¿Una nueva Cuba musical es posible?



De repente todos se vuelven locos, Obama anuncia el restablecimiento de las relaciones con la Isla. Los cubanos salen a las calles “espontáneamente” para celebrar las buenas nuevas. La gente comenta en sus casas sobre las nuevas posibilidades que pueden conllevar este cambio. Y por supuesto, los músicos no dejan de opinar al respecto, ya sea de forma optimista o pesimista.

Corría el caluroso mes de agosto y me encontraba en un pequeño festival de rap/hip hop celebrado en las afueras de Guanabacoa, auspiciado por sus propios cantantes. Por lo cual aproveché la oportunidad y me dispuse a realizar una recopilación de opiniones respecto a los nuevos cambios, antes de dar voz a mi análisis personal.

Raúl Fernández Longuera, rapero de 22 años de edad: “Yo no creo que haya ningún cambio que me vaya a dar en mi vida, ni a mí ni a mi familia. Todo va a seguir igualito. Fíjate tú, que eso pasó hace unos cuantos meses y dime si tú ves algo nuevo que no sea la matazón por la Wifi loca esa. Ahora, si los cambios son tan lentos como dicen ser, ¿para cuando vendrán las mejoras en cuanto a las condiciones y posibilidades de los artistas? Nada, que yo no creo ese cuento de que algo va a cambiar. Todo es un rejuego político para una vez más tener a la gente entretenida y engañada”.

A su lado se encontraba otro muchacho, rapero igual que Raúl, el cual no quiso dar su nombre real, pero todos lo llamaban Pichi, y no estaba tan pesimista al respecto porque decía: “Asere no seas tan amargado, yo sí creo que las cosas van a ir mejorando. Aquí se han cometido mil errores, pero esta gente está dando pasos para rectificarlos. Lo que no creas que ahora vayan a llover caramelos del cielo en dos días. Aunque la verdad, en el aspecto de la música sí tienes razón, ahí la jugada la veo más apretada. No creo que sea una prioridad para ellos dejarnos ser libres de opinión, pero bueno, a lo mejor nos abren algunas peñitas para tocarles a los americanos cuando vengan, aunque nos tengan los ojos echados”.

Otra opinión fue la de Magela, que como tal no pertenece al movimiento del rap ni del hip hop, pero su esposo es rapero desde hace más de diez años y ella no se pierde una presentación. “Yo también creo que los nuevos cambios pueden dar nuevos horizontes a los artistas, incluso, antes de llegar ya muchos estaban viajando a los Estados Unidos en el famoso intercambio cultural. Mi esposo no es tan optimista como yo, y razones tiene para ello, ya que en estos diez años de carrera ha sido marginado, maltratado, humillado y aislado de la sociedad, pero eso no quita que las cosas sean así toda la vida. Por ley, las generaciones se regeneran, nuevas mentes llegan al poder, y la opinión del pueblo vale de cierta forma, pues no creo que a base de mentiras puedan mantenerse muchos años más”.

Todos querían hablar, todos querían opinar, pareciera como si el miedo del cubano a reflejar su criterio en la prensa escrita estuviera mermando. A veces resultaba imposible llegar a recoger las opiniones de todos, pues muchas eran cortas, agresivas y algunas con falta de coherencia. Pero después de calmado el ambiente, una voz pausada y medio ronca debido a sus sesenta y siete primaveras, opinó: “Mira, no sabes cuánto me alegra que los jóvenes cubanos estén optimistas de los nuevos cambios que supuestamente se avecinan, pero yo soy de una opinión mucho más reservada al respecto. Para empezar, de cierta forma yo le debo gracias al Sistema, ya que mi padre era negro pobre y mi madre blanca de cierto nivel, es decir, que antes del 59 su unión era un verdadero problema. Yo me crie en una sociedad donde se hablaba de igualdad de toda índole, desde jovencito me gustaba mucho la música cubana de la época, como el Benny y Los Zafiros, llegué a la universidad y me gradué de contador, pero mi afición al canto seguía latente. Recuerdo que fui a la Zafra de los Diez Millones y allí era el que hacía y organizaba las actividades culturales por las noches. Más tarde, le grité incluso barbaridades a los que se iban por el Mariel. Amigos míos de profesión que los consideraba traidores a la patria, ¿y ahora qué tengo? Un cuartico con barbacoa en Guanabacoa, un hambre que no me la quita nadie y lo único que me queda es ayudar a los jóvenes de la calle con su música. Entonces, ¿de qué sirvió todo? Años y años de esperanza y fe depositada en un sistema que me viró la espalda al hacerme viejo. Por eso creo que los jóvenes, a pesar de que me alegra verlos vivir su optimismo, al mismo tiempo me da pena por ellos. Pena que sentí yo por mí mismo al ver como mis amigos, los que le gritaba coros en el Mariel, hoy vienen a los mejores hoteles, andan en los mejores carros y hasta uno vino a verme a mi casa y me regalo 100 CUC. ¡Ya te imaginas la vergüenza que pasé! Creo que no vale la pena…”

Después de recoger esta recopilación de opiniones, podemos palpar que hay una gran diversidad de criterios con respecto al tema.

La realidad es que las promesas, en cuanto a los cambios, son miles en el aire, pero en la realidad son muy pocas. Quizás mi opinión personal no tenga un gran valor, pero soy de los que prefiero simplemente mantenerme a la espera de lo que puede ocurrir. Estos jóvenes en parte tienen fe de que algo pueda ocurrir, de que se música se escuche y no sean marginados por defender opiniones sociales. Quizás son solo sueños, quizás se hagan realidades, pero hay una realidad, la esperanza es algo que los mantiene vivos y con ganas de vivir ¿Por qué perderla entonces?.

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