Cuando G1-2K revolucionó Santiago de Cuba



Casi 20 años después de que el hip hop, ese fenómeno socio-cultural que nació en los barrios negros de los Estados Unidos de América, saliera a la luz mundial convirtiéndose en un género altamente aglutinador, un grupo de soñadores en la ciudad de Santiago de Cuba comenzaron un proyecto que hasta el sol de hoy no ha tenido parangón alguno. Su nombre no era para nada rimbombante, más bien parecía ser un experimento de jóvenes que habían tocado el cielo desde una universidad cubana, pero las raíces iban más allá de un ensayo. Por eso le pusieron Grupo de Apoyo Cultural a la Comunidad, G1-2K, un grupo con dos K, por el hábito de los raperos de cambiar esa letra por la C. Con el tiempo se convirtió en una familia más allá de un colectivo de artistas, organizadores, promotores y activistas del movimiento de hip hop en Cuba.

Entonces, comenzó de verdad la pelea: 2005, 2006, 2007, 2008…. G1-2K organizó muchas actividades en diferentes comunidades y barrios santiagueros, además de aceptar cualquier invitación que le hicieran a presentarse en cualquier escenario y lugar Se convirtieron en magos hacedores de interesantes talleres, produjeron numerosos conciertos, invitaron a controvertidas conferencias y se hicieron dueños de insólitos debates. Por eso hoy, sus creadores son figuras reconocidas en el mundo artístico no solo underground, sino también científico y musical.

A la cabeza estaban Isnay Rodríguez Agramonte, principal asesor y hoy DJ El Jigüe, y su hermana Isnaisis Moreno Agramonte, quien era entonces la coordinadora y hacía spoken word. Le seguía El Prof3, Rainer Luis Palacio Elers, un grafitero y productor que funcionaba como organizador. Estaba también en el equipo Ana Lidia Rivera Rivera, Anita, que se ganó su puesto de promotora como lo demostró después con Las Positivas. También entró Abigail Mustelier, el jefe de producciones audiovisuales, quien con su cámara de video en mano y viviendo en El Cobre, grababa y editaba de maravillas. Como un ingrediente peculiar en esta familia, se sumó una canadiense que sembró raíces cubanas, Alexandrine Fournier, e incluso su tesis doctoral aportó nuevos elementos a la historia del hip hop caribeño desde la antropología visual. No podía faltar un grupo de raperos, y en esta ocasión fue Sentimiento Rapero, agrupación cimera que terminó estando entre las liricas más creativas de la música underground y popular de la región.

Su debut, para llamarlo de alguna manera, fue aquel primer Simposio de Hip Hop Cubano que quizás ya muchos resetearon de sus discos duros. Fue, por supuesto, en La Habana, entre el 19 y el 30 de Noviembre del 2005, y hasta allá fueron los muchachos y muchachas orientales para dar a conocer por primera vez el trabajo del Proyecto G1-2K. Después se hicieron tan habituales, que sin ellos aquellos simposios no tenían el toque diferente que siempre daban los santiagueros, pues eran los más peculiares de toda la isla.

A mi entender fueron innovadores, incluso en todo el país, pues la perspectiva de cooperación que tenían los hacía obtener de lo poco, mucho. Ellos mismos sabían que estaban haciendo comunicación popular, que se estaban integrando a los modelos de participación comunes en otros campos de América Latina, sin embargo, estaban haciendo arte callejero y de barrio, de los guetos profundos y calles de tierra o interiores vedados.

Además, hicieron algo que todavía no se ha logrado en toda Cuba, ni siquiera en estos tiempos donde abundan las tecnologías digitales, rápidas formas de comunicación y hasta hay menos trabas para una decorosa producción. A través de todos sus eventos, de los que quedan por cierto muchas evidencias gráficas, G1-2K logró unir como nadie los elementos artísticos ya conocidos del hip hop: el rap, el B-Boy, el grafiti y el DJ, sumándole el arte audiovisual. Y se atrevieron a ir más allá, sin querer cambiar mentalidades ni queriendo marcarse como elementos contestatarios fueron a darles herramientas de trabajo a los metodólogos de las casas de la cultura de su provincia, en un día de noviembre del 2015, que seguro todos los participantes recordarán. En septiembre de ese mismo año se fueron “a Bayamo en coche” y desde entonces, la cuna de la nacionalidad acogió un festival de break dance y un proyecto de grafiti, que con el tiempo se disolvió.

Quisieron darle hasta un sentido ecológico al hip hop. Por eso el Monumento al Cimarrón en el Cobre, tierra que pisaron los primeros esclavos africanos libres del continente en plena colonia, y una cascada en las montañas cobreras, fueron siempre motivo de caminata ecológica. Incluso, todo aquel que llegaba a visitar a G1-2K, ya fuera extranjero o nacional, debía conocer esos caminos y disfrutar de una vista impresionante y sin igual.

Les parecerá increíble, pero todavía hay mucho que decir de este proyecto santiaguero. Sin ellos no hubiera existido el Kabildazo, una peña que se ganó el primer lugar en todo Oriente, destronando a la que se hacía en el Ateneo. Por casi dos años, el pequeño patio del Teatro Cabildo en la calle Enramada vivió lo mejor del rap, desde peleas de gallos o freestyle hasta verdaderos maratones de conciertos. Y siempre fue un éxito, aunque colindaba con la funeraria del barrio.

Nadie recuerda ya que un día de agosto de 2006, la gente de G1-2K subió hasta los edificios en El Salao, el Distrito Abel Santamaría, para recordar al General Quintín Banderas, mientras camagüeyanos y santiagueros grafiteaban un muro.

2bleH pa’l Barrio llegó hasta el reparto Antonio Maceo y el Abel Santamaría con películas y videos de baile y de raperos. Jumping fue hecho para el baloncesto callejero, con dos bafles y hip hop, más la competencia de los equipos de barrios. Micros contra bombas se hizo desde el año 2007, todos los 20 de marzo, por cumplirse ese día un aniversario más de la intervención norteamericana en Irak.

Yo creo que si hubiera sido esta época, no se hubiera podido hacer tanto como se pudo inventar en esos años. Hoy ya no existe G1-2K, pero sí queda su espíritu, en su gente y en Guámpara Musik, por lo que algunos sueños se podrán cumplir todavía.

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