Movimiento de rap femenino en Cuba: ¿etiqueta necesaria?



Luego de tres días de conciertos, debates, exposiciones artísticas y micros abiertos para la controversia, similar a las “peleas de gallos” que desarrollan los raperos hombres, pero en este caso entre chicas, a quienes tuvieron la suerte de asistir a la I Jornada Itinerante de Hip Hop Femenino Cubano “Somos mucho más”, entre el 25 y el 27 de septiembre en la ciudad de Camagüey, les queda la interrogante de hacia dónde se encamina el género en la Isla, sobre todo el cultivado por mujeres. ¿Será posible afirmar que existe un movimiento femenino del rap en Cuba?.

Por el momento sería demasiado pretensioso acuñar la palabra como una certeza para describir el fenómeno en sí. La propia concurrencia de apenas una decena de raperas a este encuentro demostró, no que son pocas pues faltaron muchísimas de las que se dedican a esta cultura tanto dentro como fuera de Cuba, sino que no existe una articulación efectiva entre ellas, un tejido orgánico que las sostenga como movimiento en el sentido antropológico del término. Esa carencia la pudo apreciar Yamay Mejías Hernández, La Fina, organizadora del evento, cuando asistió meses antes al Festival Nacional de Rap Trackean2, el cual también tiene por sede a Camagüey y que ha sido ampliamente divulgado por PMU, y de donde salió la feliz idea de organizar este tipo de encuentros femeninos para tomar el pulso y dar una verdadera imagen del movimiento del hip hop en Cuba.

“Resulta increíble que a un festival de carácter nacional, con varias ediciones ya, nunca fue invitada una mujer rapera, y no por falta de conocimiento de nuestra existencia. Lo positivo de llegar hasta aquí entonces, fue que por primera vez los patrocinadores se identificaron con nuestro reclamo, y decidimos probar cómo salía una jornada para el rap femenino, pero que tuviese una continuidad, pues no es la primera vez que intentamos esta iniciativa en otros lugares y siempre ha fracasado.

Ahora faltaron muchas, de La Habana, de Holguín, de Santiago de Cuba, del propio Camagüey, que contradictoriamente no tuvo representación, pues las mujeres raperas no están exentas de los problemas del resto, muchas son madres, tienen otras carreras… pero esperamos que este empeño se sostenga y crezca, y se convierta en ese espacio sólido, estable y regular para el intercambio entre las artistas”, explicó La Fina.

La visibilidad de la representación femenina tampoco gana con una asistencia multitudinaria a sus conciertos, si bien el espacio programado, un club al aire libre de grandes proporciones, tampoco es el escenario ideal para espectáculos de un género musical como el rap hecho por mujeres, a lo cual no todos están acostumbrados. Sin embargo, en las descargas posteriores en el Balcón de las Artes se experimentó una dinámica distinta, de profunda aceptación y disfrute del mensaje de estas chicas, que toca fibras medulares del paisaje underground de Cuba, aquel que coexiste paralelamente al sistema institucional establecido y señala sin miedos las lagunas del sistema social. En ese punto es donde las féminas se vuelven reinas. Si hasta ahora parecía que cuantitativamente la mujer en el hip hop cubano andaba un poco todavía a la sombra de sus pares masculinos, la contundencia de los temas tratados en sus letras y el profundo activismo social y comunitario de muchas de ellas, marca la diferencia y las eleva cualitativamente, aun cuando sus intereses no sean establecer antagonismos de género.

Así, La Fina, Lourdes Suárez de Armas (La Cimarrona), Ained Martínez Cala (Nana) y Dailín Thaimi Abadía (La Sin Nombre), no se limitan a rapear, sino que se han dedicado a expandir la cultura del hip hop a través de proyectos como “Somos mucho más” de La Fina, precisamente para detectar el talento femenino escondido en cualquier paraje de la geografía cubana, o "En mi Barrio" para difuminar esa cultura por comunidades rurales, marginadas o de difícil acceso en La Habana y donde quiera que su mensaje se haga necesario.

Nana, desde Santiago de Cuba, al oriente de la Isla, es integrante de Guámpara Music, proyecto para que los artistas cultivadores del género en esa ciudad puedan desarrollar su arte y sean conocidos más allá de sus fronteras territoriales. En tanto La Sin Nombre, es la pieza femenina de un dúo en Pinar del Río, la más occidental de las provincias cubanas, que trabaja por romper las barreras de exclusión social que sufre el rap junto al rock-and-roll, en su tierra natal.

Más allá de todo, la lírica es el principal estandarte de estas mujeres. Aunque el hip hop surge y se define como una cultura liberadora y contestataria contra los estereotipos sociales, lo cierto es que su devenir no ha estado ajeno a comportamientos y discursos de machismo hegemónico. Pero las mujeres, cada vez con más fuerza, posicionan tópicos como el respeto a la diversidad de todo tipo, la denuncia abierta y descarnada a la violencia doméstica, sexual, contra los niños, el rechazo rotundo al racismo y a cualquier forma de discriminación. Muchas de ellas experimentaron la violencia en sí mismas y ello les da mayor fuerza a sus textos, pues los legitima.

“En este encuentro he visto mucha evolución, tolerancia, indulgencia, deseos de aceptarnos como somos y de apartar el dolor de esta vida social, de intercambio. También de desarrollar nuestro trabajo con sabiduría. Mis textos al principio eran violentos porque fue lo que viví, pero ahora me interesa dar un mensaje más positivo”, resaltó Judith Moreno Álvarez, la Javá A3vida.

Etiquetas más, etiquetas menos, el rap femenino en Cuba viene pisando fuerte, paso a paso, pero con firmeza, y su legado es un testimonio de resistencia que permanecerá en la medida que conserve la fuerza y la tenacidad para seguir luchando por un mundo mejor.

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