Unidos por la música para cambiar



Hace algunos años, un pequeño grupo de camagüeyanos amantes de la música de la llamada “década prodigiosa” decidió fundar un espacio donde reunirse, compartir y escuchar esos antológicos temas que marcaron su vida para siempre. Para sorpresa de muchos, fue tal la cantidad de personas interesadas de todas las edades y géneros, que la idea se multiplicó por toda la provincia y muy pronto se contaron por decenas esa especie de clubes sociales. El primero de ellos, como para reafirmar su permanencia en el tiempo, recibió por nombre The Beatles, en clara alusión a la mítica banda inglesa y a todo lo que su obra representa, no solo en términos culturales.

Los Clubes de la Década Prodigiosa en la provincia de Camagüey, constituyen experiencia única en Cuba y con el paso del tiempo se han convertido en algo más que simples espacios donde escuchar música y echar mano a los recuerdos. Su membresía, de la que forman parte gente de todas las extracciones sociales y tendencias políticas y religiosas, se ha convertido en una especie de agentes promotores de ideas y cambios socioculturales, que incluso sin proponérselo, han abierto espacios a artistas alternativos, sin importar géneros y estilos.

Para ellos, preservar el espíritu de una época mediante sus canciones ha ido más allá, pues han dado cabida a cuanta propuesta artística tenga elevado sentido humanista, resaltando el valor del amor, la paz, la amistad, la solidaridad, la tolerancia y la diversidad, para acompañar y tratar de influir en el mejoramiento de los tiempos que corren.

Sus encuentros son una muestra de la lucha por preservar e inculcar en las nuevas generaciones valores éticos y cívicos que se han perdido en una sociedad que genera marginalidad en todos los sentidos, al tiempo que sirven para, en un paralelismo histórico-cultural único, promover las creaciones que de alguna manera denuncian, sugieren soluciones y cambios en ese sentido.

Pero todo no es filosofía y análisis. Los Clubes de la Década Prodigiosa en Camagüey propiciaron el surgimiento de las llamadas “discotembas”, que no solo reciben a quienes peinan canas para tomar un par de cervezas y tirar un “pasillo”, sino también a muchos jóvenes que no tienen otros espacios, o no tienen el dinero para cubrir la entrada a otros sitios, donde por demás, impera la violencia y el mal gusto.

William Emilio Agüero López, promotor cultural del barrio La Belén, director artístico de la discotemba El Olimpo y fundador de los Clubes de la Década Prodigiosa, se distingue por su espléndida sonrisa y la familiaridad con que acoge a todos los que asisten al acogedor lugar. Sin muchos protocolos accedió a responder las preguntas de PMU.

“No se trata solo de complacer gustos o preferencias. Desde el mismo inicio hemos tratado de profundizar en las concepciones de todos los tipos de música. Es por eso que a los clubes asisten tantas personas diferentes, y porque también en las discos somos un termómetro del gusto popular. Quién ha dicho que el rap es solo para jóvenes o que ellos no pueden escuchar rock o una buena balada de los sesenta o setenta del pasado siglo. Nosotros vamos a la formación de los gustos mediante los contenidos y sobre todo, buscamos las similitudes entre todas las épocas. Muchos se asombran cuando descubren lo mucho que tienen en común generaciones diferentes. El resultado es que crecemos y cada día son más los jóvenes que nos visitan y comparten sus inquietudes con nosotros.

Ahora somos un ente social con vida propia. En los clubes celebramos los aniversarios de los miembros y los invitados, amenizamos los encuentros con los propios miembros y cada domingo abrimos las puertas a nuestros invitados especiales, que en su mayoría son jóvenes que no encuentran espacios donde presentar sus obras. Confieso que yo y muchos otros descubrimos que en el rap y en otros géneros del hip hop también hay mucha belleza, poesía y sobre todo, unos deseos enormes de expresión, necesidad que nos compete a todos.

En lo personal le he abierto las puertas a muchos de ellos, permitiéndoles presentarse en varias comunidades del territorio junto a la brigada artística De Cuba Soy, liderada por Rigoberto Álvarez, a quien le agradecemos su visión y comprensión.

Parece que fue ayer, pero ya van seis años consecutivos apoyando a los jóvenes en los barrios a través de los clubes y del trabajo de expansión sociocultural. Lo prodigioso, parafraseando un poco, no es la existencia en sí de estas entidades, sino su gestión, su labor en la consecución de un entorno mejor, de personas mejores, que unidas por la música tratamos de cambiar para mejor el mundo que nos rodea, liberarnos de ataduras y perjuicios y liberar la necesidad de decir y de ser oídos”.

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