Cantar, cantar y cantar



No fue nada ortodoxa la forma en que Yunier Romero Medina se sintonizó de una manera sistemática con el canto. Hubo más de gag de cine silente que de una clásica entrada al escenario. Pero dejemos que sea el propio protagonista quien nos lo relate.

“En unas vacaciones de verano me fui de visita a Santa Clara. Un primo muy afín a mí se encargó de llevarme a conocer los sitios más importantes de la ciudad, entre ellos una muy concurrida discoteca.

Cuando lo estábamos pasando de las mil maravillas, el animador del show pide que alguien del público se acerque al karaoke para cantar ‘Gavilán o paloma’, y como nadie reaccionó, repitió la invitación. Fue ese el momento en que mi primo me dio tremendo empujón por las espaldas, el cual me hizo perder el equilibrio y caer de nalgas a los mismos pies del solicitante. Éste, de un modo jaranero, me preguntó que si cantaría sentado o de pie. No me quedó de otra que pararme y cantar. Sea por la manera de llegar al estrado o por mi interpretación, la cuestión fue que recibí un estruendoso aplauso por parte de los asistentes, además de una botella de ron como ganador del concurso”.

PMU: ¿Fue tu primera experiencia como cantante frente a un público?

Yunier: Realmente no. Solo que lo sucedido en Santa Clara resultó un llamado a mí mismo para dedicarme con más tesón a la música y el canto. Anteriormente, y por mis propios pies, pero también sin grandes pretensiones, tuve la oportunidad de actuar en escenarios que están al alcance de artistas aficionados: casas de cultura, anfiteatros municipales, centros de trabajo, eventos artísticos de mi barrio, y por supuesto, en las actividades culturales de mi época de estudiante. En aquella etapa como en ésta, no tuve como meta profesionalizarme, o sea, nunca me he propuesto vivir del canto. Lo que sí me he propuesto es alcanzar una técnica más depurada, educar mi voz, canalizar idóneamente el don que Dios me ha dado, con la única razón de cantar todo lo bien posible para vivir en paz y mejor, sin que sea requisito indispensable ser aceptado o no.

PMU: Para un joven de 26 años como tú, siento que tus palabras encierran algo de misticismo artístico, como si cantar para ti es un goce interno que no tiene en cuenta la posibilidad de compartirlo con tus semejantes, ¿es así?

Yunier: Lamento que la interpretación que usted ha hecho de mis palabras esté tan divorciada de lo que exactamente quise decir. Mire, jamás he pensado que vivo en una burbuja, que ignoro ser parte de un todo y que como tal no requiero de lo bueno que éste me pueda aportar. Estoy convencido de que artista y público deben convivir en simbiosis perfecta. Pero el público no hace al artista. Se nace artista, y a partir de ese evento tan individual se hace mejor o peor en la medida que se empeñe en aceptarse y ser aceptado. No es un trabalenguas, es sencillamente que usted puede ser artista con público o sin él.

PMU: ¿Te basta con saber que te sientes igualmente a plenitud cantando solitariamente en el desierto, o en la Plaza de la Revolución delante de un millón de personas como en una ocasión lo hizo Juanes?

Yunier: Me basta con saber que el Yunier que soy es el mismo niño que enamorado de la vida y la música le cantaba a su abuelo, aquel viejito encantador que constantemente me decía: “Tienes un talento muy especial para el canto y debes luchar por él, nunca dejes de hacerlo”. Me basta con saber que soy el mismo Yunier que anda por la vida cargando dos sacos, uno lleno de sueños y otro de crudas realidades. Me basta con saber que tengo una familia maravillosa que me apoya y tiene fe en mí. El mismo que se regocija con el aplauso sincero de un público que solo tiene la posibilidad de asistir a peñas y otros eventos gratuitos. Tal vez en el saco de los sueños esté el de llenar la Plaza de la Revolución, o el de realizar una gira mundial, o el de que me premien con un disco de oro. Por ahora, me tengo que conformar con la botella de ron que me gané en Santa Clara, ah, y otra que obtuve en un karaoke de Guanabo al quedar en primer lugar con la canción “A puro dolor”.

PMU: Y en el saco de las realidades, ¿qué llevas?

Yunier: No son muchas, y hasta diría que una sola: la realidad de que la mayoría de los jóvenes enfrentan los desatinos de una sociedad como la nuestra, la escasa estimulación por emprender un propósito de superación, el menosprecio a la espiritualidad, el culto enfermizo a un mercado al cual se debe llegar por cualquier medio, el enfrentarse a prejuicios raciales y sociales, el miedo a que el futuro llegue y no poder emigrar a tiempo, a la poca fe en los cambios que para muchos son cantos de sirenas, y tantas otras vicisitudes.

Yo personalmente he sentido en carne propia algunas de ellas. No sé cuántas veces he oído esta frase por parte de un policía: “Por favor ciudadano, su carnet de identidad”, y sin quitarte la vista de encima llama por la radio al centro de mando, y después de que le respondan, oír la otra esquemática frase: “Bien ciudadano, puede continuar”. En momentos como esos es cuando canto para mi mismo para aplacarme espiritualmente, o místicamente, como usted señaló.

PMU: ¿Propósitos inmediatos?

Yunier: Me gradué como técnico medio en economía y como tal trabajo en un restaurante privado llamado Venamí, ubicado en La Habana Vieja. Actualmente, estudio canto con un profesor privado. Por otra parte, estoy dando mis primeros pasos en la composición, pero, sobre todo, cantar, cantar y cantar hasta que me inviten a realizar un concierto en la Plaza de la Revolución, ¿por qué no?.

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