El grupo que aún no tiene nombre



Era martes en la noche y había salido a tomarme unas cervezas para liberar el estrés del trabajo de toda la semana. Mi objetivo en esa ocasión era de todo menos hacer una entrevista, pero casualmente al bar que fui coincidí con Osmany Delgado, antiguo compañero de escuela que no veía desde la adolescencia, pues la vida nos había dado caminos totalmente diferentes.

Osmany entre copas y risas me comenta sobre su nuevo proyecto musical y para asombro mío, me dice que era director de un nuevo grupo hip hop/baladas que saldría a hacer su primera presentación en los primeros días de agosto. Por supuesto, no me dejó otra alternativa que comentarle en qué consistía el proyecto de PMU, mostrando inmediatamente mucho interés para que le hiciera una entrevista sobre el trabajo que estaban realizando con la música y su perspectiva de ver la vida. Así que gustosamente accedí sin vacilar.

Osmany comenzó contando que a pesar de ser el director del grupo, no tiene pensado ser intérprete de ninguno de los temas que interpretan, tampoco piensa mostrar su imagen en público. “Para ello tengo a mis muchachos jóvenes, ya yo estoy llegando a los cuarenta y la verdad no doy la mejor imagen -comenta entre risas-. ¡Ná’, en serio! Ellos tienen mucho talento y yo no soy más que un aficionado al canto. Prefiero más bien guiarlos como un padre y orientarles el rumbo que deben seguir”.

Este comentario me agarró por sorpresa porque recuerdo a un Osmany muy emprendedor en el canto y la guitarra, por allá en los años 90, cuando empezaba en Cuba a estar de moda clásicos como “Hotel California”, una canción que no dejaba de tocar con su pandilla de frikis por los pasillos de la escuela. “Bueno, eso eran sueños y locuras de la juventud, fue una etapa bonita de mi vida donde me enmarqué una pauta, ahora tengo otro compromiso, otros proyectos, miro la vida desde otro punto de vista. A pesar de que añoro esos tiempos, ahora me veo más como un educador, como un guía y creo que sí, mezclando mis sueños antiguos con mis nuevos métodos educativos, podemos sacar algo provechoso”, me replicó inmediatamente.

Más adelante, Osmany me dice algo más que me sorprende y es que el grupo aún no tiene nombre, pero que lo tendrá en los próximos días. “El lio del nombre ha sido un dilema. Tenemos varias opciones y queremos discutirlo entre todos. Algo que realmente nos represente, que no sea algo normalito, es decir, no queremos poner un nombre que no diga nada, ya que el mismo es la cara del grupo. Quisiera un nombre que tenga que ver con nuestra música, con nuestro mensaje en las canciones. No queremos pasar desapercibidos con un nombre o un tema común y corriente. En fin, tengo mucho confianza en lo que podemos lograr”.

Del nombre saltamos a la composición y la fusión del hip hop con la balada. “¡Eso ha sido terrible! En el grupo son cuatro muchachos, tres que tocan hip hop y uno que canta baladas, pero en un principio eran solo los tres primeros y para nada querían aceptar al baladista. Incluso, los primeros días el baladista quería renunciar debido al rechazo a que fue sometido por los demás. Pero bueno, por suerte ahora son muy buenos amigos. La verdad tuve que hacer magia para hacerles entender que teníamos que ganarnos dos tipos de públicos y que podíamos abarcar muchos más admiradores de esta manera, además de incentivar en ellos el compañerismo y el no rechazo a nuevos horizontes… en general y a la larga, todo ha ido de maravillas, estamos muy contentos, tenemos temas muy bonitos y con muy buenos arreglos que creo pueden llegar a pegarse bastante. Solo el tiempo dará la razón al respecto”.

Ya que se tocó el punto de las letras, no podía faltar la pregunta mágica: ¿Cómo llevan el tema de las letras con esta fusión de ritmos? “¿La verdad?, ha sido bastante complejo. Soy muy quisquilloso en los detalles y lograr que el compositor, el arreglista y yo nos pusiéramos de acuerdo fue realmente complicado, ya que el compositor quería ir por una onda un poco suave, algo cursi, el arreglista quería ser un poco más agresivo y yo más viejo al fin, quería tocar temas actuales de cómo se vive en La Habana, el estilo de vida de los cubanos, las colas en los agromercados, la panadería, los taxis… es decir, de todo lo que nos rodea. Al final hemos sacado ocho temas y creo que hemos llegado a una fusión de lo que los tres queríamos eso sí, siempre dándole voz y voto a los muchachos jóvenes, que al fin y al cabo son los que van a interpretar las canciones”.

Para Osmany no ha sido fácil la vida porque a pesar de ser hoy una especie de empresario, ha tenido que luchar muy duro desde aquellos tiempos de adolescente para llegar a donde está hoy. “La perseverancia ha sido mi palabra clave. Mi estrategia no ha sido como muchos de culpar al Estado y a sus secuaces de mis problemas. Ellos influyeron, es verdad, pero si te enfocas en salir adelante, lo haces. No importa las trabas que haya en el camino, la mentalidad positiva y la buena aura ayuda a las personas a encontrarse a sí mismas. Ese es parte del consejo que les doy a mis muchachos. Siempre les digo que no intenten buscar culpables, intenten buscar soluciones. El mundo está lleno de recursos, caminos y posibilidades, solo están ahí esperando ser encontradas y un gran porciento de la población no sabe cómo llegar a ellas. Es una ventaja que he tenido sobre los demás y trato de que mis muchachos sepan el secreto”.

Ya entrada la noche comenzamos el protocolo de despedida, no sin antes prometer una nueva entrevista más formal después de sus primeras presentaciones, cuando tengan una imagen y un nombre bien elaborados.

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