Sin magia, Los Hechiceros se pegan...



Rubén Morales, El Chiqui Flow como se ha dado en llamar dentro del underground musical, es un joven de 18 años que comenzó cuando apenas tenía 14, en los afanes del reggaetón. Nos cuenta que pasó toda su niñez en un contexto familiar muy propicio para el desarrollo de su talento y que al terminar la secundaria, puso todo su empeño en no defraudar aquella tradición de cantantes con la que convivió en el calor de su hogar.

Los inicios de este muchacho de baja estatura, rasgo que le hizo ganar su apodo, se remontan a sus años adolescentes cuando quiso poner en práctica un nuevo arreglo para una canción del Yonki que cantaría en una actividad cultural de su escuela. Se acercó a un amigo, actualmente su padrino musical, que le ayudó de inmediato a convertir su sueño en realidad: deseaba proponer otra manera de interpretar al popular cantante utilizando un estilo y background totalmente diferentes. Así conoció el valor de la originalidad en el universo de la música. A partir de esa fecunda experiencia, El Chiqui no dudó un segundo que su destino estaba fuertemente marcado por el deseo de crear y comenzó a grabar asiduamente hasta que compiló un demo en solitario de ocho canciones. Con este disco en el bolsillo, su talento natural y sobre todo, nada que perder y mucho que ganar, se animó a realizar una pequeña gira nacional llegando a actuar en una conocida emisora cienfueguera.

Los Hechiceros, creado el año pasado en el municipio 10 de Octubre, es el proyecto donde se encuentra trabajando actualmente. Su génesis está asociada a otro punto de giro en su carrera, haber conocido a Alessandro Moya, junto al cual comenzó a compartir los procesos de creación. Este joven de 17 años, a diferencia de El Chiqui, no tenía vínculo alguno con el mundo de la música, pero descubrió sus habilidades melódicas y se decidió a cultivarlas. Por la cercana compatibilidad de caracteres artísticos y tal vez, por ser ambos creadores sin formación académica, las personalidades de Alessandro y El Chiqui engarzaron perfectamente en su intención de “hechizar” musicalmente al público.

Alegre y confiado, El Chiqui Flow refiere que el secreto de su “pegada” radica en hacer magia con la música y que no dejan que nadie más ingrese al grupo, pues “con tanta gente haciendo magia, no funciona el truco”. Las únicas excepciones son la presencia de Amy Collazo (Amy), bailarina y representante, y la de José Elier Miranda, manager y productor musical.

Como dueto, Alessandro y Chiqui han logrado hacer ya un demo de temas compuestos por ellos mismos. Al vibrante ritmo del reggaetón le ponen su marca personal, ausente de “cochinadas” como prefieren decir, y con un matiz hasta cierto punto romántico, donde prima la balada mezclada con el género. Tan atento está El Chiqui a todo cuanto sucede a su alrededor, que para asegurar que sus canciones reflejen los testimonios propios y ajenos de la vida cotidiana, los anota constantemente en su teléfono móvil con el fin de verterlos en sus composiciones. De esta forma procura una correspondencia fiel entre arte y vida.

Como patrones musicales esenciales reconoce la impronta que en Los Hechiceros han tenido, por la parte internacional, Chris Brown, Maroon 5 y Rihanna. De Cuba se inspiran notablemente en la obra de El Chacal, Diván y Harrison, e Iroma. A pesar de esto, defienden un estilo propio sin establecer paralelos estilísticos ni copiar temas de agrupaciones del patio.

Su afán de “estar pegados en toda Cuba” les conduce a compartir algunos featurings con otros artistas, entre ellos con el mencionado Harrison, y hasta esperan cantar algún día junto a Chris Brown. Después de todo, soñar siempre es permitido. Por el momento sus presentaciones son autogestionadas. Su alcance se ha hecho palpable en fiestas y en algunos locales de amigos como el Bar de las Estrellas. Este último espacio, sito en 15 y A, en Lawton, fue el lugar escogido por ellos para celebrar el pasado 28 de agosto un concierto muy sonado en homenaje a una de sus amistades más queridas, llamado El Chawa la Escuela.

Es cierto que pudieran hacer más. Pero no pertenecer a una institución estatal como la Agencia Cubana de Rap les cierra muchas puertas, ya que les impide radiar su música o presentarse en sitios de mayor envergadura. Aunque lo principal ya lo tienen: el reconocimiento del pueblo, pero para poder obtener cierto renombre deben pasar por un largo camino de papeles burocráticos que ponen a prueba su capacidad de lucha. Lo importante es que no se dejan caer, ni siquiera frente a aquellos que les auguran un fracaso inminente. El mundo de la música está plagado de trabas que entorpecen un camino de por sí accidentado. Si bien el talento y las ganas de trabajar constituyen el primer paso, tanto El Chiqui como Alessandro comprenden que sin contactos influyentes no se va a ninguna parte, eso sin contar la ausencia de un sistema efectivo de promoción y la falta de recursos tanto materiales como financieros, que aquejan a la mayoría de los jóvenes cubanos de hoy.

Sobre las letras, Los Hechiceros opinan que los exponentes actuales de reggaetón adolecen de una falta de riqueza y creatividad. Abundan temas que invierten mucho tiempo de duración con el mismo coro, y al final no aportan nada. Repiten lo mismo con un ritmo determinado que casi siempre son los propios backgrounds. Esto hace que muchos rechacen un género que, sin embargo, tiene buenas cosas que ofrecer. “Si tienes un grupo y lo defiendes con mediocridad, vas a ser siempre un mediocre, no importa el género que interpretes. Sin embargo, si le pones energía a tu trabajo y aportas algo más en tus canciones, marcarás la diferencia. La clave está en la persona que crea la música y hacia dónde esta quiera llevar su creación. Si uno mismo la estanca por comodidad y facilismo, la música no avanza”. Así lo concluyó El Chiqui Flow.

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