, sobre todo en un periodo de evolución social rápida como el actual, caracterizado por un lado por una valoración excesiva del poder político y, por otro, por la irrupción en el ámbito de la cultura de una economía fuertemente tecnocrática.

No obstante, el joven compositor underground cubano persiste, y de manera autodidacta Lázaro ha desarrollado, en la medida de sus posibilidades, su sueño de compositor. Después del obligatorio servicio militar, las ideas le asomaban a la cabeza y su reacción era siempre tomar un bolígrafo y comenzar a plasmar en el papel aquel cúmulo de palabras que iban y venían sin cesar.

Su inspiración es escuchar música de todo tipo, pero las baladas lo sedujeron más que cualquier otro género y ha compuesto 16 temas, pendientes de arreglos, con los ya que pudiera, de no ser por la inexistente promoción, musicalizar un disco. Para alcanzar este número de composiciones, Lázaro se nutre de las situaciones cotidianas que rondan sentimientos como el amor, la amistad, la sinceridad, entre otros.

Su fuerte son las baladas, pero Lázaro está abierto a la versatilidad y en estos momentos está sumido en encontrar uno o varios cantantes que musicalicen sus letras. Su expectativa es llegar a ser un compositor reconocido en la isla en un futuro no muy lejano. Por lo pronto, PMU ya le ayuda con la promoción en sus primeros pasos como compositor.



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