El underground también tiene sus videoclips



“…El videoclip es un género audiovisual que surge para promocionar la música popular urbana, con la intención de hacer llegar una canción a un gran número de espectadores (posibles compradores) sin que la presencia del artista sea necesaria en un escenario o un plató de televisión…”. (1)

La historia del videoclip se remonta a la década de los 40 del siglo XX, cuando aparece el Panoram, que funcionaba como una especie de jukebox o rocola, como era conocida en México; diferenciándose sólo por el hecho de que el Panoram poseía una pantalla en blanco y negro que proyectaba imágenes del artista escogido. En 1960 aparece en Francia el Scopitone, una versión mejorada del Panoram. Este ofrecía una serie de innovaciones, pues no solo proyectaba las imágenes a color en una pantalla de 16 pulgadas y en 16 mm, sino que además, les daba una secuencia a las mismas para que tuvieran una relación con la letra de la canción seleccionada.

No fue hasta 1975 que surgió el videoclip como se le conoce en la actualidad. “Bohemian Rhapsody”, de la banda de rock británica Queen y dirigido por Bruce Gowers, es considerado el primer videoclip de la historia, teniendo como referencia a filmes como “A hard day’s night” o “Help”, de Los Beatles. El salto para este trabajo audiovisual tuvo lugar el 1ro de agosto de 1981, cuando comenzaron las transmisiones de MTV, primer canal dedicado a la música durante las 24 horas del día.

A mediados de la década de los 80 se comenzó en nuestro país un análisis de este lenguaje audiovisual, pero alejándose de la estrategia comercial con la que la industria discográfica lo utilizaba internacionalmente. El primer paso fue la creación del Taller de Video de la AHS en 1987, para luego surgir programas que difundían videoclips nacionales aunque con muy poca sistematicidad. Ya a finales de los 90 surgieron programas como “Hecho en casa” o “El patio de mi casa es…”, que nos mostraba el trabajo audiovisual aún experimental de artistas como Moncada, Síntesis y Carlos Varela.

En la actualidad, el videoclip se ha convertido en el medio de difusión visual que emplean los artistas para promover su obra. Si bien hacer este tipo de trabajo siempre ha sido un tanto complicado, ahora lo es mucho más. Para cualquier artista, dicha tarea representa un gasto financiero enorme, sobre todo cuando no tienes una empresa discográfica que respalde tal salida económica.

Para los artistas underground, se podría decir que producir un videoclip es casi una utopía. La mayoría de estos artistas no son remunerados por sus presentaciones y por tanto no cuentan con un presupuesto para la producción audiovisual. Además, para ser escuchados tienen que pasar su música de USB en USB para así difundirla entre su círculo de amistades, que rompe las barreras de cualquier tecnicismo. Por tanto, podemos concluir que lograr un producto audiovisual para promover su obra es una tarea titánica.

A diferencia de otros géneros, el hip hop se identifica por brindarnos una gama de variedad partiendo de un mismo tema, sea este la problemática social o la cultura africana, sin mostrarnos una y otra vez carros de último modelo ni mujeres que cumplan los cánones de belleza implantados por estándares consumistas. Podríamos pensar que el desarrollo de las nuevas tecnologías podrían propiciar trabajos pobres, sin embargo, es todo lo contrario. En estos últimos meses he tenido la oportunidad de disfrutar de varios videoclips de rap y puedo dar fe de la calidad que estos poseen, entre ellos puedo mencionar “Un ratico arriba un ratico abajo” de Rebeld’ Malcoms con la dirección de Raudel Hoyo, y “En realidad” de Bárbaro “Urbano” Vargas, dirigido por Michel Deschapell’s (Cuvasa), ambos de producción reciente.

Por qué no gozamos de ellos en los medios de difusión televisiva es algo cuestionable, pues cualquiera podría llegar a pensar que estos trabajos ni siquiera existen, y entre nosotros, nada mejor que un videoclip de hip hop para representar la verdadera idiosincrasia del cubano. Ellos están ahí esperando ser vistos. Claro, contando hoy con un sitio web diseñado para subir y compartir videos como YouTube no nos extrañaría que la televisión quedara en un segundo plano. Siendo este sitio una opción de inmensas posibilidades, no es de extrañar que se pierdan por el camino las llaves de las tantas puertas del programa “Lucas” para dichos videos. Quedaría entonces que alguien las encontrara, pero ya eso sería una asignatura pendiente.

(1) El videoclip del siglo XXI: el consumo musical de la TV a la Internet, Viñuela Sánchez, Eduardo

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