Mujeres, una mirada hacia los derechos femeninos



Para las mujeres que cultivan la cultura hip hop en Cuba, encerrarlas en las fórmulas clásicas que identifican a las vertientes artísticas que la conforman, es negarle la riqueza a su propia esencia liberadora, por ello a la Jornada Itinerante de Hip Hop Femenino Cubano “Somos mucho más”, que se celebró en septiembre en Camagüey, llevaron mucho más de su quehacer cotidiano como artistas y, por qué no, como pensadoras por una sociedad diferente, menos machista y más abierta e inclusiva.

La exposición fotográfica “Mujeres” fue uno de esos momentos durante el Festival en el cual tres generaciones distintas lograron a través del lente una mirada hacia las interioridades y derechos femeninos. La libre elección sexual, el destierro de la soledad como falsa idea de seguridad, y la defensa del erotismo en el imaginario de una mujer, es lo que se muestra a través de las series De Evas y otros demonios, La soledad no es silencio, y Sueños, respectivamente.

Ained Martínez Cala (Nana), fue una de las que llegó con su cámara apuntando a un punto álgido como es la imagen del amor fuera de los códigos heteronormativos. “De Evas y otros Demonios es un llamado de atención a la libre elección sexual y al respeto a la diferencia al que tenemos derecho todos los seres humanos”, precisó la artista, quien se dedica a la fotografía desde el 2009, cuenta con una exposición personal y 15 colectivas, y colabora activamente con el movimiento underground cubano, especialmente con las agrupaciones que cultivan el rap.

“La Soledad no es Silencio, por su parte, está dedicada a todas las mujeres y niñas que sufrieron y murieron injustamente a lo largo de la historia de la humanidad, especialmente a las negras y las judías”, expresó Mayara Oshún Suárez de Armas, su creadora. “Esta expo es para mí un canto de liberación, amor, paz y esperanza para esas mujeres que se encuentran atrapadas en el equivocado temor silencioso de sus soledades”.

En igual defensa de las libertades femeninas salió Lourdes Amada Suárez de Armas (La Cimarrona), con su serie Sueño, la cual alude a las más variadas experiencias eróticas halladas en una mujer sin ataduras, sobre todo en la mediana edad, cuando muchas se sienten incapaces de dar y recibir placer.

Tal vez lo atrevido de los temas y la energía volcada en defensa de lo representado en cada cuadro, sean los elementos para atrapar al espectador, a veces impactado por la imagen, a veces agradecido por la existencia de artistas que se atreven a expresar con sus creaciones la esencia de lo que otros prefieren callar.

Así son estas mujeres raperas. Comprometidas con ideales que trascienden la mera existencia cotidiana, no se limitaron a cantar, su ritmo o flow también fue puesto en función de profundas reflexiones en torno a la importancia de la labor femenina dentro de la cultura hip hop y las particularidades de su discurso. Dos conversatorios fueron el espacio propicio para que La Cimarrona y Nana expusieran el alcance de dos proyectos que en La Habana y Santiago de Cuba, respectivamente, se alzan como plataformas sociales para que el hip hop no sea solamente un asunto de minorías.

El proyecto comunitario itinerante “En mi barrio” es la iniciativa que desde el habanero reparto Casa Blanca lleva el rap a comunidades rurales y apartadas de toda la geografía cubana, siempre actuando bajo el eslogan “Decimos haciendo”. “Llevamos nuestro arte a los lugares donde nadie más quiere ir”, dijo Yamay Mejías Hernández (La Fina), organizadora y líder de la Jornada Itinerante de Hip Hop Femenino Cubano “Somos mucho más”, y activa colaboradora de La Cimarrona. Esta, por su parte, añadió que no se trata solo de la música, van más allá con una labor de curación social en lugares considerados periféricos y alejados de muchas oportunidades. Allí es donde donan bibliotecas, hacen promoción de salud para la prevención del VIH/SIDA, y embellecen los barrios con murales y graffiti.

Nana, desde Santiago de Cuba, llevó al encuentro las experiencias de Guámpara, proyecto para que los artistas cultivadores del género en esa ciudad puedan desarrollar su arte y sean conocidos más allá de sus fronteras territoriales.

Pero esas vivencias no quedaron solamente en el debate. Los conciertos y los micros abiertos para la improvisación y la controversia fraterna, llevaron esas inquietudes, ideales, maneras de hacer al público reunido en varias instalaciones públicas y hasta en las calles de los barrios camagüeyanos. Como todo lo que tiene que ver con el rap en Cuba, la Jornada adoleció de mecanismos de promoción efectivos y muy poco interés de los medios de comunicación por esa expresión contracultural, sus protagonistas. Sin embargo, la noticia se regó por los canales underground y a las presentaciones se sumaron cientos de jóvenes y otros no tanto, quienes fueron alcanzados y conquistados por la cálida energía de aceptación y disfrute de las obras de las participantes, lo que les permitió dejar plantada una semilla para mejores y más grandes empeños en el futuro.

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